C a p í t u l o 19

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Le temblaban las manos al pensar que podrían volver en cualquier momento al enterarse de lo que les faltaban.

Abrió la puerta todo lo silenciosamente que pudo, aunque ésta chirrió un poco de lo oxidada que estaba. Se quedó quieta mirando si alguien la había oído pero avanzó al ver que la sala estaba vacía y no se oían pasos.

Corrió hasta la puerta principal del garage y trató de abrirla a la fuerza.

Nada, cerrada.

Si subía las escaleras al primer piso seguramente se encontraría con los dos que la retenían. Solo había una salida.

Buscó por la habitación hasta dar con un objeto para hacer fuerza y romper la cerradura, una barra de metal que había en una caja llena de trastos.

Hizo toda la fuerza que pudo, más de la que había hecho en su vida y, tras unos minutos, consiguió romper la vieja puerta, que se dobló y cayó al suelo, haciendo un ruido sonoro.

Entonces fue cuando escuchó pasos corriendo en el interior y tiró a correr ya en el exterior calle abajo.

Por suerte se encontró con un taxi al otro lado de la calle, que iba a recoger a un hombre. Ella le apartó, disculpándose y se metió en el taxi, cerrando la puerta de un golpe.

- ¡Por favor, acelere!- Dijo tratando de recobrar el aliento, muerta de nervios, sin parar de mirar hacia el callejón por donde ella había escapado.- ¡Rápido!

Mientras el taxista le obedecía, escuchó como unos gritos lejanos trataban de perseguir al vehículo, sin éxito.

Cuando les perdió por fin de vista respiró de alivio y le indicó la dirección de su casa al amable señor, que no le hizo ninguna pregunta. Se notaba que no vivía en un buen barrio si el taxista estaba acostumbrado a no hacer preguntas a sus clientes y correr a toda velocidad mientras escapaban de unos locos.

Cuando llegaron sabía que seguía corriendo peligro, por lo que nada más abrir la puerta corrió hasta su cuarto y cogió una bolsa de deporte, donde metió las cosas más imprescindibles, como algo de ropa, comida y algunas fotos y recuerdos. Por último la cartera y las llaves.

Metió a la gata a la fuerza dentro de la bolsa, pese a que se quejara maullando no podía abandonarla en su apartamento a su suerte.

Se aseguró de cerrar todas las puertas tras ella y descendió por las escaleras del edificio a toda velocidad pero escuchó voces masculinas en el patio.

Se alarmó por reconocer algunas de ellas y retrocedió sobre sus pasos otra vez dentro de su piso.

Con la adrenalina en las venas salió por la ventana, pensando que podría engañarles e ir por las de emergencia, pero cuando subió la persiana y se asomó un poco, escuchó más voces bloqueando su salida.

Entró en pánico sin saber por dónde escaparse esta vez. Conocía el edificio, vivía en él. Tenía que saber más maneras de salir. Entonces se le ocurrió que si no podía salir, se escondería.

<< El tejado>>.

Subió hacia arriba hasta sobrepasar la puerta que daba al terrado y la bloqueó arrastrando un viejo y pesado armario y un sofá roñoso que los vecinos no pensaban tirar.

Avanzó corriendo hasta la mitad, mirando a todos lados para encontrar un lugar en el que esconderse. Miró a su alrededor, pero solo estaban los demás edificios rodeándola, junto a los hilos tenderos con las sábanas.

Oigo tu corazón || Jungkook Where stories live. Discover now