Capítulo 37: Solo por unos segundos más

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Samantha y yo habíamos deducido que Brittany y Noah estarían reunidos y decidimos ir a casa de Noah.

Mateo había cedido a llevarnos por que Sam se lo había rogado.

Y tampoco sabía donde vivía Noah, pero Brittany se dejó el móvil sin contraseña encima de su escritorio y Noah le había enviado un mensaje con su dirección.

Mateo aparcó delante de la casa de Noah.

-¡De nada! -Gritó Mateo cuando Sam y yo ya estábamos fuera del coche yendo disparadas hacia su casa.

Samantha me había adelantado y estaba a punto de picar al timbre cuando le di un golpe con mi mano haciendo que se llevara la mano a la muñeca mientras fruncía el ceño enfadada.

-No podemos picar.

-¿Y entonces como entramos, lista?

Pensé en todas las cosas de las que habíamos estado hablando Noah. Miré la cerradura de la puerta. Ni si quiera estaba cerrada. Puse mano en el pomo y la abrí.

-¿Así?

-¿Cómo...?

-Ahora no hay tiempo. Corre, busca su habitación. -Interrumpí a Sam y las dos nos dividimos por la casa en silencio.

La casa era vieja, con las paredes verde oscuro y el techo blanco. Miré cada habitación por la que pasé pero ninguna de ellas era la habitación de Noah.

Después de unos pasillos, me encontré una habitación con la puerta abierta. Me asomé y ahí estaba. O estaban.

Noah estaba pegado a la pared con Brittany encima de él apoyando las manos en cada uno de los lados de la cabeza de Noah. Sus rostros estaban a milímetros, un poco más y sus labios rozaban.

No me di cuenta de que Sam estaba a mi lado contemplando la escena, ni tampoco me di cuenta que Noah y Brittany se habían separado y me estaban mirando.

No podía estar allí. Me alejé de ellos dando pasos hacia atrás negando con la cabeza y de pronto empecé a correr hacia la calle. Lo único que recordé fue la voz de Noah gritando mi nombre.

El coche de Mateo seguía aparcado pero yo pasé de largo y él me vio. Me fui por unas calles solitarias corriendo más que antes dejando a los cuatro atrás.

No me lo podía creer. Noah... Debería haberlo visto venir. Soy tonta, retrasada, idiota, ciega... No debí haber confiado en Noah. Sus ojos engañaban, sus labios engañaban, él me engañaba.

Me senté en una de esas calles que daban miedo y empecé a jugar con mi móvil.

No dejé escapar ni una lágrima. Me daba igual ese capullo, yo no quería llorar por él. No se merecía mis lágrimas. E iba a intentar ser fuerte, por que en realidad no lo soy.

Miré el móvil. Tres llamadas perdidas de Noah y cinco mensajes de texto.

Novio sexy: Esther, no es lo que parece, por favor. Lo has mal interpretado.

Fui a contactos e hice un clic en "Eliminar".

Desconocido: Brittany y yo no somos nada.

Borré todos los mensajes y lo bloqueé.

Ahora sí que me había hecho daño. Más que cuando me tiró el balón de fútbol en la frente.

Lo vuelvo a odiar igual que antes. Pero ahora me arrepiento de haberme enamorado de él. No se puede odiar a una persona y a la vez quererla. Tengo que decidirme, y decido el odio.

Pasaron las horas y yo aún seguía tirada en el suelo. No había pasado nadie desde que yo me había tirado al suelo. Miré al cielo lleno de estrellas. Era lo único que me gustaba observar en este maldito día.

-¿Esther? -Escuché una voz a mi lado y en seguida me levanté retrocediendo cada vez que esa persona avanzaba un paso hacia mí. -Oh, dios mío. Te hemos estado buscando por todo el barrio. ¿Estás bien?

Noah seguía acercándose y yo cada vez alejándome más. Retrocedí tanto que acabé en la carretera.

-¡Esther! -Gritó Noah en cuanto vio que un camión se acercaba a mí.

Me quedé mirándolo, y una mano me estiró del brazo y me sacó de la carretera tan rápido que Noah y yo acabamos en el suelo.

Noah acabó boca arriba a mi lado y yo puse una mano en cada lado de la acera para no chocarme contra el suelo.

Noah... ¿Me acababa de salvar la vida?

-¿Por qué hiciste eso? -Pregunté una vez frené el golpe y lo miré a los ojos.

Noah suspiró como si fuera a responder pero algo o alguien no le dejó.

-Oh, dios mío. Lo he visto todo. ¿Estás bien, Esther? -Gritó mi hermana preocupada y vino corriendo hacia mí para ayudarme a levantar del suelo y me abrazó con mucha fuerza.

Le devolví el brazo extrañada y Sam empezó a dejar escapar gemidos.

-Sam. -Dije su nombre y me aparté de ella.

Sus ojos estaban rojos llenos de lágrimas. Se notaba que había estado llorando todo este rato. Me arrepiento de haberla hecho pasar por esto.

-Son las once de la noche. Papá y Vero no saben que te has perdido. Preferimos cubrirte en vez de preocuparlos. -Dijo Sam cambiando de tema secándose las lágrimas mirando hacia otro lado.

Me sonrió y en ese momento quise saber qué excusa se habrían inventado para saltarse esa cena tan importante que mi padre había planeado. Pero creo que eso ahora no importaba.

-Esther... -Susurró Brittany acercándose a mí y evité mirarla todo lo posible.

Cogí a Sam de la mano y empezamos a caminar.

Miré hacia atrás de reojo y vi a Noah y Brittany separados por unos buenos centímetros. Brittany con la cabeza gacha y Noah mirando la luna. ¿Ahora qué les pasaba? ¿Que por que estaba yo no podían besarse? Imbéciles.

Debería habérmelo esperado. Todos advertían sobre Brittany y yo no estaba equivocada cuando la odiaba.

Al final, volvimos todos a nuestras respectivas casas. Estuve pegada a Sam todo el camino. Noah se fue despidiéndose solo de Brittany. Por lo visto, mi hermana también estaba enfadada con él.

En cuanto llegamos a casa me estiré en mi cama y miré al techo.

Tenía que ser fuerte... Solo por unos segundos más.

Cuento Hasta Tres ©Where stories live. Discover now