¿Homofobia?

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Spice!
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Las apariencias engañan y las mentes son fácilmente manipulables.
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......

— ¿Este viernes? —Preguntó Len, frunciendo levemente el ceño. Miré a tía Lily quién asintió con la cabeza, sentada a mi lado.

Nos habíamos reunido en el salón donde tía Lily nos relató sus anécdotas en Osaka y también nos había hablado más de la tal Galaco. Era madre soltera, tenía una hija de nuestra edad y vivían a menos de una hora de distancia. A tía Lily se le iluminaba el rostro cada vez que hablaba sobre ella y yo no podía evitar mirarla con ternura, feliz de que ella hubiera encontrado el amor. Me moría por conocer a la mujer que lograba aquella reacción en mi tía y me pareció buena idea que la invitara a cenar a casa.

— Tenéis que estar los dos. —Nos señaló aunque mi hermano no parecía contento con la idea.

— Pero tengo una fiesta ese día, tía Lily. —Se quejó, poniendo una mueca de fastidio—. De hecho, esta tarde noche iba a comprar con Mikuo.

— Te puedes quedar y luego ir. —Propuso, cruzándose de brazos mientras dibujaba una sonrisa torcida.

— ¿De verdad? —Len arqueó una ceja, tan confundido como yo tras ver cómo nuestra tía había cedido tan rápido.

Si esto lo había logrado Galaco, que sepa que crearé un monumento en su honor.

— Te quedas hasta el postre que tú harás. —Alargó su sonrisa. Los ojos de tía Lily y Len se enfrentaron durante unos instantes, debatiendo en silencio. Yo me quedé al margen, contemplando ambos bandos como si de un torneo de pin pon se tratara.

— Trato hecho. —Cedió mi hermano, esbozando una pequeña sonrisa.

— ¿Tú irás también a esa fiesta, Rinny? —Me preguntó ella, volteándose para mirarme con una bonita sonrisa.

— Si me invitan puede que vaya. —Sonreí levemente, recogiendo varios mechones tras mi oreja. Sin embargo, con ese gesto tan típico de mí, metí un poquito la pata.

— Uy, ¿y esas marcas en el cuello? —Se fijó tía Lily, inclinándose hacia mí. Oí el intento de Len de no reír y me sonrojé levemente, revolviendo mi cabello de nuevo para cubrirlos.

— No es nada, son mosquitos. —Sonreí nerviosa, desviando la mirada.

Pero me olvidé del pequeño detalle de que mi tía era neuróloga y conocía el cuerpo mejor que nadie.

— Eso es un chupetón, Rin, a mí no me engañas. —Sonrió con picardía, acercándose todavía más a mí, lo que intensificó mi sonrojo.

— Q-que no, que son mosquitos. —Seguí con la misma excusa, rezando a todos los dioses porque se lo tragara.

— Yo reconozco un chupetón cuando lo veo, vamos, cuéntame quién te lo ha hecho. —Los recuerdos de aquella mañana del domingo inundaron mi mente, provocando un aumento impresionante de calor en mi rostro—. Uy, qué roja te estás poniendo. —Continuó mi tía, arqueando ambas cejas—. ¿Acaso la persona que te lo ha hecho y tú llegásteis a...?

— ¡Te-tengo que hacer los deberes! —Exclamé, alzándome de golpe para salir corriendo hacia mi habitación.

— ¡Pero al menos dime si te gustó! —Gritó tía Lily y yo cerré la puerta de mi habitación con un portazo antes de suspirar y apoyar mi frente sobre ella. Mi corazón iba a mil y seguía notando el calor en mi rostro.

Maldición, claro que me había gustado.

...

— Enserio que me pone nerviosa. —Tras la pantalla de mi IPad vi a Miku morderse la uña y mirarme con las cejas juntas.

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