Lily

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Spice!
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Siempre pusieron al dragón de malo sin conocer su verdadera historia
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...

Fruncí el ceño cuando leí el mensaje y, tomando una profunda calada para calmar mis nervios, respondí con una simple palabra antes de bloquear mi móvil y guardarlo en el bolsillo trasero de mis vaqueros.

Recorrí el pasillo hacia la habitación de Len para abrir la puerta sin tocar.

— Len, voy a sal... —Pero callé cuando vi el panorama envuelto en ese sutil silencio.

Rin, con sus brazos cruzados sobre la baja mesa, apoyaba en éstos su cabeza. Len, en cambio, estaba recostado sobre el suelo, con un libro de química cubriendo su rostro. Ambos profundamente dormidos.

Mentiría si no dijera que me alivié al no encontrarme otra escenita más subida de tono.

Sonreí con ternura, sintiendo toda mi molestia evaporarse.

— Luego se quejarán por el dolor de cuello y espalda...

Rebusqué con cuidado en el armario de Len, extrayendo dos finas mantas para luego cubrir sus cuerpos con ellas. Al llegar a Len, retiré también el libro y sus gafas con sigilo, encontrándome con su cansado rostro sumido en un profundo sueño. En esa semana ambos se habían volcado en sus exámenes finales, estudiando incluso durante las noches hasta que yo volvía de mi turno y les obligaba a dormir a base de gritos y chanclazos.

Recogí su flequillo a un lado, acariciándolo con suavidad. Los dos habían crecido mucho, demasiado, y a veces sentía que me había perdido parte de su adolescencia, que no pude ayudarles tanto como me hubiera gustado. Quizás, si lo hubiera hecho, ahora no estarían soportando tanta carga.

Suspiré y me alcé, volteándome para salir de su habitación con sigilo y cerrar la puerta con cuidado. En ese momento, mi móvil vibró y volví a arrugar mi frente, extrayéndolo para averiguar la respuesta a mi último mensaje.

Ø

— Lamento mucho el retraso, Lily.

Cuando escuché esa voz, levanté los ojos de la tarta de queso que degustaba y miré con dureza a la alta y delgada mujer que acababa de llegar, con varios mechones de su cabello rubio sobresaliendo de esa coleta mal atada. Tragué el bocado y ella tomó asiento en la silla frente a mí, dejando en el suelo su bolso color crema bajo su chaqueta vaquera. Pronto, el camarero llegó a nuestra mesa y le preguntó qué deseaba tomar. Eligió con una falsa sonrisa un vaso de cerveza fría y cuando el camarero se alejó, empezó a examinar el lugar con su mirada.

— ¿No pudiste haber elegido otro sitio? Aquí hay demasiada gen...

— Estamos en la mesa más lejana, no oirán nada y dudo que les interese. —La corté y sus ojerosos ojos se posaron sobre mí por primera vez—. ¿Por qué diablos has vuelto, Ann?

Mi pregunta pareció ofenderla porque enseguida arrugó su frente.

— Ya lo sabes. He pedido vernos para hablar de mis hijos. —Odié oír esas últimas palabras mas tuve que morderme la lengua para no montar un teatro en la cafetería—. ¿Qué puñetas es eso de que Len se va a ir a Londres?

— ¿Cómo te has enterado?

— Eso no importa. Quiero saber por qué diablos lo vas a mandar tan lejos.

Sonreí con frialdad, acomodándome en mi asiento.

— ¿Ahora quieres saber sobre ellos? Vaya, qué de vueltas da la vida.

SPICE! | RiLenWhere stories live. Discover now