Muro entre los dos.

5.1K 305 36
                                    

PDV de Luna

Eran las 6:00 pm cuando me decidí por fín a ir al Jam and Roller. Tenía que practicar para la nueva competencia, era super exigente y, aunque había muchisimo tiempo para practicar, quería estar lo más preparada posible. Pasé disimuladamente por la cafetería, donde se encontraba Matteo, para ir a los casilleros. Hablaba con Gastón y apenas entré notó mi presencia. Su amigo seguía hablándole y nosotros nos lanzabamos una mirada cómplice mientras pasaba. Necesitaba ver sus ojos aunque solo sea por un rato.

Llegué a los casilleros y me preparé. No me olvidaba los patines en los pies así que me salí a la pista. Ambar y Simón estaban ahí practicando, serían pareja de baile. Algunas veces me ponía a pensar de que mi amigo por fín haya encontrado alguien que lo merezca y realmente quiera estar con él. Me dí cuenta también de que jamás dejaría de verlo como mi mejor amigo, mi compañero. Ambar patinó hacia los barandales para sacar agua de su mochila mientras yo me dirijía a hablar con Simón.

- ¡Luna! - me lancé sobre él para abrazarlo.

- ¡Simón! Que bueno verte, están super padres los pasos que hicieron.

- La neta sí, tu prima es muy buena enseñándomelos. - llegó Ambar por detrás.

- Lunita, ¿alguna novedad de Matteo? - dijo regalándome una sonrisa. Yo ya había entrado en confianza con ella, le contaba todo. A veces salía a medianoche solo para subir las escaleras y hablar con ella. Peleábamos con almoadas, charlábamos, hacíamos travesuras, lo cual me hacía quererla como una hermana. Siempre fuí la hija única asi que tuve ese sentimiento de desear tener a alguien como hermana, supongo que así se siente tenerla.

- Ningúna - levanté las cejas e hice como que no me afectaba. - Pero estoy bien.

- Como digas.. - Ambar habló en un tono como sospechando de lo que decía. - Simón viene a cenar hoy, así que ahí hablamos tranquilos.

- ¡Perfecto! Los dejo ensayar. - me saludaron con la mano y patiné hacia el parque dejándome llevar por la brisa fría que se infiltraba por mi ropa haciéndome temblar. Pero me gustaba, bastante diría yo.

Algo me molestó en mis patines y paré para acomodarlos, sentándome en un banco. Levanté la vista para darme cuenta de quien me estaba observando. Genial. Increíble.

- ¿Qué haces aquí Paulina?

- ¿Qué haces aquí Paulina?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

- Nada, vengo siguiéndote. Ya sé que terminaste con Matteo, bien hecho.

- Pues conseguiste lo que tanto querías, ahora déjame. - decidida a irme, me levanté.

- No, no te vas nada. Ahora mismo quiero que me digas cómo conquistarlo. - reí sarcásticamente.

- Primero que todo, no me hables así. Segundo, Matteo jamás volverá contigo porque lo conozco y sé cómo es. Tercero, él cambió. Cuarto, ¿por qué yo debería decirte cómo conquistar a mi ex novio?. - enumeré todo con mis dedos y se notaba mi tono molesto al hablar. ¿Cómo se atreve? ¿Acaso no tenía ni un gramo de desencia? .

- Porque si no me dices, hago que Matteo se vaya de aquí y ahí si que nunca lo verás de nuevo. Así que dime. - amenazándome de nuevo quería lograr algo con todas sus fuerzas.

- No hay receta para el amor Paulina, no puedes combinar ingredientes y hacer un plato perfecto. No hay claves para conquistar a alguien, creí que eras lo suficientemente madura cómo para saberlo. - rodé mis ojos, no dudé ni un segundo en dejarla ahí plantada.

Llegué a mi casa completamente indignada. Después corrí a mi habitación para acostarme un rato, dormir una siesta de seguro me tranquilizaría. Todo se esfumó y comenzó un nuevo sueño. Estaba en una especie de habitación. Empecé a examinar la superficie de la pared con mi mano y apenas pude escuchar una voz al otro lado del muro.

- ¿Luna? ¿Estás ahí? - reconocí la voz desesperada de Matteo. Luego sentí cómo empezó a golpear el muro que nos separaba, generandome angustia que retumbó en mi pecho. Como concecuencia, empecé a golpearlo también y no había caso, no podía romperlo. Era casi imposible. Dándome por vencida, apoyé mi espalda contra la pared y bajé hasta sentarme en el piso. Puse mis codos en mis rodillas y mis manos sobre mi cara. Pronto sentí cómo los muros se cerraban ante mí y trataba de detenerlos. En el punto crítico del sueño, acabó y desperté agitada.

No habrá distancia que Cambie lo que siento por TiWhere stories live. Discover now