Capítulo 38: No, no estoy bien

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-Pues sin chanclas será. -Murmuré para mí misma mientras salía de la ducha descalza con la toalla amarrada a mi cuerpo.

Hoy se me había pasado el día muy rápido. A Noah no lo vi en todo el día, y Brittany se pasó encerrada en su habitación todo el día. Tampoco es que me interesara como estaba ella.

En general había ido bien. Podría olvidar a Noah si lo seguía sin ver unas semanas más. Por supuesto, conmigo nadie juega, así que tendrá consecuencias antes de que intente disculparse de mentira.

A mi hermanastra no la haré nada, ya tengo suficiente con uno, más la bronca que me podía caer.

Cogí mi móvil y puse música. Últimamente se había convertido en mi nueva costumbre. La música me servía para despejar mi mente y pensar en mis asuntos. Como... Aislarme del mundo entero.

Mi padre había estado muy nervioso últimamente. Me ha obligado a ducharme y a vestirme con ropa formal. ¿Pero qué diablos quiere? ¿Por qué no me lo dice ya? Ha vuelto a planear la cena que se canceló ayer, y está muy impaciente por que llegue esta noche.

Hoy hay luna llena, y la verdad, no creo en las historias esas de luna llena de terror y eso, simplemente me gusta observarla por la noche.

Me vestí rápidamente y bajé las escaleras corriendo hacia el salón.

-Hija, apaga la música. -Dijo mi padre seriamente sentado en una de las sillas de la mesa con los cubiertos y los platos servidos.

Estaba tan a gusto que ni siquiera me había dado cuenta que la música seguía saliendo de mi móvil.

Apagué la música y me senté en una de las sillas de la mesa a esperar.

Brittany y Samantha no tardaron en llegar y se sentaron junto a Verónica. Britt no me miraba en ningún momento y Sam sí que me miraba, pero esa era una mirada preocupada.

Sirvieron mi plato preferido. Pizza de boloñesa, justo a la que mi padre no le gustaba y nunca me dejaba comprarla.

-¿Por qué? -Pregunté a Verónica señalando la pizza y frunciendo el ceño.

-Oh, nada en especial. Tu padre me pidió que la comprara para ti.

Fulminé con la mirada a mi padre y suspiré lentamente.

Mi padre no hacía cosas por los demás. Ni mucho menos pensaba en los demás. Estaba tan ocupado en él que se olvidaba del mundo por completo y nunca se preocupaba por mí y mucho menos por Sam.

-Papá, ¿qué es lo que quieres?

Él se encogió de hombros negando con la cabeza haciendo gestos todo el rato.

-No es nada. Solo una cena familiar. Para... Explicarnos cosas importantes y... Estar en familia. -Se excusó nervioso mientras se rascaba la nuca.

Mentira. Me está mintiendo. Quiere algo.

-¿Qué pasa, papá?

Suspiró agotado y dirigió una mirada a Vero. Ésta le asentió apretando los labios y luego se volvió hacia mí con una cara de terror.

-Esther, hay algo que tienes que saber. -Me miró preocupado y luego a Sam por primera vez en dos años. -Y tú también, Samantha.

Sam apartó la vista en seguida en cuanto papá la miró. Era increíble, después de dos años, se habían mirado. Siempre se habían evitado y Sam había hecho lo posible para no tener que hablar con él ni hacer contacto visual. Pero al fin y al cabo, viven en la misma casa, eso complica las cosas.

-Esther, tienes una hermana melliza. -Dijo después de unos segundos.

Me quedé mirándolo fijamente. Sabía que mi padre era tonto, pero, ¿tanto como para tomarnos a Sam y a mí como mellizas? ¿En serio, papá? Reí descaradamente pero Sam no rió. Yo era la única que se estaba riendo.

-Papá, Sam es morena y yo soy rubia, ella tiene los ojos azules claro y yo azules oscuros. No nos parecemos en nada, además de que ella es más mayor que yo.

Miré a Sam, ella me observaba fijamente, suspiró y negó con la cabeza con la mirada apagada.

-No, Esther. -Continuó mi padre.

Creo que Samantha ya sabía lo que estaba pasando.

Empecé a pensar. ¿A qué se refería mi padre? No entendía nada. Mi cabeza trabajaba sin descansar dando vueltas hasta que me cansé.

Y, finalmente, las palabras que salieron de la boca de mi padre, me paralizaron el cuerpo completamente.

-Tienes una hermana melliza llamada Madison. Está en el hospital, en coma.

Mi cabeza no acababa de procesar toda la información. Era poca, pero para mí eran como mil tochos de diccionarios que se me caían a la cabeza, dañando cada parte de mi cuerpo.

¿Una hermana melliza? Ya no hacen falta palabras para expresar lo que siento.

Miré a mi padre desconcertada y luego a Sam con unas lágrimas en los ojos. Mis ojos deberían estar claros como el cielo.

Una lágrima se escapó de mi ojo derecho y fue a parar a mis labios notando un sabor salado.

Me levanté de la silla dando un golpe a la mesa y me fui por la puerta hacia el jardín. No quería meterme otra vez en líos, pero tampoco quería que mi familia me viera llorar. Ni tampoco quería ir a la cárcel por matar a mi padre.

Yo tenía una hermana melliza. Y mis padres me lo habían estado ocultando durante 15 años. Toda mi vida. Había sido engañada, igual que mi hermana. Había sido traicionada cuando yo confiaba plenamente en mis padres. En que cometieron un error, pero ya no lo volverían a hacer.

Corría tanto que me tropecé con una piedra del jardín y me caí al suelo aguantando mi cuerpo con las dos manos.

Por mi mala suerte, Sam había corrido detrás de mí hasta alcanzarme y agacharse a mi lado, haciéndome compañía.

Ella era la única que me entendía en estos momentos.

-¿Estás bien? -Preguntó torpemente mientras se sentaba a mi lado rodeándome con sus brazos.

Para mi sorpresa, no dije que estaba bien. ¿Para qué ocultarlo? ¿Para qué fingir ser fuerte otra vez? Ahora ya nada tenía sentido.

-No, no estoy bien. ¿Cómo estarlo cuando la persona que más te importa te considera un cero a la izquierda? ¿Cómo estarlo cuando mis padres me han ocultado algo así durante 15 años? ¿Cómo sonreír cuando por dentro estoy gritando de dolor? ¿Por qué debería fingir que sí estoy bien? ¿Para no llamar la atención de los demás y "aprender a ser fuerte"? Yo no quiero eso. Yo no quiero fingir que soy fuerte por que no lo soy. Y no mentiré diciendo que soy la persona más feliz y afortunada por el simple hecho de vivir. Porque nadie lo es. Nadie es completamente feliz. Todos tenemos esos momentos en los que "NO ESTAMOS BIEN". Mi finalidad no es llamar la atención. En realidad, no tengo ninguna finalidad. Mas que expresar que tengo sentimientos, como cualquier humano que conoces.

Mi hermana me miró aturdida y sorprendida con los ojos bien abiertos.

Ella no dijo nada. Simplemente se quedó en silencio abrazándome como una hermana de verdad haría en esos momentos.

Juntas observamos la luna mientras llorábamos como niñas pequeñas.

Ahora comprendo lo que de verdad es importante. Cosas tan simples como ésta. Como ella, como Sam.

Cuento Hasta Tres ©Where stories live. Discover now