43 ¡ Feliz Navidad!

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La víspera del día de Navidad, lo que era conocido por los cristianos como Nochebuena, había sido planeada una gran fiesta en el casino más grande de Yokohama; controlado, claro está, por la Port Mafia.

La expectación por aquel evento, el primero que se realizaba en la ciudad de este tipo tras la gran guerra, causó que las entradas pronto se acabasen y que la reventa, vigilada por la Port Mafia, aumentase el precio de las mismas hasta cinco veces más.

Kouyou estaba tan satisfecha por los beneficios que, incluso antes de celebrarse estaba suponiendo para la rama de la Corporación dirigida por ella, que ya tenía en su mente la fiesta del año siguiente.

A la fiesta estaban convocados políticos, millonarios e incluso estrellas de la farándula. Todos con ganas de ver a la Idol más querida del momento, cuya actuación iba ser la atracción principal de la velada.

La Lagartija Negra eran los encargados de la seguridad, dirigidos por Akutagawa, quien había sido puesto en ese cargo por Dazai. Ellos eran los únicos mafiosos que podrían estar presentes, además de la directiva.

Aquella exclusión del resto de trabajadores no fue del agrado de Chuuya pero había sido una decisión directa de Dazai con un doble motivo: por un lado tener más control sobre los invitados y, por otro lado, aumentar el número de éstos; lo que significaba más dinero por entradas y consumiciones.

—Chuuuuuuya —le canturreó su nombre por tercera vez en los últimos diez minutos un Dazai tumbado en la cama del dormitorio del pelirrojo, quien se acababa de cambiar de corbata de nuevo. —La primera corbata ya te quedaba bien, la roja. Si sigues sin decidirte no vamos a llegar nunca a la fiesta.

—¡No es la corbata! —resopló agobiado Chuuya mientras desechaba la corbata gris que se estaba pasando y recogía la roja como había sugerido Dazai. —Es que mis hombres van a estar bebiendo en cualquier garito mientras nosotros vamos a estar en una fiesta toda exclusiva.

—Te recuerdo que vamos a estar trabajando, supervisando la seguridad—suspiró Dazai mientras se levantaba de la cama, iba donde Chuuya y este le dejaba que le pasase la corbata. —La mitad de los invitados de esa fiesta son muy apetecibles de ser secuestrados y la otra mitad pagarían el doble del rescate para que los secuestradores matasen a esos secuestrados.

Chuuya se rió a pesar de lo mal que se encontraba pues lo cierto es que Dazai llevaba razón por eso el Doble Negro también debía estar controlando que nada amenazase la diversión de los invitados.

—¿Es malo que desee que haya movida durante la fiesta?

Dazai compartió la sonrisa de Chuuya.

—¿Tienes ganas de partir un par de cuellos?

Chuuya asintió.

—Me estoy oxidando —aseguró con una mueca pendenciera. — Hace tiempo que no pongo a prueba mi cuerpo.

Dazai había acabado de atarle la corbata. Le dio la vuelta para que se mirase en el espejo con el agarrado por detrás y le preguntó cariñoso:

—¿No lo pones bastante a prueba en el gimnasio ?

Mientras decía esto Dazai acariciaba lentamente el glúteo derecho de Chuuya.

—Dazai, si empiezas a tocarme así, te aseguro que vamos a llegar muy tarde a la fiesta.

Sus palabras no tenían ningún fondo de queja pues al mismo tiempo echaba el trasero hacia atrás buscando más contacto con los dedos de Dazai.

—Me da igual llegar tarde y a tí supongo que también.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Where stories live. Discover now