C a p í t u l o 30

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Minseok continuaba durmiendo encima del sofá, con un brazo fuera y el otro rodeando a Pampu, que dormía encima de su barriga.

Cuando Ryujin cerró la puerta después de entrar, un leve crujido malintencionado salió de ella, despertándole de golpe.

- Ryu, ¿ya has vuelto? ¿Qué hora es?- Se desperezó estirando los brazos y las piernas y se levantó para caminar hacia ella.- ¿Y la ropa?

Ella se rió en vez de tratar de explicarle lo que realmente había sucedido y le besó en la mejilla.

Con él no sentía que su corazón iba a echar a correr de la aceleración de sus latidos, pero sí sentía algo en su interior que le hacía quedarse con él. La sensación de seguridad y familiaridad que él le proporcionaba no podía dársela nadie más.

Se separó de él y acabó tirada en el sofá, acariciando el pelaje de su gata, que seguía durmiendo plácidamente.

- Pensaba que estabas durmiendo cuando he bajado. La he dejado guardada en unos casilleros que han puesto cerca de las lavadoras. No me apetecía subir todo el montón.

- Haberme llamado y te hubiese ayudado, tonta.- Le siguió, sentándose a su lado.- ¿Vemos otra película?

- Me parece perfecto.- Se acurrucó ella junto a él, apoyando la cabeza en su hombro.

Tras debatir durante veinte minutos cuál escoger de entre todas las del catálogo, como solían hacer casi siempre, acabaron viendo una de acción, sobre zombies.

- Ryujin, sé que no hemos hablado mucho sobre esto y no quieres contarme casi nunca pero, ¿recuerdas algo de tu vida antes de que tus padres fallecieran?

- No es que no quiera contarte, ya te lo he dicho miles de veces, es que no recuerdo demasiado y es... doloroso.

- Lo sé, lo siento.

- Recuerdo a mi padre, aunque era muy pequeña. No recuerdo cuántos años tenía, ni en qué trabajaba, qué le gustaba hacer... pero sí que me enseñó a jugar al póquer, a hacer trucos de manos, como desaparecer una moneda detrás de la oreja y también a cocinar.

- ¿Trabajaría en un casino?- Se rió Minseok, para hacer la conversación menos pesada, haciéndola sonreír.- Pues yo recuerdo que era un buen hombre. Siempre te recogía de la escuela y se notaba que te quería. Mi madre me contó una vez que él fue quién eligió tu nombre, Ryujin, y a tu madre le gustó tanto que te lo acabaron poniendo.

- Eso es cierto y tú eres el único al que le dejo acortarlo. Pero bueno, ahora te tengo a ti.

- Siempre me tendrás, no importa en qué nos convirtamos. Te quiero.

Y mientras le envolvía en un abrazo, sobre los gritos que lanzaban los protagonistas de la película, Ryujin supo que no estaba preparada para responderle de la misma manera.

Le quería, eso era cierto, pero todavía no estaba segura de poder decirlo en voz alta. Ni siquiera estaba decidida de si era como a un hermano, un amigo, o algo más.

Acabó por fingir que cerraba los ojos y dormía sobre él, agotada. Minseok la siguió unos minutos después, antes de que acabara la película.

Un mensaje de su móvil captó su atención, con el nombre de Jun. Tras comprobar que Minseok dormía profundamente, lo abrió para ver qué era lo que decía.

"Ryujin, Mark quiere verte."

"Tienes que venir."

"Dice que le debes un favor."

Ryujin no se acordaba de qué era lo que le debía, hasta que dio con un recuerdo lejano en el que Mark le amenazaba con contar que Minseok no era su hermano y ella aceptaba hacer lo que fuera a cambio de mantener el secreto. Jamás debió haber hecho un trato con el diablo y ahora se arrepentía.

"¿Qué es lo que quiere?"

"No te lo dirá si no vienes."

"Lo siento."

"Dile que iré por última vez."

"No pienso seguir mintiendo."

Apagó el móvil y se tumbó de nuevo en el sofá, esperando que todo se arreglase pronto y pudiera dejar de mentirle de una vez.

Decidió, antes de dormir, que iría al garage la siguiente noche y pondría punto final a su historia con la mafia.

Oigo tu corazón || Jungkook Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora