C a p í t u l o 10

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Se acercó ya sin ningún temor, le dio una patadita en la espalda para que se levantase del suelo y él continúo riéndose como si acabase de ver lo más gracioso del mundo.

Lo cierto era que desprendía un fuerte olor a alcohol, patatas fritas y un desodorante que le sonaba extrañamente familiar.

- ¿Pero qué...? ¡Eh! ¡¿Cuándo te has puesto mi desodorante?! ¿Has entrado a mi baño?

Pensó entonces que no le quedaba otra opción más que no ir a trabajar, por lo que decidió llamar a Minseok muy a su pesar para ponerle al corriente, eso sí, con alguna mentira de por medio.

- Minseok, lo siento mucho, pero necesito que me cubras hoy, me encuentro fatal y no puedo ir a trabajar. Lo siento.- Se apuró a decir mientras intentaba hacer callar con gestos al otro, que reía histéricamente, dando palmadas al suelo.

- ¿Está todo bien?- Pero no pudo acabar de escucharle porque le colgó, sintiéndose culpable.- ¿Estás con alg-

<< Todo por tu culpa, maldito niñato imbécil>>.

Ella no solía hablar mal o decir palabrotas a menudo, a pesar de haberse criado en un mal ambiente, en un barrio peligroso. Solamente lo hacía cuando le enfadaban de verdad, y ésa vez era una de ellas.

Cogió a Jungkook por los brazos sin cuidado y lo arrastró por el suelo hasta el sofá. Entonces le cogió del torso y lo estiró maniobrando para subirlo con todas sus fuerzas.

La chica cayó al suelo de tanto estirar con energía, con medio cuerpo del otro encima de ella. Jungkook le sonrió medio atontado, con una bonita sonrisa que solía esconder la mayoría del tiempo. Ella se quedó admirándola unos segundos, pero después le apartó de un manotazo en la cara.

Finalmente hizo un esfuerzo final y consiguió tumbarlo en el sofá. Acabó jadeando, casi sin respiración y acalorada, se dio aire. Vio entonces cómo el otro tenía los ojos cerrados y respiraba profundamente, dormido. Comenzó a tiritar aunque no hacía nada de aire, al menos no para ella, que sentía que sus mejillas ardían como el fuego.

- No te pienso poner una manta por encima.- Dijo Ryujin enfadada, pero después de verle tan quieto y en silencio se apiadó y lo hizo.

Ryujin se sentó encima de la mesa descansando la cabeza en su mano, frente a él, pensativa. En ese momento Jungkook le pareció de lo más normal, como un chico cualquiera de diecinueve o veinte años, humano, no una máquina de maldad, que mataba. Hasta sintió algo dentro de su cuerpo cuando su vista se paró en su cara, medio cubierta por su espeso pelo revuelto. Sus pómulos estaban rosados, al igual que sus labios. Apartó la mirada en seguida de ellos.

Parecía un chico tan tranquilo, en paz cuando dormía, que por un momento se olvidó de que tras esa falsa apariencia se escondían unos colmillos de lobo. Solo verle a unos metros de ella ya era peligroso.

Entonces se dio cuenta de la situación. Tenía a un miembro de la mafia más peligrosa en su casa. Se levantó de un salto entrando en pánico. <<Relájate, Ryu, ¿qué deberías hacer ahora?>>, se mordió las uñas pensando, sin resultado. << ¿Habrá robado algo mientras me entretenía?>>.

Decidió esconder lo poco que tenía de valor, el collar de oro rosado que había heredado de su madre, el dinero de su cartera y de la hucha... suspiró al darse cuenta de que tampoco tenía mucho que guardar. También echó un vistazo a su alrededor y limpió un poco, al ver lo desordenado que se encontraba el piso.

Jungkook emitió un quejido que la asustó y le llamó la atención, seguido de unas palabras medio incoherentes, en sueños.

- Tengo...- empezó a dar patadas intentando quitarse la manta de encima- tengo... calor...

- Encima que te la he puesto.- Refunfuñó ella y fue a quitársela cuando él la cogió desprevenida de la muñeca y la tumbó a su lado con facilidad, pasándole el brazo por encima, detrás de ella.- ¡Suéltame!

Él se despertó del grito y, al darse cuenta de que la estaba abrazando, la tiró de un empujón provocando que cayera al suelo.

- ¿Qué hacías dentro de mi cama?

- ¡¿Tu cama?! ¡Ése es mi sofá y ésta es mi casa!

Jungkook la vio tirada, con el pelo revuelto y los mofletes hinchados de ira y se rió de ella, provocándola aún más.

- Tu novio se pondrá celoso. Debería irme.

- No es mi novio y sí, deberías.

- Me llevo la cena.- Se acercó a coger el tupper, rascándose la cabeza, tratando de recordar lo que había pasado.

- Vete...- Suspiró cansada Ryujin, aún en el suelo, frotándose la frente.

Fue hasta la puerta y, antes de cruzarla, se apoyó en el marco girándose una última vez hacia su dirección.

- No cuentes esto a nadie.- Su semblante se volvió serio de repente y volvió a ser el mismo de siempre antes de marcharse. Sonó como una advertencia, y lo mejor que podía hacer ella era seguirla.

Oigo tu corazón || Jungkook Where stories live. Discover now