Bianca es una chica de 16 años que vive en un orfanato. Su día consiste en trabajar, trabajar y trabajar para luego llegar y tener que darle casi todos sus ingresos a la insufrible de Roberta, la dueña del orfanato. Ella no cree en ninguno de los cu...
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MIS OJOS NO PODÍAN CREER lo que veía. Jamás creí que esto pudiera suceder. ¿Qué hace aquí? ¿Cómo llegó? No puede ser, no tiene sentido. Esto... nada tiene sentido. Era una suerte que no me hubiera notado. Aproveché eso para alejarme de los barrotes. Rogué que su llegada haya sido por casualidad, porque detestaba a esa persona.
Lamentablemente, mi suerte era una mierda. Lo corroboré cuando mi jaula empezó a moverse en dirección al suelo. Así como había sucedido antes. No quería enfrentarlo. Esta era una de las personas a las que temo. Y eso que esa lista es muy corta.
Cuando la jaula se detuvo en el piso inferior tomé una bocanada de aire antes de encontrarme con su mirada. Al hacerlo, comprobé que la suya también estaba en mí. Una horrible sonrisa se formó en sus labios.
—Cuánto me alegra poder estar frente a ti en estas circunstancias, Bianca —dio un paso cerca de mi jaula—. No sabes cuánto lo he esperado.
—Félix —dije con todo el rencor que podía.
—Es cierto, tú me conoces con ese nombre.
Empezó a caminar rodeando mi jaula. Sabía que me estaba inspeccionando. Me quedé quieta en el medio de la jaula, desde ahí él no podría llegar a mí... pero claro, también estaba el hecho de que él podría abrir mi jaula si eso es lo que quería.
