C a p í t u l o 9

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Ryujin estaba descansando en su casa antes de entrar a trabajar, en el horario de nocturno. Lo bueno era que, después de quejarse de lo peligroso que sería volver a estar sola, ahora trabajaba con Minseok por las noches, por lo que podía verle más horas.

Se había dado una de las duchas más largas de su vida: con agua caliente, una mascarilla y dos playlists de una hora. Lo necesitaba. Después se arrepintió, pensando que las facturas no se pagaban solas y la del agua no iba a ser menos.

Echó un prolongado suspiro frente a la nevera y fue a preparar la cena cuando escuchó un ruido que provenía del exterior. Al principio dedujo que sería su gata armando jaleo cerca de la ventana, o algún pájaro, pero no fue eso lo que la alarmó.

Se asustó cuando vio una gran sombra a contraluz, entrando dentro por la ventana que daba a la escalera de incendios.

Se armó de valor cogiendo uno de los cuchillos de cortar verdura que había encima de la mesa y se acercó al individuo sigilosamente.

- ¿Quién eres?

- Mi vida está a punto de desmoronarse, déjame pasar.- Esa voz conocida le hizo bajar el cuchillo, pero la sensación de alerta no se fue de su cuerpo.

Jungkook se coló dentro con facilidad, forzando la ventana, como si ya lo hubiera hecho antes. Abrió la nevera, para sacar una lata de cerveza y se tiró en el sofá, asustando a la gata.

Iba vestido con unos pantalones vaqueros, rotos y con agujeros, una camiseta gris semi transparente, dejando ver su silueta y parte de la complexión de sus brazos y torso. Su pelo oscuro estaba revuelto y desastrado.

- Oye, ¿qué haces en mi casa? ¿Sabes que es ilegal? Además tengo que salir a trabajar.

- Vale, pero llévate al gato, me está mirando mal. ¿Hay cena en la nevera? Me muero de hambre.

- No te puedes quedar en mi casa.

- ¿Ah, no? ¿Y eso por qué?- Puso los pies descalzos encima de la mesa mientras encendía la televisión y cambiaba los canales.

- Pu- pues... ¡porque es allanamiento de morada!

- Es la misma mierda de siempre... Ah, veo que tienes Netflix, -siguió ensimismado en la tele, sin prestarle atención- un día podríamos hacer Netflix and chill, ¿sabes?

Ryujin se puso toda roja ante la proposición, inesperada. Apagó la tele de la pantalla y se colocó en medio, de brazos cruzados.

- Maldita sea, qué tonta, ya te has hecho ilusiones. Me refería a ver series no a la otra cosa, eres estúpida.

- ¡Fuera! O llamo a la policía.- Dijo enfadada, sin darle tregua.

Él se levantó de repente y caminó hacia ella, hasta hacerle dar contra la pared. Le pidió que retrocediera pero él no le hizo caso. <<¿Qué... qué trata de hacer?>>, pensó Ryujin con apuro, poniéndose nerviosa al instante. Lo tenía tan solo a unos centímetros de ella y había dejado el cuchillo de nuevo en la mesa, no tenía nada con lo que protegerse.

- ¿Me estás echando?- De repente le pareció como un armario frente a ella, acorralándola. Le sacaba una cabeza y los músculos de sus brazos le daban miedo. No podría ganar si peleaba contra él pero tenía que salir rápido de la situación.

Acercó su cabeza a ella, agachándose hasta estar justo encima de la suya. El flequillo castaño oscuro de él le caía a ella encima de su frente, notando lo suave y liso que era.

Apartó el rostro, desviando la atención de sus ojos, que le miraban con intensidad. Se fijó en que sus pupilas estaban dilatadas, aunque no supo darle explicación en ese momento, sabía que estaba ido.

- Yo... no... esto.... - Sacó el valor necesario y le empujó, liberándose de él.- ¡Sí, largo de aquí!

Jungkook se tambaleó demasiado hacia atrás para el pequeño golpe que ella le dio, y pensó que se estaba burlando de su poca fuerza. Entonces recobró el equilibrio y se fue serio hacia la puerta. Pero no sin antes retroceder, yendo hacia la nevera para coger un tupper de gachas de arroz que había guardado del día anterior para regalar a Park Minseok como agradecimiento.

Después la miró de reojo, como si ella no le estuviera viendo de pleno robar su comida e intentó huir corriendo. Ryujin fue a abrir la boca para protestar y decirle que no se lo llevara.

Pero cuando Jungkook llegó a las escaleritas de la entrada, donde dejaban los zapatos, se tropezó y cayó al suelo, riéndose, se dio cuenta de algo.

<< ¿Está borracho?>>, pensó Ryujin, incrédula. << ¡Dios mío está ebrio!>>.

Ahora la que reía era ella.

Oigo tu corazón || Jungkook Where stories live. Discover now