Capítulo 28

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28

Entro a la cocina y lo primero que veo es al computín revisando mi alacena.

Lo miro con los ojos desenfocados, pero termino entrecerrándolos. Tal vez así me vea más aterrador. Aterrador. Paf. Me dan ganas de echarme a reír, que de aterrador no tengo nada de nada.

—¿Qué haces aquí, Commmmputín-Rasputínnn?—le pregunto, afirmándome de la mesa de la cocina.

—Estoy buscando algo que me ayude a robar la señal de internet de la vecina.

Me quedo mirándole, sin comprender. En la mesa de la cocina, está un laptop abierto y hay uno de mis pocos tenedores completamente doblado a modo de antena. Supongo.

Dígale que robar está mal—dice Adela.

Al mismo tiempo en que yo digo:

—¿Y no es más fácil usar uno de esos programmmillas que desencriptan claaaves? Seguro tú sabes usarlossss.

—¡Pablo!

Inter encuentra un pequeño alambre en el cajón de los cubiertos, murmura un "¡Genial!" y lo enrolla en el tenedor. Luego pone una especie de cable alrededor y lo conecta a su laptop.

—La señal proviene de la vecina del edificio de en frente. Era prácticamente nula, así que tuve que potenciarla mediante el tenedor que está haciendo de receptor. Ahm... —dice, viendo mi rostro confundido, luego el tenedor y finalmente, tecleando algunas cosas en su laptop—. Disculpa por tu tenedor. Me fije en que no tenías muchos, pero... Ya está. Te estarás preguntando por qué no usé tu señal, ¿no es así?

La verdad es que no. No sé si el vodka me tiene pensando demasiado lento, pero ni siquiera había considerado eso. Me estoy sintiendo un imbécil cuando Inter no espera mi respuesta y continúa hablando:

—Lo lamento, muchacho, pero sin ánimos de ofender, tu internet es una mierda. El de la vecina de al frente es mucho más veloz, y te juro que me gusta mucho la velocidad al trabajar—dice solo mirando la pantalla y tecleando muy rápido—. Cuando ya has encontrado la señal y la has potenciado lo suficiente, entonces es cuando usas el programilla de esos que has dicho tú.

Me acerco a su laptop y veo un programa que va haciendo pasar números y letras a gran velocidad. Son alrededor de veinte casilleros y en cada uno de ellos, los números y letras van pasando. Algunos de ellos frenan en una letra o número determinado.

—La verdad es que esto funciona como la cerradura de una llave—me cuenta y no sé por qué me lo cuenta—. Este programa busca la letra que coincide con la contraseña de la vecina. Hay millones de posibilidades de contraseñas, ¿entiendes? Si yo tratara de hacerlo letra por letra, utilizando los números y además algunos símbolos probables, me tardaría años. Pero esta máquina lo hace en apenas unos minutos. ¿Entiendes lo increíble que es eso? Si los hombres no podemos en contra de las máquinas, entonces, otras máquinas lo hacen por nosotros, y son mucho más eficientes.

Es verdad que es asombroso—dice Adela en mi oído.

Me hace sentir celoso que lo mencione porque lo ha dicho el chico, así que frunzo el ceño.

—Este pequeño programa prueba cada combinación posible hasta que logra que encaje. Es igual que una llave. Si encaja correctamente, la puerta se abrirá. Si encuentra los caracteres correctos, la puerta se abrirá. Ingenioso, ¿no?—me dice el muchacho y asiento—. Y voilà. La contraseña es Carlitosmiamor12345.

Adela y yo nos reímos al mismo tiempo.

—¿Las contraseñas siempre son así?—pregunta Adela.

Pablo y Adela [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora