Capítulo 21

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Decido no contarle a Adela sobre el asunto de Lucía y sus amigos hasta después de su cumpleaños. De alguna forma, sé que a ella le agradará que lo haga después. Así que mientras tanto me entretengo trabajando como un autómata, hasta que escucho la risa de Adela. Está junto a Johnny y eso me llena de... De...

Ah, diablos.

Me acerco a ellos por el pasillo paralelo de modo que no me vean, y luego avanzo hasta quedar frente a las bandejas de huevos. No logran verme, pero yo sí puedo escucharlos.

—¡Es gigante! Se lo prometo. Un día usted y yo la veremos.  

Gigante y una mierda. Todo en ese cuerpo de enano debe ser pequeño, pienso. Di-mi-nu-to.

—Me encantaría, Johnny—dice Adela entre risas—. ¿En su casa?

¡¿IRAN A SU CASA?! Siento como si las orejas me hirvieran por el enfado.

—No—contesta Johnny—. Está en la casa de mi madre. Tal vez quiera conocerla también, Adelita. Mi madre es una mujer encantadora. Pero usted lo es mucho más... —agrega y me llevo la palma de mi mano a la cara.

¿Así es como este tipo coquetea? ¿Comparándolas con su madre?

—¡No se sonroje!—impele Johnny, y dos segundos más tarde agrega—. Lo lamento, Adela. Es que usted me parece una mujer verdaderamente interesante y muy hermosa.

—Ah... ¿En serio? Yo... La verdad, Johnny, no lo sé. Yo... No sé qué decir, o sea... —se ríe y hace una pausa—. Es que no me pasan estas cosas a menudo, pero le agradezco mucho sus palabras.

Frunzo el ceño. ¿Cómo es que la gente no le dice a Adela lo increíble que es? ¿Cómo es que yo no lo he hecho nunca?

—Lo lamento—se apura Johnny en decir—. No quise incomodarla, es que... ¿Le gustaría salir conmigo a tomar algo, Adelita?

El pecho se me aprieta y, por el dolor de estómago que empieza a sentir, siento que tengo miedo de la respuesta.

Ella hace una pausa antes de contestar.

—¿Me lo pide en serio?

—¿Por qué no lo haría?

—Me han hecho bromas así... —murmura más bajito.

—¿Qué? ¡Qué terribles personas deben ser esas! No, Adelita, yo lo digo en serio. Usted es una mujer excepcional. Realmente quiero conocerla más.

Ella suelta una risa enorme, de esas suyas alegres y responde:

—Entonces, ¡sí! Me encantaría salir con usted, Johnny. Y conocer a la iguana mascota que vive en la casa de su madre... Pero creo que eso será más adelante.

Johnny suelta una risa nerviosa, pero feliz. Yo me quedo mirando el suelo, enojado. Algo más que enojado, pero no alcanzo a definirlo.

—¡No sabe lo feliz que me hace, Adelita! ¿Le parece el viernes por la tarde? Conozco una buena heladería.

—Los helados estarán bien. 

—Entonces, no se diga más. El viernes por la tarde. ¡Fantástico! Adelita, ya debo irme a trabajar, pero el viernes. Lo estaré esperando con ansias.

—También yo—contesta Adela y suelto el aire que contenía en mis pulmones con frustración.

Dos segundos más tarde, veo pasar a Johnny por mi lado, pero no alcanza a verme. Así que aprovecho justo ese momento para meterme al pasillo en el cual se encuentra Adela. Ella se sobresalta cuando me ve caminar tan decidido en su dirección y se sonroja rápidamente. Creo que no me voy a cansar nunca de que le pase eso.

Pablo y Adela [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora