Capítulo 42

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Isaac POV

— ¿Puede haber una mejor manera de despertar? —Inquirí aun somnoliento— Tu cabello desparramado en mi almohada, tu entre mis brazos y usando la camisa del equipo con mi nombre... Puedo acostumbrarme a esto fácil, muy fácilmente.

— Podría acostumbrarme a estas almohadas de plumas también. Fácil, muy fácilmente. —Respondió ella con voz ronca, acurrucándose más en mis brazos.

— ¿Solo a las almohadas? —Reí.

—Cállate.

—Cállame.

—Ano...—Sus palabras quedaron en el aire cuando escuchamos voces desde la sala del apartamento.

— ¿Qué co...— Adeline selló mi boca con una de sus manos.

—Maldición, encuentra esas putas llaves ya—La voz de Maddie llegó a nosotros con mayor claridad.

—Maddie llevo media hora buscando las llaves tan desesperadamente como tú. Cálmate—Habló Horam.

—Adeline y Soph van a despertarse y me verán aquí y pensaran que tú y yo...No. No puedo permitir que vean que amanecí aquí.

—Pensaran no. Descubrirán querrás decir.

—Descubrirán que follamos como putos conejos. ¿Querías escuchar eso? —Espetó Maddie con la voz teñida completamente de furia y vergüenza.

—Mierda—Chilló Adeline.

—Lo supe desde el momento en el que se quedaron riendo como niños en el sofá— Confesé.

—Ire a darle apoyo moral a mi chica.

—Y yo a mi amigo, que vilmente cayó en las garras de "tu chica".

Tomé una bermuda y la deslicé por mis piernas en un abrir y cerrar de ojos, y estuve listo un minuto antes de Adeline, ya que ella tardó en ponerse el brasier y uno de mis pantalones de pijama.

—Te ves ridículamente hermosa.

Ella rodó sus ojos en respuesta.

Cuando sigilosamente abrimos la puerta de la habitación, vimos a cinco pasos de distancia a Ralph y Soph saliendo cautelosamente de la misma manera en que nosotros lo estábamos haciendo.

Tras darnos todos unos asentimientos de cabeza, coincidimos en que los cuatro salimos con el mismo propósito.

No hay palabras exactas para definir la manera en la que la cara de Maddie se desfiguró de vergüenza en cuanto nos vio aparecer a los cuatro por el pasillo.

—Desde la madrugada he estado buscando las llaves para irme a casa y no las he encontrado. Estoy encerrada aquí. —Se adelantó a decir.

Ralph reprimió una risita y señaló la mesa que adornaba el centro de la sala.

—Ahí.

—Ja ja—Entrecerró los ojos Horam— No estamos ciegos. Hemos buscado en cada puto rincón.

—Maddie...Son las nueve de la mañana. Quédate a desayunar.

— ¿Nueve de la mañana? —Exclamó sorprendida la castaña—Mierda. Pensé que eran como las seis.

—Supongo que se nos pasó el tiempo buscando las llaves—Horam se puso atrás de ella y a modo de consolación comenzó a masajear sus hombros.

—Sí. —Asintió ella— Exactamente eso fue lo que ocurrió.

Las promesas de Isaac Collins.Where stories live. Discover now