Capítulo 24: Siete minutos

3.4K 254 1
                                    

Al poco tiempo, regresó nuestro grupo en busca de Noah y yo, y regresamos todos juntos al autocar para ir de nuevo a nuestras casas.

-Esta tarde vamos a hacer una fiesta en casa de Lewis. -Dijo Brittany de repente mientras estábamos en el coche de su madre de vuelta a casa.

-Britt, nada de fiestas. Ya tuviste suficiente. -Intervino su madre de repente al escuchar lo de la fiesta.

Yo no era muy fiestera, más bien era como mi hermana, me gustaba refugiarme en mi habitación todo el día, pero algún día tendría que salir y pasármelo bien.

-¡Pero, mamá! -Se quejó Britt como una niña pequeña poniendo morritos y cruzándose de brazos mientras se hundía en el asiento indignada.

-Vero, si quieres puedo ir con Brittany. Me sentará bien hacer nuevos amigos y también podría acompañarme ella. -Dije intentando convencerla y ella me miró por unos segundos. Luego volvió la vista a la carretera.

-Bueno... Está bien. Pero nada de volver a las dos de la mañana borrachas. -Cedió y yo reí ante eso de estar borrachas. Nunca en la vida me había emborrachado.

-Tranquila, no lo haremos, mamá. -Respondió Britt y nos sonreímos mutuamente.

Llegamos a casa y ya me tenía que preparar para la fiesta. Qué aburrido, y todo por salvar a Brittany.

-¡No tengo nada que ponerme! -Grité frustrada mirando mi mierda de armario. Ojalá tuviera la ropa de Brittany, me encantaba su ropa y era de mi estilo, peligrosa pero sencilla.

-¿Necesitas ayuda? -Preguntó Britt abriendo la puerta de mi habitación asomando solo la cabeza. -Se te oía desde abajo. -Añadió riendo y yo le hice una señal para que pasara sonriendo.

Brittany entró de cuerpo entero en la habitación y yo aluciné con lo que llevaba puesto. Iba preciosa, pero parecía una puta de cuello para abajo. Llevaba un top mini (de esos que solo tapa el pecho y es súper estrecho) de color negro y unos shorts tejanos de tiro alto claros. Iba un poco maquillada, la raya de los ojos y pintalabios rojo fuerte, nada más.

-Vaya. -Lo primero que se me ocurrió decirle fue eso.

Ella rió tímida rascándose la cabeza y se dirigió a mí. Me escaneó de arriba a abajo y de repente me cogió de la muñeca y me llevó hasta su habitación.

-Esther, déjamelo a mí. -Sonrió con aires de diva y abrió el armario para empezar a buscar ropa para mí.

Después de unos dos minutos cerró el armario y me entregó lo que me quería que me pusiera.

Era un conjunto casi igual al de ella. Un top cortísimo de color rojo, y unos shorts súper cortos negros desteñidos.

-Ni loca me voy a poner eso.

-Tienes que estar guapa para... -Empezó pero se paró un momento. -¡Para la fiesta! ¡Una fiesta no es todos los días! -Añadió un poco confusa y yo lo estaba aún más.

¿Por qué quería que me pusiera eso?

-Vamos, venga, venga, venga, porfa, porfa, vamos, vamos... -Empezó a insistir sin parar. Si no me ponía lo que Britt decía me estallaría la cabeza de un momento a otro.

-¡Está bien! ¡Pero para! -Grité cansada y me fui al baño a probármelo.

Al final de todo, Brittany estaba de acuerdo, pero yo me negaba, solo accedí por que ella había hecho muchas cosas por mí y yo nada por ella. Insistió en maquillarme también y ahora me siento como un payaso con toda la cara maquillada. Pero no me importa, la había hecho feliz y eso es lo que me importaba ahora mismo.

Picamos al timbre de la casa de Lewis y de ella salió una figura masculina. Lewis, quién sino. Pero esto no me esperaba, él estaba sin camiseta. Solo con unos pantalones por la rodilla y ya está. ¿¡Pero por qué todos los chicos tienen esa manía!?

-Hey. -Saludó Lewis. -Wow... -Dijo sorprendido en cuanto nos vio a Brittany y a mí.

Brittany rió rodando los ojos y pasó por su lado entrando en la casa. Lewis se giró para mirar el culo de Britt mientras caminaba y sonrió pervertido.

-No la mires tanto. Eso no es tuyo. -Dije mientras entraba seguido de Brittany. Dudaba si me habría mirado a mí también el culo. Qué más da, es Lewis, por favor, nunca saldría con él.

En la casa había mucha gente, habían borrachos, algunos que hablaban tranquilamente, y otros bailando con la música a tope de volumen.

-¡Esther, Brittany! ¡Vamos a jugar a siete minutos! ¡Apuntaros! -Gritó Jacob por encima de la música sentado en círculo con dos chicas, él y Noah.

Al final cedí y empezamos a jugar. El juego consistía en poner una cosa tuya en el sombrero del medio, cada uno una cosa, y luego, cuando era tu turno, tenías que coger algo del sombrero con los ojos cerrados. El objeto que habías cogido pertenecía a una persona en concreto y luego te tenías que meter con esa persona en un armario encerrados durante siete minutos.

-Esther, te toca. -Dijeron finalmente mi nombre y yo cerré los ojos mientras Brittany me acercaba el sombrero y yo cogía algo.

Observé el objeto que había cogido.

-¿De quién son estas gafas? -Pregunté mientras las alzaba.

Todos rieron y Noah sonrió pervertido. Era el único que no se estaba riendo. Miré a Noah aterrorizada. Esto no podía estar pasando. Ni loca me iba a meter en un armario con Noah durante siete minutos.

-Oh, no. Me niego. -Dije rápidamente y me crucé de brazos.

-No puedes. -Dijeron Brittany y otros más y me cogieron por los brazos y las piernas y me metieron dentro de ese armario junto con Noah.

Después cerraron la puerta aguantándola y yo la golpeé intentando salir, pero no se podía.

-Siete minutos. Ya. -Advirtió Jacob y yo suspiré profundamente sin hacer contacto visual con Noah.

Seguramente ahora debería estar mirándome con una sonrisa burlona. Le iba a reventar la cara.

-Esther, mírame. -Ordenó acercándose más a mí y acortando la poca distancia que había entre nosotros.

Miré para un lado y me arrimé a la pared del armario tanto como pudiera. No quería que pasara nada ahí dentro.

Fruncí el ceño cerrando los ojos con fuerza mientras Noah pasaba los dedos por mi oreja retirándome un mechón y haciéndome cosquillas con la yema de sus dedos.

-¡Maldita sea, Esther! -Gritó cansado dando un golpe de pié y apoyando un puño al lado de la mi cabeza.

Su cara estaba muy cerca de mi oreja y cerraba los ojos con fuerza mientras respiraba agitadamente. Pero no me iba a dejar en paz.

-Solo quiero... -Susurró acariciándome la barbilla mientras me ordenaba a colocarme frente a su cara.

Al final, me di por vencida pero no abrí los ojos en ningún momento.

Noah estaba tan cerca de mí, su respiración se notaba a centímetros de mi boca y yo seguía apretando los ojos con fuerza esperando que no me besara.

Ahora todo dependía de él. Claro, si es que no se acababa el tiempo...

Cuento Hasta Tres ©Where stories live. Discover now