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—Quiero brindar— mi madre se puso de pie con una copa en mano y su esculpida sonrisa —Por fin los Faiers han notado que tiene un elemento invaluable de su lado, y no puedo expresar cuán orgullosa estoy de que por fin aportara su conocimiento para el bien de esta maravillosa familia— pauso unos segundos para recorrer toda la mesa con una rápida mirada —¡Por Cameron!— exclamó alzando su copa y saltando de alegría.

El comedor se encontraba repleto de cabezas rubias y falsas personalidades; el abuelo había organizado su famosa cena del último viernes de cada mes; todo el clan Faiers se reunía para compartir bocadillos y conversar sobre las buenas nuevas, y las más reciente trataba de cómo había caído del pedestal en el que me tenían. Cameron estaba con todas las intenciones de destronarme.

Trate de alejar todo tipo de pensamientos que pudieran anclarme a los malos cuchicheos que se hacían sobre mí. Solo tenia en mente mi plan de escape, el cual llevaba haciendo por mas de tres días. Después de cada comida o cena familiar inventaba alguna excusa para marcharme antes y evitar a las personas que me rodeaban, mis padres creían que lo hacía por que aún estaba molesta debido a los recientes acontecimientos, yo los dejaba conservar esa idea.

La verdad era que después de cerrar bajo llave mi habitación, corría hacia las escaleras de servicio y salía por la puerta que utilizaban los empleados de limpieza, era pan comido debido a que ninguno de mis parientes pisaba esos lares.

Pero las excusas de malestar estomacal y dolores de cabeza ya no funcionarían, ahora solo pensaba en algo nuevo que pudiera poner pretexto a mi huida.

El mismo mensaje de texto que ahora era como una alarma apareció en la pantalla de mi teléfono celular.

Luke Hemmings: Aquí esto, no tardes.

Aquellas cuatro palabras digitalízalas era una pequeña amenaza mezclada con una señal de advertencia.
El primer día que salí con Luke a espaldas de mis padres llegue 20 minutos tarde a nuestro punto de reunión; decir que su paciencia se agotó, es poco.

Volteo para observar como están las cosas a mi alrededor, y para mi mala suerte me encuentro con la mirada expectante de mi madre; sus cejas estaban arqueadas y sus labios fruncidos. La mujer podía parecer una completa inútil con una imagen sin imperfecciones, aunque era un error fatal subestimarla de esa manera, por algo mi padre la había elegido.

Baje la mirada hacia mi celular y lo apreté fuertemente entre mis dos manos. Esa pequeña sensación de nerviosismo amenazaba con entrar a mi cuerpo y dañar mis neuronas.

—Si me disculpan, necesito utilizar el tocador— anuncie a todos como si fuera algo de gran relevancia.

Empuje mi silla y me puse de pie, esto me permitió tener un mejor campo de visión; mi padre se encontraba susurrándole algo a mi madre, quien no dejaba de mirarme, al igual que Cameron.

—No tardes mi pequeña— menciono mi madre con esa pequeña sonrisa malévola.

Ellos sabían que algo ocurría, y verdaderamente me importaba poco.

Como era de suponer ni siquiera cruce por el tocador, inmediatamente corrí hacia el pequeño armario que se encontraba debajo de las escaleras. Intente colocarle el seguro, pero hacía más de 10 que yo misma lo había averiado; solía ser mi viejo escondite "secreto" y debo aceptar algunos melancólicos recuerdos pasaron por mi mente.

El timbre de llamada solo sonó una vez, era común en Luke responder casi de inmediato.

—Llevo más de 5 minutos esperándote— vaya forma de inaugurar una conversación.

—Tardaré un poco más que eso— respondí con el corazón latiéndome en el esófago.

—¿Otra vez tus padres o simple nerviosismo por ser descubierta?— sorprendentemente no se escuchaba molesto, al contrario, estaba utilizando ese tono grueso y sexy acompañado de sus involuntarios ronroneos.

GET TO U |L.H.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora