C7: Libros viejos

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Aída.

Llegue al pasillo M. Donde el chico me había dicho que se encontraban.

Hice aún lado a la gente, miraba a todos lados buscándolos, hasta que los ví.

Iker tomaba de los brazos a Anzel, y lo tenía arrinconado contra los casilleros.

Corrí hacia ellos.
Empujé al vampiro con fuerza y me puse al frente de mi amigo, protegiéndolo.

—Creo que se acabó la fiesta— murmuró Iker.

—ó apenas empezó— agregó Ian.

La campana había sonado, el receso había terminado, y los humanos de nuestro alrededor entraron a su salón.

Haría lo mismo, pero los dos chicos no se movían, se nos quedaron viendo.

—Anzel vamos a clases— le dije y lo tomé del brazo, pero Ian con velocidad de Vampiro se puso al frente de nosotros.

Entonces lo de Híbrido no es mentira.

—¿Tan rápido se van?— esté preguntó sonriente. Me causo temor. —La fiesta acaba de empezar..

—No Ian, aquí no hay ninguna fiesta..— le dije.

—Bueno sólo falta el alcohol, los globos y eso, pero la diversión está justo al frente mío— continúo, con su tono de psicópata.

—Okey, ¿Ahora que harás?

—¿Torturar al pequeño humano?— se cuestiono así mismo. — ó ¿Matar a la chica Vampiro?— miró a Iker.

—La primera me parece mejor— mi ex novio dijo sonriente.

Después de unos segundos mi temor había bajado, no los creía capaz.

—Iremos a clases— tomé del brazo a Anzel nuevamente, pero no dimos más de dos pasos al tener a los dos al frente nuestro.

—Tu ve a clases..— me señaló Ian —Pero tú amigo se queda— volteó a ver a Anzel.

¿Porque es tan odioso?

No Ian, eso no pasará, no le harán nada, ninguno de los dos..

El chico híbrido arqueó una ceja.

—Mejor hay que dejarlos— habló Iker, intentando tranquilizar las cosas.

Ian a velocidad de Vampiro me sujeto de los brazos y me arrinconó contra la pared.

Mi respiración se aceleraba, tenerlo tan cerca, poder verlo detenidamente.

—¿No me crees capaz?— susurró tan cercas de mi oreja que sus labios rozaron en ella.

No supe que responder.
Mi mente estaba en blanco, y el me ponía nerviosa.

—Ian hay que irnos— le pidió Iker, pero este solo soltó una leve sonrisa.

—Baja esos nervios linda— me susurró con una sonrisa en los labios.

¿Que haces Aída?
¿dejandote manipular?

Sin pensarlo más lo empujé hacia atrás.

Fuí a por Anzel, lo tomé de los brazos y con mi otra mano tapé su boca y nariz, corrí en velocidad Vampiro hacía el salón, y sí el no cogía aire o guardaba la respiración, este podía batallar, ya que va en una rapidez que los humanos no resisten.

En cuestión de segundos los habíamos dejado atrás, y llegamos al salón.

—Te amo Aída..— me agradecía Anzel.

Inmortales I: Prisionera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora