Capítulo 30: Mi falsa madrastra

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*SAMANTHA'S POV*

Una hora antes...

-Maldita sea. Esto pesa un huevo. -Se quejó Mateo mientras levantaba mi maleta enorme y la subía por las escaleras hasta mi habitación.

Reí por lo bajo al ver los duros esfuerzos que hacía en subirla, pero al final pudo con ella.

-Flojucho. -Murmuré rodando los ojos. Bueno, tan flojo no era, por que yo no la podía ni levantar.

Le habíamos dicho a Esther que Mateo ahora mismo debería estar en Boston y yo llegando a casa, pero los dos ya estábamos de vuelta. Habíamos decidido darle una sorpresa a Essie, seguro que se alegraría de vernos.

Mi madrastra no llegaba a casa hasta el mediodía y mi padre estaba en la empresa, así que teníamos que esperar un buen rato.

Mateo y yo descargamos todo y lo pusimos en su sitio. Era muy pronto, supongo que mi hermana aún estaba en clase.

-¿Qué hacemos? Esther está en clase y me aburro. -Puse morritos indignada mientras me sentaba en el sofá con Mateo.

Él rió mientras encendía la televisión.

-No me haces caso... -Murmuré levantándome del sofá, pero él me lo impidió cogiéndome de la mano y estirándome para que me sentara con él de nuevo.

-A ti siempre. -Contestó sonriendo inclinándose hacia mí.

Mateo juntó nuestros labios mientras me rodeaba la cintura. Era incómoda la posición en la que estaba, pero me sentía a gusto con él, hasta que un sonido de la cocina empezó a sonar muchas veces seguidamente.

Me aparté de Mateo y me levanté del sofá para ir hacia el teléfono de la cocina. Escuché a Mateo refunfuñar por lo bajo.

-¿Sí? -Dije en cuanto descolgué el teléfono.

-¿Señora Lee Howard? -Se escuchó desde la otra línea. Esa voz era de hombre.

Tosi y gemí para que continuara aun que yo no fuera la persona con la que quería hablar quien quiera que fuese ese hombre.

Dirigí la mirada hacia Mateo que estaba confundido desde el sofá, luego se levantó y se dirigió hacia mí. Aparté la mirada de él poniendo atención en la voz masculina del teléfono

-Esther ha sido avisada cuatro veces en el instituto, a la próxima va expulsión. De momento tiene expulsión de un día. Tiene que venir a buscarla al instituto. -Anunció el hombre. Suponía que debía ser el director. Y Esther estaba metida en un buen lío.

-Ahora mismo voy. -Fingí con voz de mayor estar decepcionada como toda madre cuando expulsan a su hija.

Colgué el teléfono y miré a Mateo sonriendo avergonzada.

-Vuelve a ser mi hermana. La han expulsado un día.

*ESTHER'S POV*

-Oh, dios... -Dije nerviosa en la sala de espera mientras me intentaba arrancar los pelos de la cabeza.

Mi madrastra me echaría bronca, ¡pero mi padre me mataría!

Noah estaba a mi lado tranquilo apoyado en la pared mirando hacia el techo. Le miré detenidamente.

-¿No te preocupa? -Pregunté confusa hacia él y negó con la cabeza sin si quiera mirarme.

Lo que había pasado antes... Fue increíble. Nunca me había sentido más nerviosa en toda mi vida, y eso que yo nunca me pongo nerviosa con absolutamente nada. Excepto con Noah. Con él es diferente, él me hace sentir bien, me saca de quicio y me vuelve loca, todo a la vez.

Por eso ahora estábamos así de incómodos sin decirnos ni una palabra. Pero para mi sorpresa, él habló.

-Esther.

Me giré para mirarle y él seguía con la vista en el techo. Deseé que me mirase por un momento mientras me decía lo que me tenía que decir, y leyéndome la mente, me obedeció.

-¿Me odias?

Esa pregunta era difícil a estas alturas. Mientras le miraba fijamente guardando silencio pensaba en todo lo que él me había hecho, y todo lo que yo le había hecho. Todo el tiempo, desde que le conocí, no paré de odiarle ni un segundo de mi vida, pero ahora ya no sé si lo hacía.

Cada vez que me cruzaba con él no me daban ganas de insultarle, antes sí.

Cada vez que veía su cara de pervertido, no me daban ganas de pegarle un puñetazo y dejarle un moratón, antes sí.

Cada vez que él intentaba besarme... Yo no me apartaba, antes sí.

Me quedé pensando la respuesta a esa pregunta, pero no me dio tiempo a responder ya que alguien entró por la puerta.

Noah bajó la mirada desilusionado mientras suspiraba y yo miré hacia la puerta.

-¿Sa...? Digo... Hola, madrastra. -Dije cortando en cuanto vi a mi hermana Sam con una mini falta apretada y una chaqueta americana con una bufanda, gafas y un gorro que tapaba su cabello castaño. Me alivió un montón verla.

-Esther, te has portado muy mal. Quedas castigada todo un mes. -Gritó Sam... Ejem, mi madrastra, castigándome y fingiendo sentirse avergonzada de mí.

Luego me cogió del brazo de mala manera y se dirigió al coche negro aparcado delante del instituto. Por la ventanilla pude ver a un chico joven moreno. ¿Mateo...? ¿Como era posible? ¿No se suponía que él tendría que estar en Boston?

-Gracias por salvarme el culo, madrastra. -Susurré hacia Samantha remarcando la palabra "madrastra".

-Coche al sube. Digo... Sube al coche. Y calla. -Dijo mi hermana confundida mientras yo me reía disimuladamente. ¿En que estaría pensando esa cabecita...?

Abrí la puerta de atrás del coche de Mateo sentándome en el asiento de atrás mientras me abrochaba el cinturón.

-Hola, papá. -Dije hacia Mateo y él rió en mi dirección antes de arrancar el coche.

Samantha empezó a quitarse las gafas, el sombrero y la bufanda y los tiró en los otros asientos de atrás sin importar que yo estuviera ahí.

-Dios, parecía como si estuviera en una tumba. No podía respirar, ¡pensé que me iba a morir con ese horror de ropa! -Se quejó Sam sudando como un pollo intentando airearse bajando la ventana.

-Si mueres, mueres conmigo. ¿Entendido? -Intervino Mateo acercándose a mi hermana muy peligrosamente.

-Ugh. Cursis. -Me quejé y empecé a mirar por la ventana mientras ellos se reían por mi contestación.

-Cuando encuentres a alguien te volverás así. Es inevitable. -Dijo Mateo fijando la vista en la carretera mientras Sam sonreía como una idiota.

-Creo que ya la encontré... -Susurré para mi misma. Menos mal que no me escucharon.

Cuento Hasta Tres ©Where stories live. Discover now