C11: Sólo Piénsalo

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Soraya.

Todos los alumnos habían logrado salir, y nosotros también lo íbamos hacer, sólo que yo debería ir por mi hermana, tal vez no en esté momento, debo de ser más inteligente para pensar un plan.

Iker e Ian se fueron del lugar en una de sus camionetas, mientras tanto Anzel estaba ahí, se suponía que mi hermana lo regresaría a su casa pero como no está, tendré que hacer ese papel.

—Deja de mirarme así y sube al auto— le dije de mal gusto a Anzel que estaba parado al frente del auto, inmóvil, con la mirada fija hacia mí.

Tomé las llaves y las metí en él carro.
A los segundos esté se subió en el asiento del copiloto.

—No sabes donde vivo— renegó el chico.

Rodé los ojos —Estoy siendo amable, así que cierra la boca— encendí el auto y arrancamos, para dirigirnos a mi casa.

—¿Dejaras sola a Aída?

Suspiré y no respondí.

—No entiendo como pueden ser tan egoísta, tan idiotas..— murmuraba esté.

Fruncí el entrecejo y detuve él auto repentinamente, provocando que Anzel casi se golpeará con él tablero de no haber sido por el cinturón.

—¡¿Que te pasa?!— exclamaba él chico.

—Dime lo que ahorita murmurabas— Había escuchado perfectamente, pero solamente quería ver si tenía el valor de repetirlo, más bien, de decírmelo en la cara.

—Que tú y los otros idiotas, no hacen nada, son unos malditos cobardes y egoístas.— me levanta la voz.

Su forma de expresarse, sus ojos, me mostraban lo que sentía, estaba asustado, y se sentía inútil, quería defender a Aída, pero él no podía, es un humano.

—No me vuelvas a levantar la voz.— le advertí mostrándole mis colmillos — Sí tanto quieres salvarla, corre, que te hagan pedazos.

Él bajó la mirada y pasaba sus manos por la cabeza frustrado. Él no sabía qué hacer.

—Mira, no se que hacer, Aída es todo para mí, es como mi hermana. No tengo la suerte de tener tus habilidades, porque soy un simple humano, pero eso no significa que no pueda hacer nada.— limpió algunas lágrimas que caían y se desabrochaba el cinturón.

—Ire a la escuela— me dijo y a la vez bajaba del coche.

—¡Anzel no seas ridículo, sube al carro!— le gritaba desde adentro.

Al no obtener respuesta y sólo escuchar sus pasos alejarse, opté por bajarme del auto e ir por él.

Rodeé él coche y lo ví caminar a dirección de la escuela mientras podía escuchar como sollozaba.

—¡Anzel!— le grite esperando a que este se detuviera —¡La salvaremos!

Él enseguida dejo de caminar para darse la vuelta y verme a los ojos.

—dejame pensar un plan.. — le decía.

—¿Tu sola?— me preguntaba inseguro.

—No se, le pediré ayuda a los chicos..

A Anzel levemente se le había creado una sonrisa en el rostro y se le formaron unas arrugas en los rabillos de los ojos.

¿Por que hago esto?

—Subamos al auto— le pedí y eso hicimos.

Nuevamente estábamos camino a mi casa.

—¿Que tienes planeado?— preguntaba él humano con intriga.

Inmortales I: Prisionera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora