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Había acordado con Peter que primero saldría yo del auto y después de 10 minutos bajaría él; así evitaríamos levantar sospechas de la platica que recién habíamos mantenido.

Me asegure de observar que no hubiera moros en la costa, y una vez que el terreno estaba limpio me dispuse a entrar con toda la actitud prepotente.

No me moleste en entrar a mi primera clase, después irrumpiría en los registros de asistencia y me quitaría esa falta.

"¿Nos vemos en los jardines traseros? Estaré esperándote en la mesa que está a unos metros del campo de fútbol.

Presione enviar y no me moleste en verificar la respuesta, ya que estaba completamente segura que sería positiva.

Mi primera misión sería dirigirme a la cafetería y buscar alguna bebida agradable que pueda ser del gusto de Calum; mi segunda actividad sería extra confidencial, tenía que lograrla sin que nadie lo supiera, de ser así quedaría totalmente frita, pues le pediría a un chico de segundo grado que se dedicaba a vender calmantes, así como drogas que hiciera de las suyas conmigo.

Podía notar que seguía siendo el centro de atención, y aunque mostrara un total agrado con ser el centro del universo, en mi interior quería pedirles a gritos que se metieran en sus propios asuntos y resolvieran sus patéticas vidas.

Cuando una chica perteneciente a la generación más reciente del instituto chocó conmigo intencionalmente mientras se burlaba por verme casi tropezar, recordé las palabras más dichosas de mi abuelo: "Para mantenernos a la cabeza tenemos que ser temidos, nunca amados".
Fue así como me transformé en ese monstruo que ellos tanto quieren de mí; mire a la niña de pies a cabeza con ojos de desaprobación, de la forma en la que mi familia hace conmigo.

—Espero que tú inexistente cerebro esté pensando en una buena disculpa, por que en todo el tiempo que me has hecho perder no he escuchado nada— adopte una buena pose, con un brazo recargado en el pecho y el codo del otro recargado en el dorso de mí mano.

—Uh lo siento, es que eres tan irrelevante que no pude verte— hablo la valiente y rebelde de las masas obreras.

Mi sonrisa falsa debió de haber sido una señal para que huyera, pero no lo hizo y ese fue su error.

—Mi problema es todo lo contrario, no puedo dejar de ser relevante— peine un poco mi cabello —Y todo para que personas insignificantes como tú tengan un tema interesante de que hablar en su día a día— me cruce de brazos y me estire para verme aún más alta e imponente. Su minúscula estatura nunca iba a ser competencia para mí.

—No me hag...— quiso hablar, pero ya había escuchado bastante a una simple súbdita, así que puse mi dedo en su boca, en señal de que guardara silencio.

—Deja de mover tu pútrida boca, me produce migraña— entonces desvío sus ojos hacia su misma boca —Solo te autorizo hablar si es para escucharte decir una disculpa que impresione a la reina de Inglaterra por que a mí dudo mucho que lo hagas, pero bueno, que se puede esperar de un simple animal carroñero con forma semi humana— no me detuve ahí, yo quería más, por lo que comencé a caminar alrededor de ella; inspeccionándola minuciosamente —¡Acuérdate ante todo que acabas de ofender a una miembro directa de la familia Faiers! Y que en mí recae el poder de que sigas estudiando en esta honorable escuela, pero también, con una simple llamada a mi padre o abuelo puedo hacer que tu minúscula familia pierda su pequeña fortuna y dejarlos en la bancarrota, como el vil animal callejero que se que eres— me acerque tanto a ella, cara a cara, que cualquiera pensaría que la besaría —Y solo recuerda, que no eres la primera chiquilla que intenta humillarme, y tampoco a la primera que le cumpliré esa advertencia, pero si puedes ser la única en salvar el pobre patrimonio de su familia— me miro con ansias y supe que la tenía comiendo de mi mano —Mientras no menciones alguna palabra u sonido durante el resto de la semana, todo estará bien.

GET TO U |L.H.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora