8. Celos

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Dedicado a mi querida ---Abril02 para que se mejore.

Dazai, desde la extraña posición que se encontraba con el tronco en el suelo y las piernas aún en la máquina de poleas, observaba el bloque de pesas al otro extremo.

Si pudiese poner la cabeza bajo ellas y alguien soltase la polea, su cráneo se aplastaría.

Sería un buen método de acabar con su vida.

¿A quién le podría pedir que le ayudase? Se lo podría ordenar a un subordinado. Pensó en dos o tres que solían muscularse hasta parecer armarios. Sin duda, con la promesa de un ascenso y un papel firmado por el propio Dazai exonerándoles de culpa, aceptarían colaborar.

Se entusiasmó con la esperanza de acabar con su miserable e inútil existencia.

Rió para sí más que feliz pero entonces recordó que no podía morirse dejando a Chuuya creyendo aquello de "sabiendo que tú sabes que lo sé"

Además sin duda que todos los sesos del cráneo se desparramasen debía ser una muerte lenta y, sobretodo, incómoda y desagradable.

Lo descartó. Nada de una muerte dolorosa y la realidad de que Chuuya asistiría a su entierro creyéndose el ganador.

Además tampoco quería Dazai que ese incordio asistiese a su sepelio. De hecho no quería que nadie existiese.

Suspiró. Tenía que hablar con Mori de ese tema tan importante para alguien que desea morir pronto. No quería una ceremonia emotiva cómo las que se solían organizar en homenaje a los caídos. Esos entierros en los que Dazai envidiaba tanto a los difuntos.

Aunque, si se paraba a imaginarlo, seguro que Chuuya asistía con su sombrero sobre el pecho ofreciéndole un respeto que nunca le tuvo en vida y llorando a moco tendido cual plañidera. Sí, aquello ya pintaba mejor. Haría llorar y sufrir al enano hasta el final.

Chuuya, el que vivía a la sombra de Dazai, sin duda, tras su marcha, su vida se volvería gris y triste. ¡Justo lo que deseaba para el enano!

Pero el tonito juguetón con el que había dicho lo de "sabiendo que tú sabes que lo sé."

¿Cómo se atrevía Chuuya a copiar sus frases?

Bueno, a decir verdad, le gustaba que le citase. Sabía de sobra que Chuuya era su mayor admirador, aunque lo disimulase, con poca habilidad, echando pestes sobre él.

Pero si Chuuya llegaba a pensar, ni por un solo segundo, que él era objeto de deseo del demonio prodigio de la Port Mafia, signficaba que era un completo iluso.

Sí debía reconocer, en secreto para sí, que si Chuuya hubiese sido la chica que Dazai pretendió imaginar al principio del juego de seducción mientras hacían pesas, es decir, con un par de buenas tetas y esa hendidura del placer entre las piernas; pues nada más empezar con sus conteneos, sus gemidos fingidos, y sus movimientos sensuales mientras explicaba el ejercicio, Dazai la hubiese agarrado bien y le hubiese dado bien duro. Pero, Chuuya tenía pene y testículos y, por muy apetitosas que pareciesen a la vista sus abdominales, él no las cambiaba por unos pechos redondos y suculentos.

Aunque ese culito.

No, no. Borró la imagen del trasero de Chuuya de su mente. Lo que venía con el pack arruinaba todo.

Debía hablar con él, tras comer lo que trajese de la cafetería. Y esperaría porque realmente tenía hambre.

Hablaría pues y le diría que, aunque realmente se había divertido con el papel de Chuuya de Personal Trainer cruel, debían de dejar los entrenamientos.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora