CAPÍTULO 37

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Otro día más, uno con algo más de sentido, pero revuelto de todas formas. El corazón me dio un vuelco al acordarme de Zayn, de su noche... ¿qué habría hecho? ¿Con cuántas chicas se habría acostado?

Intenté ignorar todas esas alarmas de mi mente y me metí bajo la ducha, eso siempre ayudaba. Nada más salir envolví mi cuerpo en una toalla y usé otra para mi pelo. Salí del baño lleno de vapor y me encaminé hacia la cocina para prepararme un café, era lo que necesitaba si pretendía parecer una persona medianamente viva y además, era lo único que podía ingerir.

Volví a mi habitación con la humeante taza de café y me enfrenté al armario. Pero, de verdad, ¿a quién mierda le importaba lo que me pusiera cuando estaba deprimida, hecha pedazos y sin ganas de seguir con esa situación? Pues eso, unos leggins negros gruesos para poder sobrevivir a las frías temperaturas londinenses, calcetines gruesos que se dejaban ver por encima de unas botas negras y un jersey de lana gris oscura tres tallas más grandes que la mía y con las mangas dobladas. Me hice un moño desecho, nada de maquillaje, cogí mi mochila negra, metí lo necesario y salí a la calle. Sí, mi cara, ropa, cuerpo y toda yo gritaba la palabra depresión por idiota, pero no me importaba, al fin y al cabo era la verdad.

(...)

Las clases se me hicieron lentas, aburridas y pesadas, pero era lo normal en mí. Era la última clase que iba a tener ese año y cuando el timbre sonó, empecé a meter todos mis libros y cuadernos de matemáticas mientras oía hablar a mis amigas, sin poner mucha atención en su parloteo sobre sus vacaciones navideñas en Suiza, Aspen y algún lugar del sur de Italia.

- ¿Y tú que tienes pensado Marel?- Me preguntó Hanna.

- ¿Yo? Pues no tengo ningún plan... ¿morirme del asco, de pena y de dolor tal vez? No sé, puede, suena tentador.- Intenté reírme un poco pero el único sonido que salió de mi garganta fue un pequeño gruñido, que dejó más que claro que ese iba a ser mi plan para las navidades.

- Si quieres puedes venir conmigo y con mi familia a Aspen.- Dijo amable Hanna.- Sé que esquiar no es lo tuyo pero creo que el snow y el surf se parecen en algo.

- Gracias Hanna pero paso, nunca he esquiado y no quiero ser una carga para tu familia y para tí estas navidades cuando lo primero que haga al llegar a la pista sea romperme un pie.

- No serás una molestia Marel, en absoluto. Es más, mi hermana pequeña está deseando de conocerte, la novia de Zayn Mlik, lo está deseando.- Nada más decir esas palabras Emma y Allison le dieron un codazo cada una y yo sentí como si esos dos codazos me las hubiesen dado a mí, exactamente a mi corazón. Hice una pequeña mueca y salí del aula a paso lento.

- Si quieres puedes venir a Italia conmigo o a Suiza con Emma, pero no te quedes aquí sola por favor Marel.- Dijo Allison una vez me alcanzó, mientras que Emma asentía y le daba la razón a su amiga.

- Estaré bien chicas, así además podré surfear, que fue por lo que vine al fin y al cabo.

- ¿Estás segura?- Dijo con una dulce cara de preocupación Emma.

- Claro.- Dije en un suspiro, no le ponía ni ganas a eso de aparentar normalidad.

Después de 20 minutos de una tonta discusión sobre el posible plan para la tarde, los pros y los contras de cada plan y discusiones que no venían ni a cuento, terminamos en mi casa, las chicas con una taza caliente de chocolate cada una y viendo una película típica navideña que emiten en la tele desde principios de noviembre. Yo me estaba tomando otro café, había intentado comer una manzana en el descanso pero fue en vano, mi boca no quería trabajar, parecía que había olvidado como hacerlo. Así que una vez más, me resigne al café solo.

La tarde se esfumó fugazmente, sobre todo si tenemos en cuenta el hecho de que en invierno, a las 19:00 de la tarde ya está más que oscuro el cielo. Hanna se fue a recoger a su hermana de alguna clase de ballet o tango, no lo entendí bien, y Emma y Allison se quedaron a prepararme la cena. Sí, lo habéis entendido bien, ahora parece que tengo dos madres. Para mi desgracia se dieron cuenta de que no estaba comiendo nada por lo que después de ver la película Ratatuille en Disney Chanel, las dos se empeñaron en prepararme la cena aprovechando ese momento de inspiración divina. Tengo que admitir que la cocina olía increíblemente bien, puede que las hubiera infravalorado, la sopa de tomate tenía una pinta exquisita pero lo único que conseguía era revolverme las tripas.

Después de apuntar la receta para que supieran que había puesto interés en su clase exprés de cocina, y de prometer que me comería todo un cuenco, mis amigas se fueron, no sin antes hacer planes para el día siguiente, que obviamente acarrearon otra media hora de discusiones que no llevan a nada más que a la pérdida de tiempo.

Metí la supuesta cena en el frigorífico y me dirigí de nuevo al sofá para volver a llamarle a Zayn por centésima vez aquella tarde. Mis ojos se llenaron otra vez de lágrimas cuando nadie contestó la llamada, pero esta vez les di vía libre y cayeron por mis mejillas, por un recorrido ya conocido.

¿Por qué me estaba pasando eso a mí? ¿Qué había hecho yo para merecerme esa suerte con los hombres? No podía soportar más sufrimiento, ya había pasado por todo eso de perder a alguien antes, no podía soportarlo otra vez. En mi corta vida había sufrido más que la mayoría de las personas adultas, había sufrido demasiadas decepciones y demasiadas perdidas. Primero Kevin... al acordarme de él todo mi mundo se vino abajo. Yo tenía la vida planeada, era mi futuro perfecto, no había nada que quisiera hacer más que casarme con Kev, el hombre de mi vida, viajar por todo el mundo, surfear las mejores olas del mundo, comprar una pequeña casa a pocos metros del mar, tener hijos, unos cuantos, y enseñarles a todos a surfear como mamá y papá.

Ese futuro se esfumó, se escapó de mis manos como si de humo se tratase. Me prometí a mí misma no tirar la toalla, idear un nuevo futuro, seguir con todo, seguir empujando todo ese dolor y todos esos recuerdos durante toda mi vida, costara lo que costara. Pero ahora, mi maltrecho corazón volvía a sufrir, volvía a romperse. El peso que ya acarreaba se hace más pesada al llenarse de más culpa y dolor, a la vez que se hace más duro de llevar. ¿Es que la vida no va a dejar de torturarme? ¿Es que aún no ha llegado mi tiempo de ser feliz?

Pudiste ser feliz me recuerda mi amargada consciencia, pudiste ser feliz, pero elegiste la lujuria en vez del amor. Pero eso no es del todo cierto. Yo amo a Zayn pero quiero a Harry, los dos me hacen felices y yo lo único que quería hacer era demostrar un poco de amor propio, dedicarme a mí y a mis necesidades y deseos por un tiempo, ¿es que merezco todo este sufrimiento sin ninguna gratitud a cambio? No, no lo creo.

Como si de una respuesta de tratase mi móvil empezó a sonar, era Rose, mi contacto de Rip Curl. Toda la esperanza y emoción se esfumaron al instante.

- Buenas noches Marel.- Me saludó con entusiasmo.

- Hola.- Dije intentando ocultar el hecho de haber estado llorando con bastante éxito.

- Oye como acabas de coger las vacaciones hemos pensado que tal vez te apetecería ir a una pequeña casa que tenemos en el suroeste de Inglaterra, al lado del mar, para surfear y todo eso. Sería solo una semana pero creímos que te interesaría.- ¿Una oportunidad de alejarme de todo?

- Si claro, ¡me encantaría!

(...)

Ya en la cama volví a repasar la lista mentalmente. ¿La tabla? En la entrada, ¿la bolsa con la ropa, zapatos y neceser? Junto con la tabla, ¿el neopreono y los bikinis? Junto a todo lo demás, ¿la ropa de mañana? En la silla junto a mi cómoda. Ya había llamado a las chicas para el cambio de planes y tengo que admitir que parecían un poco más relajadas al saber que tendría planes durante mis navidades.

Antes de intentar mediante mil vueltas quedarme dormida, volví a llamar a Zayn. Mi corazón se hundió un poco más con cada pitido, hasta que hubo uno que no se escuchó, y en vez de el odioso contestador, sonó su voz, haciéndome temblar de pies a cabeza.

- Hola.- Su voz se escuchaba un tanto rota, rasposa.

Only with youWhere stories live. Discover now