Epílogo

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Spice!
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Lo nuestro será sempiterno, funcione o no, porque pudiste llegar a mi alma como ninguna otra persona.

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Nos hemos comido la cabeza, hemos pasado penurias, tratando de saber desde cuándo comenzó el amor que nació con esa persona especial y cuándo acabará. Tememos por ese día y andamos siempre con pies de plomo sin gozar de cada segundo. Vivimos atormentados por un pasado y aterrados por un futuro, condicionándonos a estar en un presente truncado. ¿Qué más dará lo que depare el futuro? ¿Por qué planear todo tan milimétricamente y no dejarse llevar por lo que de verdad se quiere? Hemos estado tan inmersos en ello que siempre olvidamos que nuestra vida es tan frágil como el cristal.

— ¡Más rápido, Dylan! —Rio Rinto, observando a la joven de largo y sedoso cabello blanquecino agitar sus brazos y piernas en el aire, gritando a los cuatro vientos (literalmente) lo estúpido que era el rubio entre súplicas para que la bajara de ahí.

El yate aceleró en velocidad e Ia subió más de altitud bajo su paracaídas, lo que ocasionó que sus gritos se intensificaran.

— ¡JURO QUE TE MATARÉ, RINTO! ¡BÁJAME YA!

— ¡Feliz segundo año de novios, cariño! —Volvió a reír antes de enviarle un beso, lo que la joven respondió enseñándole el dedo índice desde las alturas.

Otros, en cambio, por lo que sí se lamentaban era por haber sido tan estúpidos como para dejarse manipular por otros. Crear una faceta totalmente distinta para agradar, aunque te duele, aunque sepas que te va a dañar y mientas a todo aquél que te rodea. Dejarse moldear al gusto del manipulador, ser la hija, amiga, familia, mujer perfecta, por ignorar todo lo que sientes con la excusa de que así les harás sentir orgullosos. Y todo con la tormentadora consecuncia de perder a quién de verdad amas, por esa persona que te hizo despertar del trance y creó en ti ese tornado de emociones insólitos. Esa chica que te quiso como eras.

— Mira que eres bonita, Miku. —Anon soltó una suave carcajada,  abrazándola por detrás para luego apretar sus sonrojadas mejillas.

— Eeeh, que esho duele... —Se quejó Miku con sus labios en morros aunque sonreía mientras sentía su corazón con esa calidez y paz inmesurable.

Luka miraba la escena con una opresión dentro de ella y sintiendo rabia; rabia por su cobardía de luchar por quien amaba y rabia por haberla dañado tanto con sus estúpidos actos incoherentes. No se la merecía, prefería verla feliz en brazos de Anon.

O en eso quería convencerse mientras apretaba los puños, mordiéndose el labio inferior. Deseaba con tanta fuerza estar en la piel de Anon... Demonios, lo deseaba, necesitaba y quería. Por ello, comenzaría de cero, se ganaría poco a poco la confianza de Miku y aquella vez, se juró, que no volvería a meter la pata nunca más

Y, precisamente, de los errores y experiencias se aprendían los secretos más valiosos de la vida. Alejarte de la persona que querías era el error más cliché, pero también una de las meteduras de pata más sensatas. Aprendes con ello a apreciar a quienes amas, a darte cuenta de la importancia que tienen para ti y sentir esa inquietud y nervios cada vez que se acercaba la hora de verse tras las pantallas, por no hablar de la emoción desbordante que se sentía cuando llegaba la fecha para verse cara a cara.

Acaparando algunas miradas coquetas que ignoraba, un muchacho de no más de veintitrés añs, de cabello corto y dorado, cuyo flequillo era recogido por una graciosa coleta, permanecía de pie frente a la salida de los pasajeros del vuelo con procedencia de Tokio, notándose ansioso pero con una tierna sonrisa mientras observaba esos últimos mensajes que recibió.

SPICE! | RiLenWhere stories live. Discover now