10. Get Ready

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Chuuya llegaba tarde.

Más de diez minutos de retraso llevaba ya.

Era tan inusual en él que si Dazai no supiera ya qué era lo que causaba esa demora hubiera ido a buscarle.

Ane-san.

Hacía un cuarto de hora la había visto salir del ascensor del hall, donde él había quedado con Chuuya. Elegante, sofisticada y hermosa como siempre, pero con su boca en ese momento torcida en un mohín de disgusto.

Dazai la saludó de una forma excesivamente efusiva y ella le respondió entre dientes, rápido, casi sin parar su paso hacia la calle.

Dazai sabía que él era el causante de su enojo. Kouyou se había convertido para Chuuya en toda una hermana mayor y, como tal, no quería que nadie ni nada hiciese daño al pequeño Nakahara. Dazai podía imaginarse muy bien que ella había ido al dormitorio de Chuuya a advertirle que no se dejase manipular.

¡Ah! Con los planes que se había hecho Dazai para burlarse de Chuuya. Verle con esa sonrisita de bobalicona felicidad cuando habían quedado tras despedirse de Oda, le dio alas a Dazai para planear toda una velada fingiendo que estaba realmente interesado en el pelirrojo frívolo.

Hablando de Oda. Esperaba que Kouyou hubiese sacado la parte fuerte de mujer fogosa que Dazai adivinaba que tenía y le hubiese montado una escena de celos a Chuuya.

El enano se había pasado coqueteando con Oda. Se merecía el cabreo de Kouyou.

Oda, su gran amigo junto con Ango, se merecía a alguien a su altura. Kouyou podía ser la pareja perfecta si ella pudiese volver a creer en el amor. Pero ahí Dazai le daba la razón: el amor y la esperanza no existían.

No es que él se hubiese enamorado alguna vez. Ni lo había hecho ni pensaba hacerlo.

El sexo era divertido. Más allá no pensaba ir.

Había visto llorar a más de una chica cuando él pasaba de ellas. Le hubiera gustado sentir algo de empatía. No. ¿Para qué mentirse? No quería saber ni de lejos cómo era sufrir de esa manera.

Amar era sinónimo de sufrir.

A él le bastaban sus amigos. Sus dos amigos.

Y además, y no era por repetirse de nuevo, Chuuya era un chico. Y a él no le gustaban los hombres.

Mientras reflexionaba así, el ascensor se volvió a abrir y al fin apareció Chuuya.

¡Iba hecho un cromo!

¿Se había arreglado tanto por él?

Hasta le quedaba bien el sombrero, aunque no se lo diría. Era ya una broma personal burlarse de sus sombreros.

¡Quizá si pudiera entretenerse jugando con un Chuuya esperanzado!

Pero la cara de Chuuya tomó esa expresión amargada, llena de asco, que solía poner el 99% del tiempo para crear una barrera ante Dazai cuando eran más jóvenes.

Chuuya ya había dejado de ser un crío. Lo que le había dicho Kouyou le habría afectado realmente.

Dazai probó a sacar sus armas de superencanto personal.

-¡¡¡Chuuyaaa!!! -Le saludo con su tono más alegre -Pensaba que te había pasado algo.

-¿Me echas en cara por una vez que llego tarde?-se defendió con chispas en los ojos- ¡Tú siempre eres don tardón, Dazai!

Vale. Estaba muy nervioso.

La bronca de Kouyou debía haber sido monumental.

-Estaba preocupado...-intentó seguir siendo amable.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Where stories live. Discover now