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Me desperté y me tomo por sorpresa que el sentimiento de suciedad no se encontraba presente, en verdad creía que me sentiría como una ramera pero no fue así, en realidad me importó poco.

Camino sigilosamente por la habitación, hurgue entre sus cajones hasta encontrar una sudadera enorme y un short de licra que podía utilizar sin que se resbalara de mis caderas, por último tome unos enormes calcetines largos de su cajón. En el bolsillo trasero de sus jeans encontré su cartera y robé de ella algunos dólares.
Si, me estaba comportando como una striper de película.

Abrí la puerta cuidando de no hacer mucho ruido, camine sobre mis puntas esperando no ser escuchada.

No sabía donde estaba la salida, por lo que me encontraba abriendo cada puerta de la casa y el hecho de que no fuera un lugar tan grande lo hacía más fácil; cuando encontré el baño (aunque no lo estuviera buscando) me di un vistazo rápido en el espejo, nuevamente solté un grito ahogado al verme. Abrí la llave y me lavé la cara tanto como pude.
Mi aspecto no mejoró en lo absoluto, pero al menos logré una sensación refrescante.

Volví a mi búsqueda por la salida, pero al momento en que llegue a lo que parecía ser la sala del pequeño departamento una terrible presencia me tomo por sorpresa.

Los dos nos miramos con un gesto de sorpresa, él intentó sonreír pero al recorrerme de pies a cabeza con su mirada y percatarse de mi vestimenta, su rostro se distorsionó en una mueca confusa.

—¿Qué...?— intentó preguntar, pero mi rápido intento de huida lo interrumpió sin dejarlo terminar —Esa puerta es la alacena— me dijo una vez que yo misma había comprobado que había abierto la puerta incorrecta.

Maldecí por lo bajo y busque con mis ojos la siguiente puerta.

—¿Buscas la salida?—pregunto elevando la voz.

—Si ¿Podrías bajar tu tono de voz?— pedí de forma grosera.

—¿Qué sucedió ahí dentro?— pregunto inocentemente.

Me reí con toques sarcásticos y torcí los ojos.

—Tú más que nadie sabes lo que ocurrió.

Ashton frunció el ceño sin creerlo, lo vi pasear sus ojos desde mi cuerpo hasta una puerta que se encontraba a unos 6 pasos de mí, supuse que esa era la salida.

Corrí tan rápido como pude hacia la antes mencionada, cuando mis manos llegaron a la perilla Ashton se alebrestó.

—¡Espera!— exclamó sin importarle lo que le había pedido hace unos momento —¿Porque estas huyendo?

—¡Ya lo sé todo! — grite con un pequeño nudo en la garganta —Así que por favor deja de actuar como idiota y dile que ya puede dejarme en paz, ya tuvo lo que quería— fue lo ultimo que dije antes de azotar la puerta y correr justo a la velocidad que lo hacía en las competencias de atletismo.

Me detuve un poco a la deriva, cuando pude ver qué había una tienda de autoservicio. Corrí hacia adentrarme en ella, la pequeña campana encima de la puerta sonó avisando que algún extraño había entrado. El señor que al parecer estaba encargado del manejo de tal tienda me observó incrédulo de pies a cabeza, yo misma sabía que en su cabeza pasaba la idea de que yo era una indigente.

—Necesito usar su teléfono— fue lo primero y único que dije.

Me dio una mirada desconfiada y negó con la cabeza.

—¡Vete ya! Tengo un arma y odio a los malditos maleantes como tú— grito sacando una pistola que podría ser de juguete.

Me pegue a la puerta de vidrio como defensa, mi respiración se aceleró debido al susto. Él hombre se veía tan convencido que tuve que recorrer al más bajo chantaje: hacerme la víctima.

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