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El momento había llegado, aunque no lo hubiéramos pactado así esto se sentía como si fuera una cita, lo que significaba que era la primera.

Quiero decir que no comenzó de una forma romántica ó en un momento de película.
Inteligentemente había pactado con Luke, vernos en la entrada de Melbourne cafe, así podría dejar mi auto aparcado en la acera e irnos juntos.

El outfit que mi madre había elegido para mi sorpresa si era de mi agrado, pues literalmente era el traje o ropa que utilizaba Sandy en Vaselina, y bueno, decir que esa película era una de mis favoritas estaba de sobra. Sin contar que mi cabello rubio me jugaba a favor.

Acepto que los rizos en mi cabello estaban inspirados en aquel famoso personaje, así como mis stilettos rojos.

Al verme bajar por las escaleras cual princesa en cuento de Disney, la expresión de los hombres de mi familia no fue de mucho agrado.

—Te pedí que le consiguieras un vestuario apropiado para una chica de alta gama, no que pareciera una dama de compañía de los 50's— regaño mi abuelo a mi madre; ella puso sus ojos en blanco y le dio un profundo trago a la copa que tenía en la mano.
La relación de estos dos individuos nunca ha sido estrecha.

—¿Luzco mal?— me sentía afligida, sus críticas y comentarios siempre sabían dañar tu orgullo. Las expresiones en sus rostros emanaban asco y sin duda alguna estaban hundiéndome.

—Luces como una prostituta para millonarios— menciono recargado en una de las paredes.

—¡Cameron! No deseo escucharte decir ese tipo de palabras una vez más en tu vida— las venas del arrugado cuello de mi abuelo, ya comenzaban a marcarse y esto sería todo un show, más de lo que ya es.

Mi hermano solo soltó una pequeña risita traviesa, él disfrutaba el humillarme frente a los manda más de la familia.

—Bien, es hora de que se vayan chicos— mi padre intervino, pero desee que no lo hubiera hecho.

—¿Qué?— las letras salieron de mi boca sin aviso alguno. Todos se giraron a verme.

—Que yo te llevaré hermanita.

—¡No!— ellos no arruinarían mis planes —Jamás me iría contigo, me has insultado y la verdad eres asfixiante— mi mejor actuación hasta el momento —Me iré en mi auto, no esperare una negociación como respuesta, y Cameron— volteo sonriente, disfrutando de mi escena —Como dirían nuestros inversionistas españoles, eres un tremendo gilipollas— y como todo buen final de telenovela me marche dejándoles un estruendoso portazo.

—¡No!— ellos no arruinarían mis planes —Jamás me iría contigo, me has insultado y la verdad eres asfixiante— mi mejor actuación hasta el momento —Me iré en mi auto, no esperare una negociación como respuesta, y Cameron— volteo sonriente, disfrutan...

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Entonces aquí estábamos, con el corazón latiendo a mil por hora y la oscuridad profunda de la noche haciendo que las estrellas brillaran con mayor fuerza; el alumbrado público de aquella zona era bastante intenso, de un color entre naranja y amarillento.
Al momento que lo visualice, justo ahí, a un lado de la entrada puedo jurar que la sangre me fluyó tan fuerte que estuvo a punto de reventarme las venas.

GET TO U |L.H.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora