31: Especulaciones

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Aída Pierce.

Se escuchaba dispuesta, su rostro se veía sonriente, pero siendo ella todo puedo cambiar.

—Si sabes que ambos llevarían el apellido, tanto ella como el bebe. — le recuerda a su hijo.

—Ambos estamos dispuestos.— le hace saber Raymon.

—Tambien sabes que no se pueden casar ¿Verdad?

Asentí junto a mi pareja. Esa era una de muchas de las tradiciones de esta dinastía, dicen que no se necesita un anillo o una boda para comprometer el amor que se tienen mutuamente.

—Ahora la pregunta es para tí— me mirá fijamente, —¿Quieres ser parte de está familia?

Realmente quiero estar con Raymon, pero ellos son distintos, tienen costumbres y reglas en las que no estoy de acuerdo.

Ellos no tienen bodas como cualquier humano, se tiene un compromiso con toda la familia.

—Tendrías que apoyarnos incondicionalmente.— agrega.

—¿Que intentas?— Glenn le pregunta a su madre, —¿Que se arrepienta? Es obvio que no todos quieren estar en está familia.

La reina sonríe como si eso fuera justo lo que quería. La mujer Adamson acomoda un poco su vestido negro y luego regresa su mirada hacia mí.

Miró a Raymon y el sólo tenía la mirada baja, mientras que movía impaciente su pie.

—Nuestras guerras serán tuyas..— agrega provocativa.

—Al diablo con esto— Raymon me toma del brazo, pero enseguida yo me detengo.

—Acepto.— dije.

Los ojos de la reina se plasmaron en grande, su boca le hizo compañía, pero sin más, frunció el entrecejo. Mientras que a Raymon se le formo una hermosa sonrisa de oreja a oreja.

—¿Que carajos?— murmuró la Reina.

—Oh sí, esto es bueno— dice desde atrás Glenn.

Sonreí y le lancé una mirada fija a la reina, sin temor alguno.

—Si esa es tu decisión, creó que lo demás se responde por sí solo.

—Entonces sí..— dice Raymon.

—Entonces si podrán tener hijos.— completa la Reina Vampiro. —Pero querida..— me voltea a ver, —esto no te convertirá en Princesa.

—No se preocupe, nunca quise serlo.

Alyza Adamson me hizo un gesto de mal gusto.

—Siganme, hay que ir a mi oficina para hacer esto posible.

Raymon tomó mi mano, y ambos teníamos una sonrisa que nadie nos podía arrebatar. Glenn nos acompañó. Salimos de la pequeña habitación en la que nos encontrábamos, y las miradas se fijaron en nosotros.

Inmediatamente diez vampiros escoltaron a la reina hasta llegar a la oficina de está. Era grande, había de todo un poco, moderno pero a la vez antiguo, una combinación extraña pero dulce. En las paredes había una enorme retrato de la Reina junto a Raymon, Glenn, y otros dos que se veían un poco mayores que a los hermanos.

—¿Son tus primos?— le pregunté en voz baja, por alguna razón sentía que no debía hablar alto.

—No, eran mis hermanos.— responde seco.

—¿Eran?

—Hace mucho te dije.., solo recuerda.

Fruncí el entrecejo, pero poco después había recordado. Al principio nunca le tomé importancia por lo cruel que era Raymon conmigo, era el tipo rudo que solo intentaba divertirse y joder la vida de alguien más. Pero una vez, me cuestioné porque estábamos en conflicto, siempre comentaban "Ay, es Pierce" con un tono de arrogancia, a lo que ellos contestaron que mi familia hace tiempo había matado a sus dos hermanos. Nunca le dije que lo sentía ya que en ese momento realmente lo odiaba.

Inmortales I: Prisionera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora