Bianca es una chica de 16 años que vive en un orfanato. Su día consiste en trabajar, trabajar y trabajar para luego llegar y tener que darle casi todos sus ingresos a la insufrible de Roberta, la dueña del orfanato. Ella no cree en ninguno de los cu...
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—ENTONCES... ¿CÓMO TE VA? —ERA lo primero que Tooth decía desde que nos habíamos alejado del grupo. Estaba preocupada por ella, pensé que alguien le había cortado la lengua sin que lo notara. No es que hubiera intentado iniciar yo misma una conversación, no estaba con ganas de decir nada.
Me encogí de hombros en respuesta, luego me di cuenta de que ella no me estaba viendo, por lo que no se había dado cuenta del gesto.
—Bien, supongo —respondí—. ¿A ti?
—Lo mismo de siempre...
No tengo idea de qué quiere decir con «lo mismo de siempre» y tampoco me sentía con ganas de ondear más en el tema. Estaba sorprendida de que, hasta ahora, solo me haya hablado con oraciones de menos de cinco palabras, si preguntaba algo, es muy probable que empiece con sus parloteos a los que no logro seguir el ritmo.
Caminamos una cuadra más. Las calles estaban oscuras y, si no estuviera con Tooth, probablemente estaría asustada. Esta calle, en especial, tenía luces que parpadeaban, lo que significaba que la municipalidad no se interesaba por repararlas. Las casas eran tan feas como mi orfanato.
Sentí un movimiento a mi lado derecho. Observé el callejón y salté al percatarme de una rata corriendo de un lado al otro.
