C a p í t u l o 17

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Ryujin cenó la comida preparada que le ofrecieron mientras lloraba en silencio, lamentando el día que había conocido por el maldito error de una persiana estropeada a Jeon Jungkook.

Trató de dormir en la cama improvisada que no era más que un banquillo pero las sombras a su alrededor no la dejaban.

Ahora, lo único que podía hacer era pensar en tratar de escapar de ahí antes de acabar muerta o torturada. Aunque ni siquiera tenía muy claro lo que querían de ella. Debía dejar de llorar y tratar de concentrarse en eso.

Averiguó que los turnos eran por parejas y se les veía muy relajados mientras las hacían, como si pensaran que no tenía ni la menor oportunidad de salir de allí. Pues les iba a demostrar que estaban muy equivocados, les iba a demostrar que una chica podía ser más inteligente que los nueve chicos que habían allí.

Intentó averiguar la manera pidiéndoles ir al baño, pero solo la llevaron a uno que había cerca de la celda, tan sucio como ésta y sin ventanas.

Lo cierto era que deseaba poder hacerlo en el turno de Jungkook pero parecía que nunca llegaba. Había planeado cincuenta maneras de arruinarle la cara o pelear contra él, porque le odiaba. <<Al parecer el líder solo da órdenes y no hace el trabajo pesado, el muy capullo>>, pensó Ryujin cansada de esperar a que apareciera.

Durante el tiempo que había pasado, como una semana atrapada allí dentro, se había aprendido sus nombres y algunas cosas sobre ellos.

A veces les oía reír, discutir y gritar al otro lado de la celda. Reconoció incluso sus voces de estar las veinticuatro horas sin tener nada mejor que hacer.

A Taeyong se le daba muy bien jugar a los videojuegos y era el que más paciencia parecía tener de todos ellos. Jamás la amenazó ni le dirigió tampoco la palabra en su turno. Era solitario e independiente.

Hwall tenía una gran colección de manga japonés que todos envidiaban. Tenía un temperamento bastante impulsivo y era un poco hiperactivo. Su mejor amigo era Jun, un genio de la informática, reservado y el único que parecía un buen chico. Siempre era protegido por el mayor, Hwall.

Yuhei y Chan eran idénticos, con su fuerte acento de Busan y su pasión por los graffities y el skate. Parecían ir a su propio rollo.

Por último estaba Evan, el cual solía tener pequeños roces con Hwall y Jungkook. Era el mayor de todos y se pasaba el tiempo bebiendo o fumando fuera. Mark era su hermano, el segundo al mando, parecía ser tan competitivo como su líder.

De vez en cuando intercambió algunas frases con algunos, para averiguar sus flaquezas, pero le resultó en vano.

Cuando pasaron dos semanas se hartó de esperar y decidió escapar. Esperó al turno de la noche, el más relajado de todos, cuando salían a divertirse y solo quedaban dos personas vigilando.

No sabía exactamente lo que iba a hacer, pero estaba dispuesta a lo que fuera, cuando Hwall y Evan se acercaron a traerle una bandeja con la cena.

Esa noche para su mala suerte parecían llevarse extrañamente bien, jugando a las cartas y bebiendo mientras esperaban a que la noche pasase.

Sobre las dos y media de la madrugada, Ryujin comenzó a planear su jugada para escapar.

Oigo tu corazón || Jungkook Where stories live. Discover now