5. Mancuernas (Parte Uno)

4.3K 623 884
                                    

Se imaginaría que Chuuya era una chica.

Una preciosa pelirroja de labios color fresa, ojos zafiro embrujadores y lindo trasero.

Si en su cabeza añadía un par de buenas tetas y trataba de no escuchar su lenguaje soez, quizá sí podría fingir que él lo trataba de seducir sin que se notase demasiado la mentira.

Sí, iba a averiguar cuánto tardaba Chuuyitita en suspirar al creer que había atraído la atención de Dazai.

Chuuyitita.

Lanzó una risita por el nombre que se le acababa de ocurrir.

Mucho más adecuado que Osito Quasi.

-¿Te ríes? - el buen humor de Chuuya seguía.

Sí, sí. Que siguiera confiado en haberle controlado. No le pediría que fuera más el Entrenador Puño de Acero, sino el blandengue iluso que era tan sencillo de controlar.

Chuuyitita.

Dazai escondió la diversión y mostró esa sonrisa que hacía que sus labios pareciesen más carnosos, mientras sus ojos castaños emitían ese magnetismo a los que ninguna chica se resistía.

Chuuyitita no iba a ser menos.

Solo tenía que girarse y mirarle.

Chuuya estaba en ese momento ocupado eligiendo dos mancuernas. Tomó unas demasiado pequeñas para el gusto de Dazai. ¿Acaso pensaba que tenía él tan poca fuerza en los brazos?

Desde luego se había propuesto que no iba a volver a ir de listo como con las abdominales.

No quería contraerse o tener un tirón muscular.

Dejaría que Chuuya le enseñara la técnica y luego le pediría una pesa el doble de grande, al menos.

A Chuuyitita le brillarían los ojos con lucecitas enamoradas de colores cuando viera lo fuertote que era él.

Sí, ese día conseguiría que Chuuya le pidiera una cita, pero no para beber, no. Sino para derretirse a su lado. Y Dazai le contestaría que no tenía tiempo pues su agenda estaba llena de mujeres que morían por sus huesos. Aun así, quizá si era buen chico y aceptaba que era su perro, lograría un hueco para él.

Quizá si Chuuya le rogaba, Dazai fuera bondadoso y accediese a tener una cita con él.

Un poco de alcohol, unas miradas con doble sentido, que Chuuyitita pusiese morritos dulzones, que le suplicase un beso.

¡Pintaba prometedor!

Aunque, por descontado, solo era para reírse.

Iba a tener tema de tertulia con Oda y Ango durante un mes como mínimo.

Le iba a tomar hasta fotos si podía.

Todo por diversión, claro.

Porque a él no le gustaban los hombres, por supuesto.

Chuuya podía hacer con su cuerpo canijo lo que quisiese, podía ir a por todos los palos de la baraja, pero desde luego a él solo le gustaba el pescado y el marisco. Sobretodo las conchas bellas y hermosas.

Como la chica de la perfumería. Quizá tendría que desbloquear su número y así poder mostrarle a Chuuya los mensajes de adoración, que sin duda la joven le habría mandado, alucinando aún por el buen sexo con que él le había obsequiado.

Se alegró de la desgracia ajena por anticipado al imaginar la cara de Chuuya al leerlos. Cara de tonto el culo. Lo que el enano era.

Su plan de conquista del tsundere de Chuuyitita empezaría en el momento se girase y viese su mirada cautivadora.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Where stories live. Discover now