15. Exclusividad

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Como la tarde anterior, Chuuya revisaba en el espejo de su dormitorio su aspecto: pantalones negros ajustados, botas altas bajo las perneras, camisa roja medio abierta con una camiseta blanca debajo que dejaba entrever la superficie dura de su pecho trabajado y chaqueta de cuero negra con chapas de las diferentes marcas de motos que había tenido en los ojales. En las misiones solían acabar destrozadas y ya llevaba más de siete desde que entró en la Mafia. Muchas morían por culpa de las imprudencias en que le arrastraba Dazai.

Suspiró al pensar en él.

Se recolocó un mechón rebelde de la frente y dio por bueno su aspecto.

Hoy dejaría los sombreros. Iba a llevar casco al no poder utilizar su habilidad al conducir y además, a Dazai no le agradaban.

Volvió a echarse un poquito más de perfume, esta vez tras las orejas, mientras sonreía por las cosquillas que sentía en el estómago.

Si la tarde anterior Chuuya había pensado que el ir juntos a comprar ropa deportiva se asemejaba a una cita, ahora ya no cabía duda.

Pero,¿ realmente estaban saliendo?

Chuuya iba a hacer realidad lo que siempre él había imaginado al ir con Dazai en plan romántico: llevarle en la moto, besarse a mitad camino bajo la luz de la luna, ir a beber al Lupin con los amigos de Dazai, pues al fin de cuentas él era su pareja, en sus fantasías claro está, y luego, tras beber y reír mucho, acabar la velada con pasión entre las sábanas de un lovehotel coqueto y tranquilo.

Negó con ironía moviendo la cabeza. Esto último sabía que no iba a pasar porque Dazai estaba demasiado confundido para dejarse llevar por lo que su cuerpo le pedía a gritos. Que echara hacia atrás todos sus intentos de ir a más, solo le demostraban que no estaba preparado para aceptar que se sentía atraído por un hombre.

Le dejaría tiempo, no quería estropear aquello que tenían, fuese lo que fuese. Bueno, él sí lo sabía. Estaba enamorado de Dazai Osamu, y esa aceptación le proporcionaba una gran calma interna. Era como aceptar que tienes una enfermedad crónica, en donde debes asumir el medicarte el resto de tu vida. Pues en este caso la dolencia se llamaba Dazai, pero, por desgracia, no había droga legal que pudiese paliar los síntomas. Si acaso el vino, un buen vino.

Chuuya decidió dejar de torturarse con esos pensamientos y disfrutar de aquella noche con la que tanto había soñado y que nunca pensó que se hiciese realidad.

Nadie lo iba a estropear, empezando por Kouyou, de la que él sabía que estaba muy liada con la reinauguración de un casino esa noche.

Su querida hermana no acudiría a su habitación a soltarle predicciones de mal agüero sobre quedarse él más solo que la una cuando Dazai le rompiera el corazón.

Cogió las llaves de la moto y los dos cascos que previamente había preparado, cuando su móvil, que llevaba en el bolsillo derecho del pantalón empezó a vibrar.

Maldijo por lo bajo.

Como fuera Kouyou que se había enterado que iba a salir con Dazai y le quería dar la chapa de nuevo...

Pero no. En la pantalla ponía BOSS.

¿Habría ocurrido algo que requería su presencia? A pesar de toda la lealtad que le había jurado a Mori, soltó un "mierda" bien alto antes de descolgar.

-Sí, jefe -respondió utilizando el tono más profesional y neutro que sabía.

-Chuuya, estoy sorprendido de que hayas decidido interrumpir la sesión de entrenamiento sin avisarme, luego de que yo alteré tu agenda y la de Dazai para que pudieses seguir con tus clases como entrenador personal.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora