Capítulo 50

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Isaac POV.

La vida nos presenta siempre diferentes problemas y situaciones que debemos afrontar. La manera en como los asumimos y los resolvemos, son detalles que nos definirán como persona.

Es complicado cuando eres un adolescente, pues nuestra cabeza se encuentra llena de confusión e hipersensibilidad, que nos dificulta canalizar nuestras reacciones, pues nos encontramos sensibles ante cualquier situación.

¿Nuestro primer amor? Un fatídico caos que termina con un corazón roto y unas ganas irrevocables de no querer pasar por la misma situación nunca más —Un nunca que generalmente suele durar algunos meses—

¿Pelea con nuestros padres? Nos volvemos rebeldes y añoramos el día que podamos volar lejos de su nido.

¿Examen reprobado? Odiamos a los profesores y recreamos nuestro futuro viviendo bajo un puente.

Es así, es normal.

Es normal ahogarnos en un vaso de agua, pues poco a poco, con el tiempo, la experiencia y madurez, aprenderemos a nadar en el.

La vida poco a poco te ira abriendo los ojos con cada lección y a su vez te ira enseñando que siempre puede haber una situación peor,que la que estas afrontando. De la misma manera que si estas feliz, la vida de un momento a otro te regalará un bonus extra y te demostrará que pueden existir momentos aun más felices.

Eso me ocurrió. Pues luego de recibir el "Sí"de Adeline y de enterarme que sería padre, pensé que nunca sería más feliz que en ese momento.

Error.

Estar a pocas horas de casarme, se sentía el doble de feliz. Y estaba completamente seguro que el día que el bebé que poco a poco crecía en el vientre de mi prometida, naciera, ese día sería el triple de feliz.

Nunca había reflexionado tanto mientras me daba una ducha, pero supongo que nunca antes me di una ducha a solo dos horas de casarme.

Casarme.

Esa palabra retumbaba con fuerza en mi pecho, sintiéndose ajena a mi realidad.

Con los nervios haciendo mella en mí y funcionando casi de modo automático, salí de la ducha y comencé a vestirme.

Estaba terminando de rociar mi perfume, cuando la puerta de la habitación fue abierta.

—¡Jesucristo! —Exclamó Ralph mirándome con notable gracia— Creo que me han dado ganas de casarme contigo.

—Pues lo siento, estoy comprometido—Respondí en el mismo tono de burla que él habló.

—¿Los votos?

—En mi mente.

—Bueno...—Ralph se enderezó y sacó del bolsillo interno de su traje negro, un papel blanco doblado perfectamente en dos partes iguales— Debido a que me toca entregar a la novia, ya no volveré por aquí.

Asentí.

Mi pecho se hinchó con furor al escuchar esas palabras.

Llevaba alrededor de un poco más de un día sin hablar ni ver a Adeline, eso incrementaba más aun las expectativas de verla nada más y nada menos a solo minutos antes de convertirse en mi legítima esposa.

—Esto te lo manda ella— Ralph me extendió el papel blanco que tenía entre sus manos.

Lo tomé.

Era una carta.

Asentí y le di un rápido, pero sincero abrazo a Ralph.

—Eres mi hermano, Isaac.

—Tu el mío—Respondí con completa sinceridad.

Luego de que Ralph abandonó la habitación, me di un vistazo en el espejo y al ver que mi cabello lucía bien y cumplía con las exigencias de Adeline, tomé asiento en un extremo de la gigante cama de la suite.

Leí la parte dedicatoria de la carta y sonreí.

De: Pequeña Adie.

Para: Mi gran futuro esposo.

La abrí con rapidez y comencé a leerla en voz alta solo para mí.

— "Porqué antes de ser esposos, somos novios, pero antes de ser novios, fuimos mejores amigos. Esa es la explicación al regalo que te llevará Josh unos minutos después de que leas esta carta. Recuerda que aun y cuando solo éramos mejores amigos, de una u otra manera, yo ya estaba amándote."

Yo sabía que me había ganado la lotería.

Doblé la carta y la guarde en mi equipaje, pues no sabía quién se encargaría de recoger las cosas de la habitación y no quería arriesgarme a que esa persona la perdiera por equivocación.

Como indicaba en la carta, Josh entró unos minutos después a la habitación, vistiendo un traje negro igual al de Ralph.

—¿Los votos? —Fue lo primero que preguntó al verme.

Suspiré con pesar. Todas las personas que se acercaban a mí, se cercioraban de que había memorizado con éxito mis votos.

—¡Me sé a la perfección los jodiditos votos! ¡Yo los redacte!

Él alzo sus manos y colocó sus palmas frente a mí.

—¡Sin alteraciones hermano! —Indicó— ¿Sabes a que vine?

—¡Sí! —Asentí.

Josh me miró divertido y ladeó una sonrisa.

—De antemano Adeline te manda a decir que no nos odies a ninguno, pues este es tu regalo de bodas, el cual tenía que ser una bella sorpresa.

—Ok—Estuve de acuerdo.

—Espera—Josh sacó de su bolsillo trasero, su teléfono y por sus movimientos y la manera en como colocó la cámara de su teléfono en mi dirección, supe que me estaba grabando— Repite conmigo: "Yo, Isaac Collins, prometo no odiar a nadie por guardarle el secreto a Adeline sobre mi regalo de bodas"

Volteé mis ojos ante semejante payasada y repetí sus palabras.

—"Yo, Isaac Collins, prometo no odiar a nadie por guardarle el secreto a Adeline sobre mi regalo de bodas"

—Perfecto—dijo él.

Detuvo la grabación y volvió a guardar su teléfono en su bolsillo trasero. Lo observé, expectante y me pregunté que se suponía que él estaría esperando. Sin decir ni una palabra más, salió de la habitación y aproveché ese momento, para ir por mi teléfono.

Estaba de espaldas a la puerta cuando escuché un carraspeó tras de mí.

Se trataba de Josh.

Tomé mi teléfono, me di vuelta, y quedé pasmado cuando mi iris grises chocaron directamente con unos iris verdes color esmeralda que hacían cinco años no veía en persona, pero que recordaba diariamente en mi memoria.

Las promesas de Isaac Collins.Where stories live. Discover now