Capitulo 4

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Adeline POV

Habían momentos en la vida en los que sentías la necesidad de cerrar tus ojos, sacudir la cabeza y espabilar todos los pensamientos.

Dejar tu mente en blanco y no pensar.

Este para mí, era uno de esos momentos.

No entendía nada. 

Mi mente se había vuelto un torbellino de ideas, preguntas e incertidumbres acumuladas que no sabia como empezar a ordenar y que solo lograron marearme en cuestión de segundos.

Y pasó.

De pronto mi cuerpo reaccionó de la única jodida manera que no tenía que hacerlo en pleno Ramler Park, pero que tampoco pude detener.

Una arcada surgió violentamente de mi garganta y dio paso a un vomito que salpicó el piso de lo que en su momento fueron: Cinco shots de tequila, uno que otro cóctel especialidad del Louie y la cena preparada con tanto amor por Soph.

Vaya que luego de esto, serían nulas mis ganas de saber acerca de tortillas y tocino.

—Puta mierda —Exclamó Isaac vacilante mientras apresurado, procedió a recoger mi cabello en lo alto de mi cabeza, para así evitar que se llenara de mi expulsión— Yo realmente quiero enmarcar en mi mente este momento como el mejor e insuperable reencuentro que he tenido o tendré en mi vida—Soltó usando su particular tono ronco, mientras reía a medida que sus palabras iban saliendo de sus labios. Finalizó con una carcajada que terminó por sacarme de mis casillas.

Me incorporé y mientras Isaac seguía con la expresión vacilante plasmada en su rostro, sosteniendo mi cabello, me apresuré a sacar de mi cartera una toalla húmeda y con rapidez limpié mi rostro. Deseché el pedazo de toalla en el cesto de basura más cercano y volteé hacía él, enfrentándolo de nuevo.

—Esto es muy jodido Isaac–dije mientras revoloteaba mis ojos en señal de que no me hacía nada de gracia su actitud vacilante.

Resoplé con fuerza y luciendo notablemente frustrada... Aunque realmente lo estaba. Es decir, yo no sabía aun como reaccionar a volver a tenerlo frente a mí, luego de cinco años. Mientras que él, parecía saber hacerlo a la perfección.

—Para mi es jodidamente divertida la situación Adie.

—¿Podrias dejar de decirme Adie o Pequeña Adie?—Le cuestioné un tanto irritada al escuchar por segunda vez el apodo que por ahora, solo lograba causarme dosis industriales de confusión— Esto es para mi cualquier cosa menos divertida, Isaac.  Realmente no lo es.

Tomé distancia por un momento. Respiré e inhalé reiteradas veces.

Él al notar que en realidad, estaba muy consternada por la situación, enarcó una ceja y me miró con determinación mientras guardaba silencio. 

Joder, la ceja enarcada le hacía lucir el triple de bien.

Le correspondí la mirada y de un momento a otro, las palabras comenzaron a salir de mi boca.

—Te fuiste un día sin más de Wisconsin. Te fuiste sin dejarme una nota, una carta, una razón. No me dejaste nada—Le reclamé mientras lo miraba fijamente— Algo que hubiese podido evitar que yo pasara los próximos trescientos sesenta y cinco días después de tu partida, esperando tu puto regreso. Un regreso que nunca llegó—Mi voz empezó a debilitarse y sentí que mis ojos se llenaban de lagrimas. 

Era demasiado tiempo con ese nudo atorado en mi pecho.  Y ahora, finalmente después de incontables noches durmiendo con el, sentía que a medida que hablaba, este iba disminuyendo poco a poco.

Las promesas de Isaac Collins.Where stories live. Discover now