Capítulo 17

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17


Cuando me acerco a Adela, ella no se mueve. Contiene el aire en sus pulmones y estoy a punto de sentir el roce de sus labios, cuando se escucha un respiro ahogado, seguido de un "IIIIIIHHHH" en la puerta.

Nos separamos sin habernos tocado siquiera. Giramos nuestros rostros y nos encontramos con la abuela de Adela mirándonos, mientras suelta una especie de chillido sin poder controlar la emoción.

—¡Continúen lo que estaban haciendo!—exclama con una sonrisa incontenible— ¡Hagan como que no estoy!

Ladeo la cabeza, confundido, al mismo tiempo en que Adela se aleja de mí. Unos segundos más tarde, se pone de pie sin darme una mirada y corre hasta donde su abuela para quitarla de la puerta de la habitación.

—Abuelita, vámonos de aquí—le dice a la señora Maite, empujándola por la espalda con ambas manos y luego desaparecen por el pasillo.

¿Lo que estábamos haciendo?, pienso. Y cuando la realidad me cae de sopetón al cuerpo, me levanto del lugar donde estoy sentado y comienzo a batir los brazos, desesperado, como si fuera un ave que no entiende qué rayos es lo que estábamos haciendo. He estado a punto de besar a Adela y ni siquiera me he dado cuenta. Ella, con su inocencia, con sus palabras. Boto el aire que tengo retenido en los pulmones y abro los ojos antes de envolverme la cara con las manos y cerrar los ojos con fuerza esta vez.

¿Qué mierda he estado a punto de hacer?

La única conclusión que pienso entre la desesperación es que me he dejado llevar. Sí, porque Adela es Adela y a mí no me gustan las chicas como ella. Estuve a punto de besarla porque el momento daba para ello, no por algo más. Ella no es como las chicas hermosas que siempre me gustan. Sin embargo, una voz en mi cabeza me golpea con palabras que son ciertas: Adela es muy distinta a ellas... Es incluso mejor.

El corazón se me acelera y mientras me paseo por la habitación, me doy contra la pata de un mueble directo en el dedo meñique de mi pie. Lanzo un aullido de dolor y me obligo a sentarme sobre la cama. Me tomo el pie y noto dolor al moverlo. Genial. Se me he herido el pie y también casi beso a Adela. Increíble y genial.

Al sentarme en su cama, un aroma empieza a pulular por el aire y me doy cuenta de que es el mismo que usa Adela. Me muerdo la lengua dentro de la boca y me obligo a estarme quieto para lograr pensar con tranquilidad, así que enumero mis pensamientos: 

1) No.

2) No me gusta Adela.

3) Nunca me va a gustar.

4) No hay posibilidades.

5) Tengo que alejarme de ella antes de hacerle daño.

6) Hacerle daño a alguien como ella es pagarse uno mismo la entrada al infierno.

7) Este pie duele como la puta madre.

Estoy enumerando lo último cuando Adela aparece tras la puerta. Lleva la carita arremolinada y el pelo más desordenado de lo normal.

—Pablo, mire...—me dice con un hilillo de voz.

—No, Adela, yo...—le respondo y me trato de poner de pie, pero lo único que consigo es que se me escape un gruñido de dolor.

—¿Está bien?—me pregunta ella, acercándose velozmente.

—Para ser sincero, no lo estoy. Me di contra esa maldita pata. Ahora estoy cojo.

Ella ríe cautelosamente y me toma por los hombros, haciéndome ir hacia el frente.

—No se preocupe, Pablo, que lo llevo a Urgencias.

***

Mi consternación es enorme cuando me dicen que tengo el dedo meñique del pie con un esguince. Me ponen unas vendas y me prohíben caminar por tres días. Dicen que sanará pronto si me tomo las medicinas y hago un buen reposo.

Lo primero que pienso es en el trabajo.

—Adela, ¿qué haré con la tienda?

—No se preocupe, Pablo—me tranquiliza ella, golpeteando mi pierna mientras estoy en la camilla. De alguna manera, no sé si buena o mala, eso me perturba—. Estará todo perfecto. Llevaré su licencia y no va a perder dinero por esos días.

Asiento con la cabeza y de pronto me siento enojado. Con Adela, con mi pie, con el doctor que conversa con la enfermera, pero sobre todo conmigo.

Sobre todo por lo que estoy a punto de hacer.

—Vete a casa, Adela. Muchas gracias por ayudarme, pero desde aquí ya puedo solo.

Aunque observo el piso, sé que debe estar mirándome con confusión.

—Pablo, no puede solo. Está convaleciente—me dice con lentitud—. Puedo llevarlo a su casa, le aseguro que no es ningún problema para mí.

—No, Adela. Lo digo en serio.

Cuando me atrevo a observarla, me mira como si estuviese lastimada. Sé que quiere insistirme, pero algo en mi mirada debe advertirle que no lo haga. 

—Si está seguro, Pablo.

—Lo estoy—respondo duramente.

Ella asiente con la cabeza. Toma sus cosas y se despide débilmente de mí con la mano. Sin embargo, antes de irse se acerca al doctor y le dice algo que no alcanzo a escuchar. Finalmente, me lanza una mirada de soslayo, se da media vuelta y se va. 

Bajo la mirada cuando lo hace, enojándome aún más. Estúpidamente, me siento herido mientras la veo salir.

El doctor se acerca a mi cuando quedamos solos.  

—¿Ella era su novia?—pregunta con un vaso y una pastilla en las manos. 

—No—respondo secamente.

El doctor sin querer me golpea el pie y suelto un gruñido. Cuando lo miro, se está girando y me parece ver un atisbo de sonrisa en la comisura de sus labios.

Bastardo.


___________


¡Hola, hola, hola!

Soy la humilde escritora de esta novela que me llena el corazón porque sé que todo el mundo termina enamorándose de Adela. Cosa extraña porque una siempre se suele enamorar del macho recio que aparece como protagonista. Afortunadamente, mis personajes aquí tratan de ser muy reales, tratando de sobrevivir con sus fortalezas y debilidades.


En fin. ¡Vengo a proponerles hacer un Preguntas y Respuestas para los personajes! Es decir, ustedes pueden preguntarle a Pablo o a Adela (incluso a Lucía, si así lo desean) todo lo que quieras. TODO. Porque en unos días más, me contactaré con ellos ¿??? y me responderán. (Gracias a las chicas que me dieron la idea <3 )


Ya está. Saludos enorrrmes y gracias, infinitas gracias por leer.

<3

-YoungBird93

Pablo y Adela [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora