C a p í t u l o 47

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Y así, como si nunca hubiera existido en su vida, Jungkook desapareció de la faz de la tierra por dos semanas. Recogió todas sus cosas, sin dejar rastro alguno, con la suit impoluta. También los pocos objetos que le pertenecían del garaje habían desaparecido con él, así como sus armas.

Ryujin se pasaba las noches enteras tratando de llamarle por teléfono desde su apartamento, con la esperanza de que lo cogiera, hasta que se dio cuenta de que no lo iba a hacer. Una de dos, o había cambiado su número, o directamente su móvil.

Jun le dio la peor noticia que podía obtener en aquellos momentos: en efecto se había deshecho de su teléfono para no ser encontrado, pero la última vez que lo había rastreado era saliendo del país.

Pero pese a que la información le había sentado como una ducha muy fría en pleno invierno, debía continuar haciendo su vida. Ahora era la líder del clan y, por lo tanto, debía ejercer como tal. Pero ser la líder de un grupo de mafiosos no era tan divertido como sonaba. En su nuevo cargo tenía que acudir a reuniones muy aburridas acerca de pactos, políticas, alianzas, economía, negocios... ella, por supuesto, no entendía ni lo más mínimo, aunque tampoco era tonta y cogía las cosas al segundo. Si se equivocaba con sus palabras siempre tenía el apoyo de sus amigos. Además debía lidiar con los grandes jefes de otros clanes, los cuales no estaban de acuerdo en que una mujer inexperta tuviera el poder del clan más importante.

Mentiría si dijera que no echaba de menos a Jungkook, sobretodo por las noches, cuando más sola se sentía. No podía sacarse de la cabeza lo que estaría pensando él. Seguramente la odiaba por haber elegido su puesto por encima de su relación. Pero ella no había sido la única que se la había cargado y, por mucho que se culpase, la culpa era de ambos. Una por haberle hecho creer que le engañaba con Hwall sin explicarle el contexto y el otro por habérselo creído y no haberle dejado explicárselo.

Además ahora le necesitaba a su lado más que nunca y por mucho que intentara encontrarlo no podría. Esa lección se la había aprendido de memoria sobre Jeon Jungkook.

Todas las noches volvía al gimnasio secreto en el que él le dio su primer beso y se mostró vulnerable ante ella por primera vez, dejándole ver su cicatriz.

Una de ellas estaba practicando con el saco de boxeo, cada vez más intensamente, hasta quedarse sin respiración y sin fuerza. Si él lo hubiese presenciado estaría orgulloso de ella, ya no era la chica torpe y débil a la que le enseñó a golpear.

Cogió el teléfono todavía con las cintas en los nudillos y las muñecas. El sudor le caía en gotas por la frente y el cuello. Marcó el número de Minseok porque no podía soportarlo más ella sola. Necesitaba desahogarse con alguien que escuchara sus palabras de verdad, sin interrumpir, alguien que la apoyase.

- ¿Ryujin?

- No puedo más, Minseok.- Las lágrimas le salieron sin que se diera cuenta.- No estoy bien, no quiero este estúpido puesto. Se ha ido sin decir nada y eso me mata.

- No, espera, Ryu. Debes tranquilizarte, respira. Lo estás haciendo bien, todos pensamos lo mismo y nadie te ha hecho un mal comentario.

- Es que le echo de menos.- Se limpió las gotas de la cara pasándose una mano por el rostro.- No sé qué hacer...

Ryujin escuchó un ruido y otra voz que venía de más lejos y dijo su nombre. No le reconoció hasta que oyó como empezaban a pelearse por el móvil y escuchó una nueva voz al otro lado de la línea.

- ¿Hola? ¿Minseok?

- ¿Ryujin? ¿Me oyes? Le he quitado el móvil a tu amigo porque es un puto blando y me aburre.- Hwall estaba al otro lado, riéndose.- En vez de animarte te estaba deprimien-, ¡eh, quieto! ¡Ahora lo tengo yo!

- Hwall no sé si ahora mismo quiero hablar contigo después de todo lo que ha pasado... y no trates a Minseok como un perro.

- Le estoy adiestrando poco a poco. Bueno, tenemos que celebrar que sigo vivo y tu exnovio no me ha matado todavía por lo que hice.

- Sí, pero te recuerdo que fue tu plan para ganar que yo se lo contara.

- Vale, idea, ¡eh, venir todos!- Oyó cómo pulso una tecla del teléfono, seguramente poniendo el altavoz.- Nos vamos de fiesta en cuarenta minutos, arreglaos y a las doce y media aquí, en la planta baja del garage, ¡va para ti también, Soo Ryujin!

Y le colgó.

Ryujin se quedó con el móvil en la mano y la boca abierta. Después se rio sarcásticamente del idiota de su amigo, sin poder creer que así era cómo solucionaba las cosas cuando estaba de bajón. Pero, por otra parte, puede que fuera lo mejor. Necesitaba despejarse y olvidarse de Jungkook, aunque solo fuera por una noche, así que se duchó en el vestuario, fue a su casa y se cambió, poniéndose sus mejores ropas de fiesta: un pantalón vaquero corto y roto y una básica camiseta de tirantes blanca, pero que le venía ceñida. Después acabó por ponerse unos grandes aros plateados para mejorar la cosa y se dio unos retoques con el maquillaje. Se veía aun con los pendientes muy sencilla, así que al final se pintó los labios de un rojo intenso.

Al acabar, se tomó un chupito de tequila en la cocina, lista para marcharse a dejarse la piel en una de las que ella llamaba "noches para olvidar", como aquella en la que casi le pidió salir a Minseok cuando se emborrachó demasiado. Era gracioso que, cuando a ella le gustaba, a él no, y después fuera al revés.

Cogió el autobús hasta el garage, donde todos la esperaban ya fuera, con las llaves de sus caros coches deportivos tintineando entre sus manos. Iban Jun, Hwall, Taeyong y Minseok. El penúltimo se disculpó por no haber tomado su lado en la partida por ser líder, aunque ella no se lo había tomado tan en serio y se lo perdonó. El último estaba ahí obligado por Hwall y le dijo que se sentiría fatal si la hubiese dejado sola con ellos, ya que no se fiaba de ninguno. Taeyong y Minseok fueron en uno de los coches un poco incómodos, ya que no habían hablado mucho antes, y Hwall condujo el suyo con Jun y ella dentro.

Tras veinte minutos llegaron a la zona donde se concentraba los lugares de fiesta de la ciudad. Había pubs, discotecas, cafeterías y mucha gente de su edad.

- Bueno, ¿dónde te apetece ir?- Le preguntó Jun, sonriente, alisando las mangas de su camisa.

- ¿Puedo elegir yo?- Le pareció encantador que una panda de chicos gángsters con mucho dinero y capaces de matar le dejasen elegir lo que quisiera.- Pues... hay muchas opciones pero hoy me apetece ir a un karaoke.

- ¿Qué? ¿A un karaoke, en serio?- Taeyong se cruzó de brazos, mirando con deseo las discotecas de carteles brillantes de neón.

- Vale, genial.- Hwall se retiró el pelo hacia atrás, adoptando una pose que hizo que un grupito de chicas riera al pasar, poniéndose coloradas cuando les guiñó un ojo.- En los karaokes se liga sí o sí. Demasiadas chicas con el corazón roto.

Ryujin le pegó un codazo en las costillas con cara de pocos amigos y él se dobló por la mitad, fingiendo un terrible dolor.

- Vamos.

Oigo tu corazón || Jungkook Where stories live. Discover now