18. El Bar Lupin (Parte Dos)

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Dedicado a marcev27 por ser tan buena psicóloga. Gracias por dejarme utilizar tu comentario del capítulo anterior para introducir el siguiente.

Aviso: Contenido adulto. Descripciones sexuales explícitas.

A Dazai le gusta el Chuuya duro, el dominante, el alfa, el pecho peludo. El que le mira directamente sin ningún miedo a los ojos, con el que se siente seguro. El Chuuya emocional le espanta de miedo y lo ataca.

Tras provocar sus celos por la forma en que babeaba mirando a Oda y Dazai reprochárselo, Chuuya se había convertido en un despojo de sí mismo, carne de cañón para la burla.

No había sido un maldeducado, como le había recriminado Ango, Chuuya tampoco habría necesitado de la ayuda de Oda porque él podía solo con la situación adversa que un Dazai inspirado le había planteado, convirtiéndole de su sueño de ser uno más en el grupo de sus amigos en el Lupin, a un idiota vilipendiado.

Con cada provocación de Dazai, este esperaba que el Chuuya que él admiraba, el que le gustaba, saliese a la superficie, y al fin lo había conseguido.

Allí estaba él. Inmovilizado, listo para que Chuuya cumpliese su palabra: averiguar qué es lo que realmente le iba a él.

¿Qué quería hacerle? ¿Besarle sin que él pudiera tocarle?

Excitante.

Sin duda al notar el aliento a alcohol en su garganta, tras tres copas de vino bebidas de trago, le provocaría arcadas y el experimento para saber si a Dazai le iban los hombres acabaría pronto y en fracaso.

Hum. Quizá no sería esto último bueno. ¿Renunciar a los besos de Chuuya para siempre quizá tras tal afrenta? ¿Tener que conformarse tan solo con los sucedáneos de besos que serían a partir de en ese momento cualquier ligue que añadiese a su lista de chicas disponibles?

Aumentó Chuuya más la presión de su mano izquierda sobre su pecho y empezó a contemplar, con ojos medios ebrios, cada detalle de cómo le quedaba esa camisa negra que había estrenado precisamente para él esa noche porque una vez le aconsejó que no siempre llevase camisas blancas. Chuuya, con seguridad, pues no había hecho ninguna mención, no recordaba quizá aquella recomendación. Ya se lo rememoraría cuando le fuese de alguna utilidad.

Dazai notaba como el alcohol, sin duda, le sugería ideas estúpidas a Chuuya que le harían quizá arrastrarse más ante él.

¿Se le intentaría declarar todo mimoso de nuevo? No, no quería ni imaginarlo. No quería sentir vergüenza ajena. ¿O sería algo físico? Las posibilidades abarcaban de una caricia a una violación. No, Chuuya nunca le haría algo así. Chuuya debía saber que alguien heterosexual demostrado como era Dazai no pasaría, de forma voluntaria, más que de unos besos. No podría obligarle a nada más, porque su habilidad de controlar la gravedad no le afectaba y amenazarle con matarle, lo que concedería su mayor deseo, tampoco le serviría.

Podría drogarle, claro está, aún sabiendo que después Dazai se vengaría y simplemente le cortaría los testículos y se los haría comer. Pero, ¿Qué decía? El enano estaba muy colgado por él, y ni siquiera borracho, se atrevería a hacerle nada sin pedirle su consentimiento. ¡Ay, el amor le hacía a Chuuya un debilucho! Un debilucho adorable.

Los labios de Chuuya se movían anhelosos sin hablar. Dazai supo que quería darle un beso que le cortase la respiración.

¿Con éso pensaba que le iba a demostrar que le gustaban los hombres?

¡Era todo un inocente!

Un beso no era nada. Solo diversión.

Claro que se dejaría.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Where stories live. Discover now