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DRAGON

—Despierta ya idiota. — Una voz insoportable no dejaba de moverme y de hablarme y quería darle un puñetazo y seguir durmiendo. — Dragon, Gina va a llegar aquí en cinco minutos. — En cuanto escuché su nombre me desperté.

—¿Qué?¿De que hablas? — Olvidé de todo lo que había pasado ayer y de que el estómago me dolía mazo, luego caí en la cuenta de quién fue la que me salvó. — ¿Y Hera?— Pregunté mirando por toda la habitación.

—Se fue, es decir, la llevé yo, pero eso no es lo importante, Gina sabe que te han apuñalado y quiere venir a verte, no, va a venir. — Esté comenzó a abrir el armario buscando una camiseta para tirarmela. — Vístete.

—¿No le puedes decir que se vaya?— Pregunté en un gruñido, no tenía ganas de escuchar su voz de pija.

—Si la echo su padre me matará, quiere mucho a su niñita.

—Nadie quiere a esa cosa, ¿cómo se ha enterado de esto?

—Yo que se tío, es Gina, tiene ojos por todos lados. — Bufé en cuanto escuché el timbre de la casa. — Ve al salón, voy a abrirle.

Con todas mis fuerzas me levanté de la cama sintiendo más dolor que antes. Me preguntaba porque Hera se había ido, sé que no me soporta, pero ayer estaba más preocupada que nunca por mi y eso que la otra noche me dijo que podía morirme.

Sonreí al recordar sus temblorosas manos cuidándome. Aunque me hubiera matado no me hubiera importado, sé que suena cursi, pero daría lo que fuera para que me volviera a tocar como anoche. Su tacto tenía una increíble delicadez, nadie me había demostrado tanta preocupación y cariño en años y se lo agradecía.

Llegue al salón después de dos minutos sujetándome de todo para no caerme o algo peor.

—¡Cariño!¿Estás bien?— Dijo la loca acercándose a mi.

—Si, perfectamente, ¿cómo lo has sabido?— Mi tono era frío, no quería hablarle.

—Ross os vio y luego me lo contó, sabes que por ti haría cualquier cosa, ¿por qué no me llamaste?— Rodé los ojos mientras me controlaba para no gritarle o algo peor.

—Porque no te necesito, de hecho, me gustaría que te fueras antes de que pierda los papeles. — Está me miró ofendida.

Puso sus manos en su cintura, mientras intentaba desafiarme con su mirada.

—¿Te gusta esa zorra no?— Sabía de quién hablaba y eso me dio más rabia.

Nadie hablaba así de Hera.

— Lárgate antes de que pierda los papeles Gina.

—No sé que ves en esa rubia oxigenada, ella no tiene lo que yo tengo.

No, ella es cien veces mejor.

Lo digo en serio, no quiero escuchar tu voz de pito, ya me duele la cabeza bastante así que lárgate. — Está bufó como una niña de 5 años.

—Veo que confías más en ella para que te curé, ya me encargaré yo de que dejes de confiar en ella.— Está cogió su bolso para irse, pero yo la paré.

—Como le toques aunque sea un pelo de su cabeza te juro que acabo con tu vida en un segundo. — Vi como realmente se había asustado ante mi amenaza.

—Adiós Dragon. — Soltó mi agarré y salió por la puerta.

Sabía que Gina le iba a hacer la vida imposible a Hera y yo no quería verla sufrir por culpa de una descerebrada como Gina. Tenía que conseguir ese collar cuanto antes y sacarla de mi vida.

Dragon © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora