Tormento

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Spice!
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El grito silencioso de un alma perdido entre una mente caótica
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— Creo que el problema que tienes es que te dejas controlar por los nervios y tiendes a tensarte. —Comentó Kamui-sensei, leyendo la partitura que había cogido anteriormente ante la mirada profunda de mi hermana—. La letra y la melodía es inmejorable, Rin. —Me mordí la lengua al oírle pronunciar el nombre de mi hermana con tanta familiaridad; y lo peor es que Rin ni siquiera se sorprendió, de hecho, sonrió también.

— ¿Y qué me aconseja hacer?

— Obviamente, relajarte. —Amplió su sonrisa, devolviendo las partituras a su sitio antes de acercarse a mi hermana y colocarse tras ella. Arrugué mi frente, pero cuando le vi colocar ambas manos en sus hombros, abrí mis ojos como platos y tuve que ejercer una fuerza mental espectacular para no abrir la puerta completamente y lanzarme hacia él. Las palabras de Akaito enseguida volvieron a mí: Todos están tras ella, incluso he visto a un profesor tratarla con un cariño especial. ¿Acaso se refería a Kamui-sensei? Rin se sobresaltó un poco, pero no dijo nada; amplió su sonrisa y alzó su vista hacia él—. Eres una grandiosa pianista, has nacido para tocar, Rin. —Sus manos acariciaban los hombros de mi melliza.

— ¿Usted cree?

— Claro, pequeña. No por nada soy licenciado en artes musicales. —Aquellas simples palabras sacaron una pequeña carcajada a mi hermana, quién parecía relajarse entre sus brazos.

No pude aguantar más y me alejé de esa escena con una sensación de repudio y dolor. La sirena ya había tocado, pero sudé de ella. Mis uñas se clavaban fuertemente en las palmas de mis manos y podía notar mi sangre hervir; necesitaba descargar toda la ira que se había convertido ese dolor. Abrí la puerta de los servicios con rabia antes de acercarme a la pila de los lavabos y apoyarme sobre ella. El corazón me iba a mil y jadeaba, con el alma encendida de rabia. ¿Quién coño se creía ese imbécil para tocar de aquella manera a Rin? ¡Era su alumna! Mejor estar con un hombre de 36 años que con tu hermano, ¿no? Golpeé la pared con mi puño, sin apenas dolor; claro, nada era equiparabre con el que sentía dentro. Es cierto, yo soy su hermano, su maldito hermano. Otro golpe. Ella merece ser feliz con alguien que no sea yo. Dos golpes más. Pero la quiero, la quiero muchísimo. Cuatro más. ¿Por qué lo nuestro no puede ser? ¿Desde cuándo amar se ha vuelto un pecado? Paré cuando vi pequeñas manchas rojas en la lisa pared y bajé mi mirada cristalizada a mis nudillos; sangraban.

Me encontraba perdido, sin saber qué hacer. Nos habíamos entregado el uno al otro el día de ayer pero ella prefería olvidarlo por el momento. Sin embargo yo no podía. ¿Cómo olvidar lo que ya consideraba la mejor mañana de mi vida? La tuve bajo mi cuerpo, recorrí cada tramo de sus curvas, guardé en el recuerdo sus suspiros y gemidos con mi nombre entre ellos. No recordé estar más feliz. Por un momento sentí que me correspondía, que ya podía dejar, poco a poco, de buscar a chicas que pudieran satisfacer mis deseos más activos e imaginármela. Pero aquellas simples palabras "necesito pensármelo" pincharon aquella burbuja de felicidad en la que me había visto envuelto.

Lo único que podía hacer era esperar y rezar; rezar porque Rin siguiera su corazón y no la estúpida moral de la sociedad que únicamente te alejaba de lo que verdaderamente podía hacerte feliz.

— Estar enamorado es una mierda. —Murmuré con la voz rota.

...

— Rin, tardas mucho. —Se quejó Len, apoyado sobre las taquillas mientras yo buscaba mi carpeta de partituras. El timbre ya había tocado y la gran mayoría de estudiantes había salido de vuelta a sus casas, dejando el instituto casi vacío.

SPICE! | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora