Capítulo 37

3.4K 484 308
                                    

37

—¿Cómo fue que me encontraste?—le pregunto a Adela, mientras ella limpia las heridas de mi palma izquierda.

Estamos en su baño, sentado sobre la tapa del W. C. mientras ella pasa un algodón con agua de matico sobre mis magulladuras. Según ella, curarán mejor. Me dan ganas de arreglarle el cabello que se le va a la cara, pero no lo hago.

Ya estoy con ropa nueva, puesto que lo primero que hicimos fue pasar por mi casa a buscar una nueva muda, y luego volamos hasta la casa de Adela. El baño fue reponedor; sin embargo, aún no logro hacer que el estómago deje de retorcerse cada vez que pienso en lo sucedido.

Adela está agachada frente mí, con mi mano entre las suyas, soplando suavemente para que no me duela tanto. Alza la vista antes de responderme:

—Su celular. Por suerte, tenía activo el GPS. Luego de eso, me fue fácil localizarlo.

Frunzo el entrecejo y la miro con una sonrisa suspicaz.

—¿Me estabas espiando?

Sopla mi mano otra vez y luego vuelve a mirarme. Su mirada pide disculpas, mientras sus hombros caen como peso muerto a ambos lados de su cuerpo.

—No lo hago. ¡Lo prometo! Pero el tono de su mensaje... Supe enseguida que algo raro estaba pasando, y cuando no contestó a ninguna de mis respuestas y llamadas, supe que algo andaba mal. Además, cuando lo localicé, me pareció muy extraña su ubicación...

Sonrío de medio lado, observándola a los ojos tiernamente mientras sigue hablando. No me importa si me espiaba, no me importa si estaba metiéndose más allá de lo debido. Su corazonada fue la que me salvó por segunda vez en lo que llevamos de conocernos. ¿Qué hace ella para ser tan increíble?

—Gracias—digo en medio de su discurso—. Gracias por todo, Adela.

Ella ladea la cabeza con confusión, pero luego se arregla los lentes, un poco avergonzada por mi mirada penetrante.

—No... No me agradezca—dice ella—. Es mi deber proteger a mis amigos.

Suelto una risa, siguiendo mis instintos cuando tomo su nuca con una mano, deslizando mis dedos por su cabello. Acerco mi cara a la suya suavemente, mientras la miro a los ojos como sumido en un sopor surrealista. Deseo besarla, necesito besarla. Sin embargo, antes de que sea capaz de tocar sus labios, ella quita la cara de la palma de mi mano y niega con la cabeza, sonriendo afectadamente. Algo parecido a la decepción se extiende por mi cuerpo.

Auch.

—Lo siento—le digo, dejando caer mis manos a mi regazo—. Y-yo... No debí acercarme así.

Adela se levanta y niega con la cabeza. Queda sobre mí, de modo que con un pequeña mano desordena mi cabello.

—No se preocupe—murmura, y luego agrega para mi completo desconcierto:—. Johnny...

Suspiro y cierro los ojos, sintiendo cómo el estómago se me retuerce, por una causa totalmente distinta. Los abro otra vez, y cuando la miro, ella me mira sin expresión.

—¿Estás saliendo con él?

Demora un par de segundos en asentir.

Auch x 2.

—Pablo, usted y yo somos amigos, así que tiene que saber que Johnny ha venido diciéndome que le gusto. Decidí que lo mejor era darle una oportunidad, porque... Es una buena persona. Un poco raro con usted, diría, pero no es alguien que pueda hacerme daño.

Pablo y Adela [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora