Pasada tempestad

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Hey, mis babyyys, ¡me gustaría que leyérais las notas de autora porque tengo algo importante que pediros!

Spice!
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Romper juramentos para proteger almas, ¿egoísmo o heroísmo?
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Len rodeó con sus pequeños brazos a su hermana, quien temblaba entre sus piernas, y apoyó su mentón en su cabeza con suavidad. Los gritos de sus padres no hacían más que intensificarse, provocando la preocupación y el miedo en ambos gemelos de ocho años. Rin agarró con fuerza la camisa de su hermano, buscando protección y él la abrazó con más fuerza.

No dijeron nada, solo se mantuvieron juntos, buscando la calidez de ambos en aquél ambiente tan frío. Las discusiones de sus padres se estaban volviendo más frecuentes hasta tal punto de que la convivencia se volvía imposible y todo aquello venía por un tema en concreto: la adicción de su padre. Leonard Kagamine había caído en un círculo vicioso de alcohol, drogas y prostitutas. Se gastaba gran parte de la mensualidad de ambos en sus vicios, olvidándose por completo del cuidado de sus mellizos y su mujer, cuya paciencia se había agotado y ahora liberaba toda la rabia que había estado tragándose. Ann Sweet no podía más, estaba cansada de trabajar y ver que su dinero no iba destinado a sus hijos ni a ella, sino a las estúpidas adicciones de su marido; se cansó de estar en boca de todo el pueblo, de ser la cornuda. Deseaba poner punto final a aquella relación tras ser testigo de cómo el hombre que amó se transformó en una bestia impacible.

— Len... —Susurró su hermana tras dejar de oír los gritos de sus padres—. ¿Crees que mamá y papá dejarán de pelear algún día?

— Seguro que lo harán pronto, Rin. —Intentó convencer a su hermana y a sí mismo.

Rin alzó sus ojos, observando el rostro de su hermano. Él era el único que compartía su mismo dolor y temor cuando cruzaban el umbral de la puerta, preparándose para enfrentar un día protagonizado por discusiones y sollozos; quien cogía su mano con firmeza y la llevaba a la habitación que compartían para cantar y tocar el piano con el propósito de mejorar su estado de ánimo y disfrutar de sus risas; quien la defendería con su vida, al igual que ella. No quería perderle, la simple idea de que él se alejara de ella le entristecía el alma. Se negaba a que la historia de sus padres se repitiera con ambos.

— Júrame que jamás nos separaremos, que nunca seremos mamá y papá. —Alzó su mequiñe, esperando a que su hermano la imitara.

Len sonrió con calidez, aunque durante unos instantes creyó innecesario ese juramento, pero acabó por entrelazar sus meñiques. Permanecería con Rin siempre.

— Te lo juro, Rinny. —Besó si sien, sacando una sonrisa a su hermana, quien se sintió aliviada y feliz.

Sin embargo, aquella felicidad llegó a su fin. Su tia Lily había decidido ser la tutora de sus dos amados sobrinos después de que su hermana Ann acudiera a ella con desesperación. Había huido después de que su marido le hubiera abofeteado completamente borracho y necesitaba mantener a salvo a sus dos pequeños mientras ella se reconstruía y alejaba a Leonard de sus vidas. Lily cargó con toda la responsabilidad que conllevaba, compaginando su trabajo de neuróloga en el centro hospitalario con la educación y el amor a sus dos pequeños ángeles. Afortunadamente, aquella jugada le salió redonda y pudo criar a Len y Rin como sus hijos. Aunque tuvo que estar presente en una de las fases más duras: la delicada y rebelde adolescencia que se hizo presente a los doce años y fue aumentando de intensidad a medida que los años pasaban.

A Lily le tocaba guardia en el hospital por lo que tuvo que dejar a sus dos sobrinos solos aquella noche, pensando que Rin y Len, con sus quince años cumplidos, ya estarían en la cama, soñando con naranjas y bananas. Un pensamiento inocente que no correspondía a la realidad. Eran las dos de la madrugada y el joven Kagamine volvía de la fiesta que habían organizado los de último año ya la cual no podía faltar él. Corría en aquella tregua que había dado la tormenta, sorteando los charcos que se habían formado y llevando consigo aquella fragancia tan peculiar.

SPICE! | RiLenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora