II. C A P Í T U L O E X T R A

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Spice!

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Me gusta mirarte hacia arriba, así como se mira la luna y las estrellas
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Cogí mi móvil cuando lo sentí vibrar, usando mi huella dactilar para desbloquearlo y entrar a la aplicación de mensajería. Esbocé una tierna sonrisa cuando vi los mensajes de aquel chat, apresurándome en descargar las dos imágenes que me habían llegado.

En la primera, el paisaje era impresionante, con un cielo claro y algo nublado, rocosas e inmensas montañas que decoraban el fondo se reflejaban en las aguas limpias y cristalinas que chocaban con el relieve de una superficie verde y fresca. Sobre una de las rocas que rompían con la simetría del agua al estar rodeada de ella, estaba apoyada con un solo pie mi pequeña Rin, sonriendo de oreja a oreja, alzando la otra pierna y estirando sus brazos para mantener el equilibrio. Estaba bien abrigada para soportar el frío de Noruega, con un gorro de lana que le regalé amarillo, una chaqueta gruesa de color verde y unas botas militares negras. Y en primer plano, en una esquina, estaba el rostro del bobo de Len, con el mismo gorro que ella, sacando la lengua burlón.

Reí, arrugando mi nariz enternecida y a la vez, aliviada al ver que estaban perfectamente.

— ¿Qué es lo que te ha hecho sacar esa linda risa que tienes?

Volteé entonces mi mirada hacia el baño, ampliando mi sonrisa al ver a Galaco salir de ahí, acercándose a paso tranquilo mientras se secaba el cabello. Se había puesto una de mis camisas viejas, llegándole apenas a cubrirle su cintura, dejando ver algo de esas bonitas bragas rojas.

Tomó asiento a mi lado en la cama, mirándome con esos ojos que desde la primera vez que los vi, me habían hecho creer que al magia existía.

— Mis mocosos. —Respondí, alargando mi sonrisa antes de mostrarles las imágenes que Len me envió.

— Ow... —Galaco juntó sus cejas, esbozando una tierna sonrisa mientras ampliaba la imagen para enfocar mejor a Rin—. Qué tiernos se ven juntos. —Canturreó, volviendo sus ojos hacia mí cuando me devolvió el móvil—. ¿Siguen en Noruega?

— Sí, en las Islas Lofonosequé —a pesar de que Rin me lo había dicho centenares de veces, no hubo manera de que pudiera aprenderme el nombre—, uno de los mejores sitios para mirar las auroras boreales. Pero los dos volverán dentro de cuatro días, así que ya pueden aprovechar el poco tiempo que le quedan.

Galaco soltó una pequeña risa, de esas que son suaves como la caricia de una pluma.

— Tienes ganas, ¿cierto?

Enternecí mi sonrisa, asintiendo.

— Muchas. A Len no le veo desde hace más de dos meses y a Rin, desde hace casi dos semanas. Pero siento que han pasado años y les echo de menos... —Confesé en alto, sin sentirme avergonzada como de costumbre.

Con Galaco me sentía tan cómoda, tenía la sensación de poder hablar con ella de todo; desde las moléculas que poseen las hormigas en sus diminutos cerebros hasta las teóricas científicas acerca de la vía láctea. Era increíble esa dulce sensación que ella emitía, algo así como dos cálidos brazos que estaban abiertos para ti en cualquier momento.

— Es normal, Li. —Ella sonríe con amor, posando su mano sobre la mía, entrelazando nuestros dedos—. Estar tanto tiempo lejos de tu familia es duro, sientes que falta algo dentro de ti, por más pequeño que sea.

Terminé por contagiarme de su sonrisa, asintiendo antes de inclinarme sobre ella y frotar suavemente mi nariz con la suya, arrancándole una pequeña risa.

SPICE! | RiLenWhere stories live. Discover now