Capítulo XXIII

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El pelinegro corrió el shoji encontrándose con su ahora esposo leyendo atentamente un pergamino,  se acercó con pasos suaves rodeándole por la espalda y depositó un silencioso beso en su espalda. El moreno esbozó una sonrisa y acarició unos de sus brazos.

— ¿Qué haces despierto tan temprano?

Kyungsoo hizo una mueca y se apartó poniéndose frente a él.

— Desperté y no estabas— Se quejó, vio la carta que ahora estaba sobre la mesa —. ¿Sucede algo? 

Jongin negó y apartó el papel restándole importancia.

 — Son mis padres, te mandan saludos.

Kyungsoo sonrió y le acarició el pecho con el índice mientras sonreía. Jongin aceptó la invitación y lo atrajo a su boca uniendo sus labios, introdujo su lengua en la calidez ajena, loco por llevarle a la cama y hacerle el amor hasta el cansancio. Kyungsoo se apartó un poco buscando aire, entrelazó sus manos feliz ante la idea de impacientarlo.

— ¿Cómo crees que se encuentre Wook?

Jongin le acomodó los cabellos y suspiró.

— Esperemos que se encuentre bien — Se arrepintió de haberlo dicho al ver como la expresión de su esposo cambiaba.

Quiso enmendar su error pero Kyungsoo negó.

— Yo no debí pedirle eso.

Jongin no dijo nada, se quedó callado acariciando sus hebras negras. Había sido difícil tomar aquella decisión, el sacrificar a alguien por la felicidad era un poco cruel y egoísta, pero estaba con Kyungsoo disfrutando de un tiempo juntos como siempre había soñado ¿Qué estaba mal?.

Pensó en la suerte del castaño, no quería pensar en la verdad si salía a la luz, Kyungsoo sería arrebatado de su lado y probablemente él y Ryeowook serían ejecutados. 

— No pensemos en eso por favor — Puso un dedo sobre sus labios

— De acuerdo — Sonrió débil.

Después de huir se habían establecido en una pequeña casa apretujada junto a otras al borde del reino de los Bang, se hicieron pasar por una pareja de mercaderes que buscaban nuevos horizontes, realmente no había sido fácil hacerlo gracias a que Kyungsoo había llevado unos objetos de valor encima.

Jongin trabajaba arreglando los jardines reales mientras que Kyungsoo impartía clases a los hijos de la aristocracia, eso era fácil para ambos. No vivían mal, pero no eran los lujos a los que Kyungsoo estaba acostumbrado,pero estaba bien. 

— Ven— Le instó a ponerse en pie —, hoy tenemos trabajo

Kyungsoo asintió con una sonrisa y se incorporó seguido de él. Era realmente feliz.

Un hombre observaba la pequeña casa desde afuera, sonrió al ver la silueta de Kyungsoo por unos cortos segundos a través de los cristales de la ventana.

— Te he encontrado. 


Ryeowook miraba  hacia atrás esperando no ser seguido por Taeyeon o algún soldado de su esposo, con prisa atravesó las puertas del palacio bajó la mirada sorprendida de los guardias quienes se limitaron a hacer una reverencia.

Ese día decidió vestir un hanbok un poco ordinario para poder pasar desapercibido, aunque no tuvo mucho éxito en ello. Se movió entre la soledad de bosque buscando el cuartel donde debía estar su tío, quería hablar con él y decirle todo lo que había ocurrido, pedirle perdón por huir y decirle que las cosas iban a estar bien. Aunque sabía que lo iba a sermonear todo lo posible.

i. El origen del amorWhere stories live. Discover now