19. El Bar Lupin (Parte Tres)

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Dedicado a mi queridas amigas por aconsejarme y aguantarme. Os quiero.

Nada más salir del baño Chuuya apoyó su espalda contra la pared del pequeño pasillito que llevaba de vuelta a la barra de bar, se puso la mano derecha sobre su corazón y cerró los ojos saboreando la alegría tan enorme que le llenaba el pecho no porque le hubiese dado una pequeña lección a Dazai, no, sino porque le había visto gozar, gemir, dejarse llevar, suplicar por el placer que él le había dado con sus buenos manejos con los dedos.

Esos suspiros, ese rostro extasiado, esa entrega, le hacía olvidar todos sus desplantes pasados. Daba igual que volviese a negarle que le gustaba. Chuuya sabía que, en definitiva y totalmente, a Osamu Dazai le atraía sexualmente Chuuya Nakahara.

Aunque no era un iluso y tenía muy claro que todas aquellas afirmaciones de que le gustaba y de que no importaba que fuese un hombre las había dicho su boca mentirosa solo por conseguir una mamada que, de forma maliciosa, Chuuya le había hecho creer que recibiría cuando se había arrodillado frente a él.

A Chuuya se le escapó una risita.

Ay, si le había hecho disfrutar tanto con una paja inconclusa, con su boca le haría llegar al séptimo cielo.

Pero él, Chuuya, no era alguien fácil, no.

Kouyou le había enseñado en sus clases de seducción que uno tenía que mostrar parte de sus armas al sujeto que era el objetivo, haciéndole entrever lo que le aguardaba. Así, una vez despertado el interés, hacerse de rogar hasta conseguir lo que se buscaba como un intercambio donde siempre se debía sacar un beneficio mayor que el que se ofrecía.

La finalidad que buscaba Chuuya estaba clara: conseguir que Dazai le confesase con sinceridad que le gustaba él, no por un favor sexual ni por otro tipo de interés egoísta, como el tomarle el pelo en otra de sus jugarretas continuas.

Y sabía que lo lograría.

Su "a mí no me gustan los hombres" no volvería a salir de aquellos deliciosos y jugosos labios del castaño.

Sin dejar su sonrisa boba de alegría se encaminó de nuevo hacia la barra preguntándose si realmente Dazai estaría pensando en él mientras se satisfacía a sí mismo.

Solo con imaginarlo soltó una carcajada.

Aunque también al dibujar la imagen mental en su mente, la erección propia despertada tras darle placer con sus dedos a Dazai, aumentó.

Nada, sería fuerte, pensaría en algo que le quitase la libido, como por ejemplo, el lunar de Ango.

¡Eso había sido cruel! El profesor cuatro ojos había salido en su defensa cuando Dazai había sido don cabrón celoso por Oda.

Debía reconocerse que no sentía ninguna culpa por no poder disimular cómo le ponía Oda. Es que, joder, no podía evitar que el corazón se le acelerara cada vez que Oda aparecía ante él. Menudo ejemplar de la madre naturaleza.

Nada más verlo de nuevo mirando en su dirección, sin duda preocupado porque Dazai le había seguido al baño, Chuuya se lamentó de haberse enamorado de la persona equivocada.

¿Pero qué pensamientos eran aquellos?

Sabía que Oda nunca le podría corresponder pues, a diferencia de Dazai, no debía propagar a los cuatro vientos que era heterosexual. Chuuya sabía que lo era y no porque conociera que algo había habido y quizá aún había, entre Kouyou y él.

Lo era.

A pesar de todas aquellas verdades, si solo hubiese la pequeña posibilidad de que él se fijase en él, solo la pequeña posibilidad, mandaría al estúpido de Dazai y sus mentiras a la mierda y conocería solo la felicidad ante alguien que era lo opuesto al ejemplo de egoísmo andante que Dazai era.

Chuuya, Personal Trainer. ( Completada )Soukoku. Bungou Stray Dogs.Where stories live. Discover now