1. La propuesta de Elise

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Nota: Contiene referencias a " Tú sacas lo oscuro y secreto de mí"

El gimnasio de la sede de la Port Mafia era el santuario de retiro espiritual de Chuuya. No solo entrenaba allí el cuerpo, sino que su mente se relajaba con la concentración con que emprendía cada una de las rutinas hasta el punto que una gran paz llenaba su alma cuando, en la ducha tras el ejercicio, dejaba que el agua cayera sobre su piel.

Todo se fue al carajo cuando Mori le nombró entrenador personal de Dazai.

Chuuya presintió realmente que algo malo le iba a suceder mientras subía, junto al idiota de Dazai, en el ascensor de la central de la Port Mafia hasta el piso donde se encontraba el despacho de Mori.

Tenía motivos para sus malos augurios.

La última misión había sido un fracaso por responsabilidad directa de su no deseado compañero.

En su fuero interno pedía a los dioses que Mori reconsiderara de una vez el juntarlos a los dos en casi todos los trabajos. Eran incompatibles y eso se reflejaba en los resultados obtenidos.

No, no era cierto. El porcentaje de éxito de los dos ejecutivos cuando trabajaban juntos era del 90%. Eran como una pareja de patinaje artístico que se odian pero que se complementan en la competición.

A diez pisos de llegar a su destino y , mientras Chuuya se tapaba la cara con las manos sobrellevando el dolor de cabeza que sentía por el sobresfuerzo realizado por salvar a Dazai, transportándolo sobre sus hombros casi tres kilómetros, este tenía los brazos cruzados por encima de su cabeza y canturreaba una de sus estúpidas canciones sobre suicidios.

-Si te parto la boca de un puñetazo, ¿te callarás? -rechinaron los dientes de Chuuya al preguntar.

-No - respondió Dazai cantando más fuerte.

"Y allí, entre las ramas de los árboles colgado permaneceré,

mientras mi cuerpo se pudre al amanecer"

-Esa canción te las acabas de inventar -soltó Chuuya retirando las manos de sus ojos mostrando unas grandes ojeras grises por el cansancio.

Dazai le miró de reojo mientras, al fin, dejaba de cantar, y le aconsejó:

-Necesitarías corrector antes de ver al jefe, te ves horroroso. Una diva como tú nunca debería lucir así.

-Vete a la mierda.

-En ella estoy cuando te tengo a mi lado.

Cuando el timbre que anunciaba que habían llegado al piso deseado sonó, Dazai dijo con alegría:

-Demos un buen espectáculo.

Chuuya sabía que se refería a esas peleas habituales que montaban delante de Mori y que, sospechaba, al jefe agradaba de contemplar. Sus dos ejecutivos de diecisiete años seguían peleándose como cuando tenían quince años.

Tras cada pelea, Chuuya se juraba a sí mismo que sería la última. Él era una persona adulta, en comparación con Dazai, el bebé de guardería. Pero no sabía cómo lo conseguía Dazai, que siempre la acababan liando y ambos vociferando a grito pelado.

Los hombres que custodiaban el acceso al despacho, les dejaron pasar nada más se acercaron y los dos, con paso firme y, emanando el peligro que ambos encerraban, pasaron al despacho.

Mori les esperaba con los codos apoyados en su escritorio enorme y las manos cruzadas, debilitándose con la imagen que le ofrecía su dos hombres más preciados de la Port Mafia.

Junto a la mesa, sobre la alfombra, una niña dibujaba garabatos.

Una gran sonrisa se pintó en su rostro, se levantó y corrió hacia Chuuya abrazándole.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Where stories live. Discover now