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DRAGON

—¿Las iniciales que significa? — Preguntó ella acariciando mi piel.

—Tu nombre. — La miré con una sonrisa y ella me la devolvió.

—¿Y el dragón? — Volví a sonreír ante su curiosidad.

—Tú no te acuerdas, pero de pequeños siempre me decías que yo era como un dragón, cuando algún chico te decía guapa o quería jugar contigo yo me ponía celoso y les gritaba, tú me decías dragón. Cuando crecí decidí ponerme ese nombre para pasar desapercibido. — Ella me sonrió tristemente.

—Ojala pudiera recordar algo de nuestro pasado. — Yo asentí.

—Estoy seguro de que pronto lo harás,  estás empezando a tener sueños, eso es un buen comienzo.

—Quiero saber más que unos simples sueños. — Yo sonreí.

—Hess dale tiempo. — Ella asintió.

—No has cambiado mucho, sigues siendo igual de terca, pero tengo una duda. — Ella me miró a los ojos dulcemente. — ¿Cómo es que no sabes nadar?

—No sé, supongo que nunca aprendí a nadar.

La miré con dulzura.

—Hera, de pequeños nadabamos juntos en la piscina.— Me miró triste como si quisiera recordar eso.

—El golpe dejó muchas secuelas. — Yo asentí. — Voy a coger algo de comer, ya vuelvo. — Ella me dio un beso y salió de la habitación.

Llevaba dos días en su casa y se sentía de maravilla, su amiga no estaba, se había quedado en casa de Stella.

Estos días lo único que hicimos fue leer los documentos y ver los vídeos de nuevo, no nos hemos podido poner en contacto con su padre, no hasta el Lunes, él se encontraba fuera del país ahora mismo.

Habíamos hablado de más cosas de cuando fuimos pequeños, yo le contaba recuerdos y ella solo los escuchaba deseosa de recordar.

Me ponía triste que no pudiera recordar, pero juré darle tiempo, poco a poco los recuperará, quiero creer en eso. Al rato sonreí inconscientemente, me encontraba feliz, el mundo estaba de mi parte por una vez, tenía a la chica que amaba y pronto al asesino de mis padres.

De repente el gritó de Hera sonó por toda la casa sacándome de mis pensamientos. Salí de la habitación sin camiseta, solo con unos pantalones y un arma. Hera estaba siendo sujetada por un hombre que la apuntaba con una pistola y por otro lado un amigo de Stone estaba sentando en el sofá sonriendo ante la escena.

—¿Qué mierda está pasando aquí? — Pregunté apuntando al hombre que tenía a Hera.

—Si disparas ella muere así que baja eso, es tiempo perdido. — Me dijo el del sofá.

Hice lo que me dijo.

—¿Qué hacéis aquí?

El tío del sofá se levantó riendo.

—¿Crees que Stone es tan tonto? — Lo miré sin entender.— Sabemos que tienes una copia de lo que había en el collar.

—¿Y qué? Esto me incumbe a mi también.

Mi mirada estaba sobre Hera, ella estaba llorando y yo no sabía cómo hacer que ese idiota dejará de tocarla y apuntarla con una pistola.

—Será mejor que me lo des antes de que maté a tu chica. — Ahora habían dos pistolas apuntándole y no me quedaba otra.

—Dragon no se lo des. — Me pidió Hera, pero yo dejé de hacerle caso. — Dragon no. — Me dirigí hacia la habitación y cogí el pen drive para volver con el al salón. — No lo hagas. — Me pidió por última vez, pero yo ya se lo había tirado al de la pistola.

—Más te vale que no tengas otra copia. — En cuanto se agachó a coger el pen yo disparé al que sujetaba a Hera en el brazo.

—Detrás mía, ya. — Le ordené y está corrió para esconderse detrás.

—Hijo de puta. — El otro hombre, el que se había agachado me intentó disparar, pero esquivé la bala quedando está en la pared.

Disparé el costado del que había disparado anteriormente para que quedará solo uno. Rápidamente subí mi arma apuntándole a la cabeza del que seguía en pie, este hizo lo mismo.

—Si disparas yo disparo. — No me importaba si me mataba, mientras no la tocará a ella.

—Atrévete hijo de puta. — Le grité furioso. Sentí las manos de Hera en mi espalda.

—Dragon déjalo irse por favor, déjalo irse. — Me suplicó.

—Hazle caso a la belleza, esto no acabará bien para ti. — Me coloqué en una mejor posición para poder dispararle si se movía. — Con que no le vas a hacer caso.

Lo siguiente pasó rápido, no me di cuenta de que había cambiado el ángulo para dispararme en el muslo, cuando lo hizo este salió corriendo con el otro hombre del apartamento, yo caí al suelo de dolor y intenté dispararle al otro, pero fallé. Mi pierna ardía un cojón.

—Dios mío Aiden. — Hera se puso de rodillas a mi lado.

—Tranquila, la bala me ha rozado. —
Le mostré la bala que me había rozado.

—Voy a llamar a una ambulancia. — Otra vez.

—Hera deja la puta ambulancia, no puedo ir a un hospital sin que la policía me interrogue sobre la bala, vas a tener que coserme tú. — Está negó.

—No pienso hacer eso otra vez, voy a llamar a Nick. — Antes de que se levantará yo cogí su mano para impedírselo.

—Hera no voy a dejar que ese idiota me cosa, lo vas a hacer tú. — Está volvió a negar y yo quería llorar de dolor. — Hera esto quema muchísimo, necesito que me cures ahora mismo.

—Dime que hacer.

—Primero ayúdame a llegar a la cama.

Le entendí mi mano y ella me ayudó a levantarme, poco a poco llegamos a la habitación, ella me dejó en la cama suavemente.

— Ahora ayúdame a quitarme los pantalones.

—¿Qué? — Preguntó asustada y yo rodé los ojos.

—Hera no me puedes curar si llevo los pantalones. — Ella asintió.

— Cierto.

Se había puesto nerviosa y si no estuviera muriéndome de dolor yo estaría riendo, pero este no era el caso. Observé sus movimientos indecisos y yo sonreí. 

—Hera, no te vas a morir por esto. — Ella me miró a los ojos y yo cogí sus manos llevándolas al elástico de mi pantalón. — Lo haría yo, pero siento que me estoy muriendo.

Ella asintió y al final comenzó a bajar mis pantalones, yo me levanté un poco apoyando mis manos en la cama y ella se deshizo completamente de mis pantalones. Vi como intentaba no mirarme mucho, yo sonreí inconscientemente ante su nerviosismo.

—Coge alcohol y hilo y si tienes whisky mejor.

—¿Para que el whisky? — Me preguntó confundida.

—No me gustan las agujas y mucho menos que me cosan, necesito alcohol en mi organismo. — Ella rodó los ojos.

—La última vez no te importó.

—La última vez me estaba muriendo. — Ella puso los ojos en blanco.

—Ya vuelvo.

Mientras ella desaparecía por la puerta yo cogí una toalla que estaba en la silla y empecé a limpiar la sangre de la herida antes de que se esparciese por la cama. Al rato ella volvió con la botella y todas las demás cosas en una caja, me entregó la botella y yo le di un largo sorbo.

—Sera mejor que cierres los ojos.

Dragon © Место, где живут истории. Откройте их для себя