Julio, 1350—Siglo XIVME VINO UNA ALTA FIEBRE DURANTE la noche, algo común cuando estás enfermo de la Peste. La fiebre viene y se va, no se demora en regresar y eso es lo que más nos debilita. Algo que nunca desaparece son los escalofríos. Eso es signo de que la fiebre volverá y, como dije, siempre lo hace.
Cuando Ana no estaba conmigo en el refugio, me sentía bastante sola. No importaba que estuviera rodeada por tantas personas, igual me sentía aislada, a pesar de que hablaba con ellos, no era lo mismo. Probablemente era porque sabía que cada uno de ellos moriría pronto y no quería sufrir por su ida. De una forma bastante retorcida, ahora entiendo por qué mi mamá no me dejó cuidar a un gatito que había encontrado malherido cuando era pequeña. Ese animalito no tenía salvación y yo terminaría sufriendo. Mi mamá me protegía de ese tipo de tristezas. Ahora ella ya no estará más. Y, yo tampoco.
A pesar de todos los dolores, vómitos, bultos que aparecían en mi cuerpo y de más, sentía que lo peor de estar en esta condición es que no podía hacer nada productivo. Extraño trabajar, extraño sentirme útil, extraño estar sana para ayudar a los otros enfermos.
Puedo contar con los dedos de una mano la cantidad de personas que se compadecen de nosotros y vienen a ayudarnos; y, no, no estoy contando a Ana. Además de mí, solo hay un chico que recibe la ayuda y visita de un familiar. Luego de Ana y ese familiar, son solo dos personas las que vienen a ayudar sin tener una conexión con alguno de nosotros. Las personas allá afuera solo esperan que muramos y que nos llevemos la enfermedad con nosotros.
YOU ARE READING
Me rehúso a creer en Jack Frost | MRCJF #1
FanfictionBianca es una chica de 16 años que vive en un orfanato. Su día consiste en trabajar, trabajar y trabajar para luego llegar y tener que darle casi todos sus ingresos a la insufrible de Roberta, la dueña del orfanato. Ella no cree en ninguno de los cu...