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Corrimos hasta donde Luke había dejado aparcado su auto, con la adrenalina y el miedo de que alguien estuviera siguiéndonos, pretendido atraparnos.

Los dos íbamos riendo como si la situación por la que acabábamos de pasar fuera lo más divertido del mundo. Ese tipo de sensación de libertad me brindaba Luke, ninguna preocupación.

Nos subimos en su auto hechos dos maniáticos más en el mundo, encendió el motor y arrancó tan rápido como fuera posible, las llantas de auto chillaron y el motor sonaba cada vez más fuerte.

Trate de controlar mi adrenalina, parar con mis carcajadas sin sentido y controlar mi respiración, sin en cambio Luke no parecía hacer lo mismo, se encontraba gritando, golpeando y rascándose la muñeca, parecía un enfermo mental en un episodio de locura. Y su aspecto físico no ayuda mucho a cambiar esa imagen.

Baje el espejo para verificar el estado en el que me encontraba; me ahogue con mi propia saliva por la sorpresa ¡Lucia completamente asquerosa!

—¡Por Dios!— exclamé sin retener el impacto que mi propia imagen me causaba.

—¡Joder! Me has asustado— gritó aún más exaltado de lo que ya estaba.

—Luzco peor que un cuerpo en la morgue— comencé a pasar mis manos por toda mi cara, desesperada y avergonzada por ser vista de esta forma.

—Voltea a verme— pidió Luke acariciando mi nuca.

Negué con la cabeza, probablemente me lanzaría del auto si viera fijamente mi rostro. Jamás había experimentado el sentirme fea, hasta ahora.

—Vas a tirarme del auto al momento en que me vas de frente— espete tapando mi rostro con las manos.

Con una imprudencia impresionante Luke apartó las manos del volante, y eso lo supe debido a que sus manos se posicionaron sobre las mías.

—¡Luke el auto!— exclamé aterrada. A la velocidad que veníamos podríamos estrellarnos y volar en partes.

Volvió a concentrarse en manejar y le rogué al cielo que no me hubiera mi terrible aspecto.

—Nunca había visto que alguien luciera tan linda aún con sangre ajena en su rostro— mencionó.

Me giré de golpe hacia él, lo vi mirarme de reojo mientras se burlaba de mí.

—No— susurre con vergüenza.

—No necesitas ese vestido ridículo, tampoco el maquillaje y peinado extravagantes— dijo, con esperanzas de hacerme sentir mejor.

Entonces, fue un simple arrebato de libertinaje lo que me hizo creer que sacarme el incómodo vestido era buena idea.

—¡Woah! ¿Qué haces? ¿Acaso estás tratando de provocarme?— pregunto Luke, olvidando que tenía nuestras vidas en sus manos y despegando la mirada del camino.

—Estoy harta de esta porquería— exprese despectivamente.

Lo único que quedó sobre mi cuerpo fue el pequeño "vestido" de fondo pegado al cuerpo, de tela delgada y color carne. Podría decirse que lucía como una prostituta costosa.

—Por favor dime que este es un plan para seducirme— pidió Luke, babeando como un perro hambriento.

—Abre la capota— le ordene ignorando la forma en la que me observaba, como si fuera un enorme filete.

Como un niño obediente hizo lo que le pedí, me puse de pie tanto como el auto en movimiento me lo permitió y como consiguiente grité: —¡Te odio maldita perra!— grité.

GET TO U |L.H.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora