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HERA

Me desperté con un dolor enorme de cabeza, no era por las bebidas que había tomado la otra noche. No, era por un sueño demasiado raro que tuve, un chico pequeño y una chica pequeña, sonrisas y risas y luego sangre. Eso es lo que recuerdo y bueno, las lágrimas que solté después, me desperté en medio de la madrugada llorando a mares. Ese sueño había acabado con mi cerebro. Tampoco entendía porque.

Salí para coger un vaso de agua fría, el cual me lo bebí de un trago, pero una voz grave hizo que soltase el vaso del susto y este se rompió en mil pedazos.

Solté un grito.

—¿Qué cojones?¿Qué haces todavía aquí?— Dragon seguía en mi salón, en boxers, sin camiseta.

Dios sus abdominales.

Cállate Hera

—Cuidado, eso es peligroso. —Me apartó de los cristales del suelo antes de que pudiera moverme.

Este se colocó en frente mía dándome la espalda, yo me perdí en su enorme tatuaje. Tenía un enorme Dragón en su espalda, como su nombre. Luego había dos iniciales al final de la cola del dragón.

'H.H'

Vi que se agachaba recogiendo los cristales rotos y yo solo seguía pérdida en ese tatuaje y esas iniciales. Por un momento pensé que eran las iniciales de mi nombre, pero sacudí mi cabeza quitándome esa idea, ¿por qué iba a tener mi nombre tatuado? No tiene sentido.

Será que su madre o alguien importante tenía las mismas iniciales que yo. Su voz me hizo volver de mi mundo.

—¿Hola?— Preguntó algo exasperado.

—¿Q-qué dices?— Sacudí la cabeza y esté se dio la vuelta para mirarme desde el suelo.

—Pásame el recogedor, por favor.— Me moví rápidamente para pasarle el recogedor.

Me crucé de brazos.

—Yo también puedo hacerlo, no es tan difícil.— Este río ante mis murmullos.

—No quiero que te hagas daño.— Rodé mis ojos, ¿qué se pensaba este?

—Ni que fuera una torpe.— Este volvió a reír mientras se levantaba con el recogedor.

—Eso no lo demostraste ayer cuando tiraste ese jarrón y hiciste que casi te maten. — Me dijo con su voz de graciosillo.

—Si lo ves por otra parte, te salve la vida. — Su carcajada me dejó claro que mi comentario fue estúpido.

Rodé los ojos.

—Perdona cariño, pero me las podía apañar. — Claro que podía, me ha dejado claro de que era un criminal.

Seguro que si yo no hubiera estado ese tío estaría muerto.

—Bueno pues ahora también te las puedes apañar saliendo de mi casa. — Hablé enfadada, estar a su lado me ponía enferma, literalmente.

—¿Tus padres no te han enseñado cómo tratar a los invitados o es que también se te ha olvidado eso?— Preguntó sarcástico mientras dejaba el recogedor en su sitio.

—Perdona ¿qué?— Creo que incluso él se sorprendió ante lo que había dicho, pues estaba estático y sus músculos se encontraban tensos.

—Nada.— Respondió con su tono frío.

—Te puedes ir largando de aquí.— Ahora sí me había cabreado. Me dirigí a la puerta para abrirla.

—Princesa, déjame vestirme primero, cosa que tú también deberías hacer.— Mierda.

Dragon © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora