C a p í t u l o 5

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Pasaron segundos, minutos y horas, mientras caminaba por las calles sin saber donde ir, intentando aclarar su mente. Estaba enfadada, arrastraba bruscamente la bicicleta tras ella, no solo con el chico sino también consigo misma. De no haber sido por su miserable intento de huir, no se habría dañado las piernas.

Cuando volvió de nuevo a la tienda, vio a Minseok relevarle y atender a los clientes de manera natural, sin saber lo que había pasado fuera.

Ella entró cojeando un poco y le dedicó su mejor sonrisa.

Minseok vio sus heridas con atención y se acercó preocupado, saliendo del mostrador.

- Ryu, ¿qué te ha pasado?

Verle de alguna manera así por ella hacía que su corazón se fuese a desbocar de su pecho. Incluso cuando pronunciaba su nombre así, cosa que solo le dejaba hacer a él, la ponía nerviosa.

Siempre había pensado que Minseok había crecido muy bien, había estado enamorada de él desde la escuela secundaria. De hecho, eran amigos desde entonces, cuando sus padres murieron y la dejaron vivir con su familia, en casa de los Park, hasta que fuera mayor de edad. Pero nunca se atrevió a confesarse porque sabía que había demasiadas posibilidades de que le rechazara.

Minseok era un chico alto, guapo, inteligente y maduro. Toda su vida había tenido a la mayoría de las chicas detrás de él y, a sus 20 años, la cosa no había cambiado.

Además también era un poco mujeriego, siempre la veía con una chica diferente cada semana.

Ryujin prefería tragarse sus estúpidos sentimientos que complicaban su relación con él: la única persona en la que podía confiar. Admirarlo desde lejos y apreciar todos los pequeños momentos que pasaban juntos era lo máximo que podía hacer.

- Estoy bien, de verdad. Son solo unas heridas, me he caído de la bicicleta.- Le dijo sonriendo como una tonta.

- Deberías curarte bien.- Le preguntó él, volviendo a su faena.- ¿Has encontrado ya tu móvil?

- Lo cierto es que sí.

Se acordó de que el chico al que ahora odiaba se lo había devuelto y abrió los mensajes que había recibido. Eran tres de Minseok, los de la noche del accidente.

"¿Estás bien?"

"Escóndete en la trastienda y si pasa algo aprieta el botón de emergencia"

"Ah y la persiana se atasca, bájala manualmente"

Otra sonrisa se formó en su rostro cuando no paró de releer el primer mensaje. Sintió su preocupación por ella en cada letra, o eso pensó.

- No te he dado las gracias todavía, por preocuparte por mí.

- Solo te pregunté si estabas bien.- Minseok le restó toda la importancia que ella le había dado a aquella pregunta en un segundo.

- Ah, bueno, sí...

Continuó mirando si estaba todo en orden en su teléfono cuando entró a la galería de fotos para ver si estaban las pocas que tenía de su gato, comida y Minseok cuando vio una que no tenía que estar ahí.

Pulsó para hacerla más grande y lo que vio la dejó clavada en el sitio.

Había una foto de Jungkook.

- ¡Será psicópata!- Murmuró y corrió a borrarla pero se dio cuenta de que cada vez que lo intentaba le salía un mensaje de error y no podía hacerlo. Se frustró y, finalmente, la dejó.

Revisó las conversaciones, correos y música y todo estaba en orden, hasta que llegó a los contactos.

Y, como un mal sueño hecho realidad, vio el número de Jungkook grabado en él. Recordó que cuando le quitó, horas antes, el teléfono para escribir algo, estaría apuntando el suyo propio antes de entregárselo.

Ryujin se pasó una mano por el rostro, desesperada.

Entonces un nuevo mensaje le salió en las notificaciones y, cuando fue a abrirlo, leyó:

"Así jamás podrás olvidar mi preciosa cara."

"No puedes huir de mí, Ryujin...

... ahora te conozco."

Oigo tu corazón || Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora