Caótica lucha

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Spice!
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Tengo el control de la lujuria
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...

— ¿Te gusta alguien, Len?

Aquella pregunta se escapó de mis labios sin que pudiera evitarlo. Él se detuvo y esbozó una sonrisa cuando se volteó. Su mirada traspasó mi alma. Una parte de mí temía su respuesta, deseaba que dijera que no.

— Sí, me gusta una chica. —Pero aquellas cinco palabras se habían marcado con fuego en mi mente.

Apreté los puños y sentí una marea de sentimientos contradictorios que punzaban mi pecho. Sin mirarle, subí a mi habitación, pasando por su lado y llevando conmigo su aroma tan peculiar. ¿Por qué me duele?, me pregunté tras cerrar con fuerza la puerta y lanzarme sobre mi cama, bocabajo. Me tengo que alegrar, si a Len le gusta alguien, tendrá que cambiar, ¿no?, intenté motivarme, pero en vano. Claro que cambiaría, pero nada me garantizaba que a bien. Podría ser que le gustara Neru y mantener una relación abierta o que le gustara otra chica y que ésta se lleve a Len lejos de mí.

Me volteé y sequé mis mejillas con la mano, frunciendo el ceño y sorbiendo por la nariz. Maldita sea, ¿por qué estoy llorando? Me senté sobre la cama y resoplé antes de cambiarme de ropa. Solo quería esconderme bajo mis sábanas, cerrar los ojos y no despertar en años. Puto Len, te odio. Me cambié la ropa por una camisa ancha de manga corta y unos leggings. Sin embargo, cuando estaba a punto de sumergirme en mi cama, un golpe a mi puerta y la voz de Len detuvo tanto mis piernas como mi corazón.

— Rin, ¿estás dormida? ¿Tienes hambre? Te he preparado yakitori, las brochetas de pollo que tanto te gustan. —Miré la puerta, confundida. ¿Cómo se acordaba que el yakitori era mi plato favorito? ¿Por qué se había molestado en prepararlo? Miré mi mano; temblaba. ¿Qué significaba realmente Len para mí? Mis ojos se cristalizaron—. ¡Sé que estás despierta! Vamos Rin, al menos hazme una señal de que tienes hambre. —¿Qué mierda hacía Len para que me sintiera tan confundida y perdida? Fruncí el ceño, cogí mi almohada y sin pensármelo dos veces, los estampé contra mi puerta.

— ¡Lárgate! —Te estás convirtiendo en mi perdición, Len.

Escuché cómo se alejaba de la puerta y poco después, me acerqué a ella para abrirla con cuidado. En el suelo, estaba una bandeja con las brochetas. ¿Qué mierda sentía?

...

Abrí mis ojos con pesar. Otra vez el mismo sueño. Resoplé y froté mis ojos, levemente hinchados por la llorera de ayer. Me senté sobre mi cama, sintiendo mi cuerpo cansado. Miré la hora en mi móvil: las seis y media de la mañana. Suspiré de nuevo, frotando mi rostro. Era la tercera vez que me despertaba en esa noche, sin embargo, aquella vez no fue por insomnio, sino por un sueño raro, en donde solo recordaba caer por un túnel oscuro hasta golpearme contra un suelo frío.

Miré al suelo, junto a mi mesita, y vi varios platos y vasos que Len me había dejado en la puerta durante todo el día de ayer. No salí de mi habitación para nada, me quedé bajo mis sábanas, perdiéndome entre mi caótica mente. ¿Por qué insistía? Antes parecía que a él se la sudara que me encontrara mal, pero ahora, incluso me traía la comida a mi habitación y tocaba antes de dejarla en el suelo y largarse.

Suspiré y me levanté sin muchas ganas hacia el baño donde me aseé y tras terminar, cogí la bandeja con los platos y vasos antes de salir con sigilo de mi habitación, sabiendo que era prácticamente imposible que Len se levantara a estas horas un domingo. Bajé las escaleras y me adentré a la cocina, donde dejé la bandeja.

Sin embargo, me detuve junto a la puerta que daba al jardín cuando oí la voz de Len. ¿Qué hace él despierto a estas horas? Asomé mi rostro con cuidado y ahí estaba, sentado en el banco bajo el porche. Estaba de perfil, con sus codos apoyados en sus muslos. Una mano sostenía su móvil en su oreja y otra... un puto cigarro. Fruncí el ceño, viendo como se lo llevaba a la boca y le daba una larga calada antes de soltar el espeso humo. Solo fuma en fiestas, Rin, no te preocupes. Rodé los ojos, mentira.

SPICE! | RiLenWhere stories live. Discover now